por James Allen
Un hombre puede ser honesto en cierta dirección, y aun así sufrir de privaciones; un hombre puede ser deshonesto en cierta dirección, y aun así adquirir riquezas; pero la conclusión usual de que el primero falla debido a su particular honestidad, y que el segundo es próspero gracias a su particular deshonestidad, es resultado de un juicio superficial, que asume que el deshonesto es corrupto casi por completo, y el honesto es casi enteramente virtuoso.
A la luz de un profundo conocimiento y mayor experiencia, tal juicio se encontrará erróneo. El deshonesto ha de tener algunas virtudes admirables que el otro no posee; y el honesto, vicios dañinos que están ausentes en el otro. El hombre
honesto cosecha los buenos resultados de sus pensamientos y actos honestos; también atrae el sufrimiento que su vicio produce. El deshonesto del mismo modo cosecha sus propios sufrimientos y dichas.La vanidad humana se complace al creer
que uno sufre por causa de su virtud. Buenos pensamientos y acciones jamás
pueden producir malos resultados; malos pensamientos y acciones no pueden jamás
producir buenos resultados. Esto no es otra cosa que afirmar que no puede
cosecharse más que trigo del trigo, u ortiga de la ortiga. El hombre entiende
esto en el mundo natural, y trabaja con ese conocimiento; pero pocos lo
entienden en el mundo moral y mental (aunque esta operación es tan simple y
directa), y por lo mismo no cooperan con esa ley.
El sufrimiento es indicador de que el
individuo está fuera de armonía consigo mismo, con la ley de su ser. El
único y supremo uso del sufrimiento es la purificación (la alquimia del plomo
en oro). Las circunstancias por las que el hombre se encuentra con la
buenaventura son los resultados de su propia armonía mental.
Buenaventura, no posesiones
materiales, es la medida del pensamiento correcto; la infelicidad, no la falta
de posesiones materiales, es la medida del pensamiento errado. Un hombre
puede ser desgraciado y ser rico; puede ser bendito y pobre. La buenaventura y
riqueza sólo se juntan cuando la riqueza es empleada correctamente y con
sabiduría.
Fuente: Escuela Claridad
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