Cuando estudiamos un libro de sabiduría, generalmente no incorporamos en nuestras vidas lo que estudiamos. Pero de esta manera lo que estudiamos se evapora de nuestro cerebro. Incluso si estudiamos algo, lo entendemos y lo guardamos dentro de nosotros, esto no garantiza que seremos capaces de recordarlo en el momento adecuado. A menudo ocurre que en el momento en que necesitamos recordar algo, nuestra personalidad simplemente reacciona y no podemos recordar la sabiduría que hemos estudiado. Entonces no actuamos de acuerdo con lo que hemos estudiado.
No tenemos que frustrarnos. Esto simplemente muestra que cuando se trata de
acción, seguimos siendo los mismos, a pesar de que hayamos estudiado mucho
tiempo y hayamos entendido mucho. Debemos aceptar lo que somos y tratar de dar
un paso adelante a partir de ahí. Sólo con paciencia y perseverancia podemos
desarrollar un nuevo hábito y la conciencia correspondiente. Ningún Maestro
puede ayudar a una persona a tomar un nuevo ritmo si esa persona no se ayuda a
sí misma. Si los Maestros pudieran hacerlo, habrían transformado el mundo
entero hace mucho tiempo. Pueden ayudarnos desde cierto punto, pero primero
tenemos que llegar a ese punto. Hasta entonces, el Maestro no puede permitir
que nos unamos a su grupo y así llevarnos a la esfera de influencia de su aura.
Tenemos que estar preparados para entrenar nuestra personalidad con paciencia,
tolerancia y de una manera inteligente.
La personalidad
está subordinada al alma; debe aceptar el alma. Cuando estamos demasiado en la personalidad,
entonces el alma espera retraída. Tiene toda la paciencia para esperar hasta
que logremos la paciencia para trabajar con ella. La paciencia del alma surge
de la compasión hacia la personalidad. Es la compasión que recibimos de un
Maestro de Sabiduría. A través de su paciencia, cada piedra resulta ser una
piedra filosofal. El entrenamiento ajusta la personalidad con el alma, de modo
que la calidad del alma se transmite a través de la personalidad. Este esfuerzo
continuo es el discipulado. Antes de convertirnos en discípulos aceptados, se
prueba nuestra consistencia, fiabilidad y capacidad.
Cada ejercicio
requiere paciencia. Sin
paciencia no podemos lograr nada en el mundo externo ni en el mundo sutil; si
somos impacientes, fracasamos. Todos los días podemos hacer un esfuerzo para
ver la luz de la conciencia en las formas circundantes, o podemos practicar
recordando el YO SOY tan regularmente como sea posible. Este ejercicio de
recordar tiene que continuar hasta que hayamos llegado al estado en el que se
consolida la experiencia del YO SOY, o tratamos de permanecer en el punto de la
conciencia en el corazón. Por costumbre, salimos una y otra vez y deambulamos
en nuestros pensamientos, pero luego volvemos, no importa cuán a menudo. Si
practicamos pacientemente durante años, poco a poco nos acostumbramos a
regresar.
Regulación de
la Mente
Nuestros
pensamientos pueden cambiar rápidamente. Podemos pensar hoy que a partir de mañana nos
levantaremos muy temprano, pero mañana por la mañana podemos pensar que podemos
dormir más tiempo. Nuestra mente es extremadamente rápida; es como un mono
saltando de nuestro propósito. No podemos confiar en él. No obstante, no
debemos desanimarnos, sino jugar con alegría con nuestra mente y traerla
pacientemente de regreso. La mente debe desacelerarse antes de que podamos comenzar
a orar o a meditar. Por tanto, se nos aconseja respirar profundamente antes de
orar. Esto calma la mente y hace que las oraciones sean más fáciles. Una mente
hiperactiva se vuelve inquieta y desarrolla resistencia. Si reaccionamos
desanimados y enojados, hemos perdido el juego. La resistencia no puede ser
neutralizada con argumentos y discusiones.
Los patrones y
hábitos existentes sólo pueden cambiar con un esfuerzo perseverante mediante la
creación de nuevos patrones a través de nuevos hábitos. Patanjali dice que debemos practicar
constantemente como el flujo de aceite. Con el agua puede haber interrupciones,
el aceite fluye sin interrupción.
Patanjali
también nos aconseja observar el movimiento de nuestra respiración y repetirlo
constantemente. Si nuestra
mente se aleja de la respiración y sale, la traemos de regreso. Por costumbre,
se aleja de nuevo. No importa; la traemos de regreso y lo enfocamos a la
respiración. Nuestra respiración debe ser lenta, suave, profunda y uniforme. No
hay nada que entender, pero debemos practicarlo durante cinco minutos hoy,
mañana y luego durante diez días. Después de un mes, conoceremos el sabor de
algo que no conocíamos antes. Con años de práctica, la mente se acostumbrará a
permanecer orientada hacia el interior y a sumergirse en la “música del alma”,
en el doble sonido de la pulsación, SOHAM, con el fin de luego darse cuenta del
sonido monosilábico OM.
Guía desde
adentro
Cuando nos
quedamos con la pulsación, paciente y persistentemente durante un período de
tiempo más largo, entonces ciertas ideas aparecen desde adentro. No debemos hablar de lo que hemos recibido y
oído en nuestro interior. Podemos escribir los pensamientos. A menudo,
encontramos que algunas de las ideas son verdaderas y otras no; muy pocas son
reales. Por tanto, no debemos actuar sobre las ideas inmediatamente, sino
permanecer cerca de la pulsación y esperar pacientemente. La práctica constante
de sentarse cerca del principio de pulsación interior elimina lentamente los
pensamientos sin sentido. Con perseverancia y paciencia, esperando la
reafirmación, eliminamos el peligro de caer en alucinaciones.
En algún
momento sabremos si es o no un error de nuestra mente. Las ideas verdaderas indican las
responsabilidades en las que podemos incurrir en los días siguientes. La
realidad se nos acerca y el tiempo nos lleva al punto del que ya se nos ha
informado. Podemos conocer a ciertos maestros, y ciertos libros o situaciones
se acercan a nosotros; no vienen a nosotros por búsqueda externa.
Cuando buscamos
orientación interna para un problema, no debemos esperar una solución
inmediata. Se manifestará a su debido tiempo. No hay necesidad de confiar en conjeturas o
consejos defectuosos de otros. Si esperamos pacientemente y con optimismo
interior, el camino se aclarará y se abrirán las puertas necesarias. Los libros
ocultos o las enseñanzas de un Maestro pueden guiarnos. Estos libros son seres
vivos, y la relación persistente con las enseñanzas nos guía. Así nos sentimos
atraídos por el Maestro. Mientras seamos sinceros, el Maestro nos enseñará
pacientemente todo desde dentro. De esta manera estamos más interesados porque
nos ha llegado desde dentro. Puede que no nos guste cuando alguien nos diga
afuera, pero cuando venga de adentro, lo haremos por nuestro propio interés.
Ayuda de los
Maestros
A veces es muy
difícil para los Maestros transmitirnos la sabiduría porque todo el curso de la
sabiduría cubre un período mucho más largo de lo que entendemos. Generalmente carecemos de perseverancia y
sentido de propósito. Es como un niño que no está presente interiormente en la
escuela, por lo que la maravillosa enseñanza dada por el maestro se toma sólo
en fragmentos.
Del mismo modo,
hay situaciones en nuestras vidas en las que sonreímos a los demás y al mismo
tiempo nos entregamos y salimos heridos. Esto puede cautivar nuestro interés durante diez
o veinte años. Mientras tanto, la muerte puede buscar el cuerpo físico, pero en
la próxima encarnación tenemos nuevos puntos de fricción que atraen nuestra
atención. A veces pasan muchos nacimientos y muertes antes de que realmente
ahondemos en la lección que el maestro nos da.
El Maestro
Morya dice: “Hasta hoy nos preguntamos cómo debemos hablar con usted, cómo
debemos enseñarle, porque
las palabras habladas y escritas no se entienden al nivel en que se expresan.
No obstante, continuamos nuestro esfuerzo por vincularnos a su comprensión.
Mientras usted se ve afectado por la irritación, la duda, la desesperación, la
ira, el odio, nosotros seguimos ayudando como la madre ayuda al bebé irritado.
¡Esperamos su crecimiento con paciencia!”
Los Maestros
trabajan con gran paciencia, amor y comprensión por los problemas del pueblo, porque cada Maestro de Sabiduría que adoramos
ahora, también era un hombre ordinario en el pasado. A lo largo de miles de
años, a través de nacimientos y renacimientos, se acuerdan de sí mismos, de su
propia misión en la vida y de la continuidad de su propósito. Incluso en
situaciones difíciles, nunca se cansan de repetir para nuestro recuerdo hasta
que hayamos asimilado la enseñanza para la acción. No enseñan para darnos
nuevas doctrinas, ya que básicamente sólo hay una doctrina de la Verdad.
Utilizan la variedad como técnica para que desarrollemos interés y compromiso y
no se vuelva monótona para nosotros. Sin embargo, los estudiantes a veces
encuentran monótonas las enseñanzas; pero no se sienten monótonos al comer, al
hablar o al perder el tiempo repetidamente.
Los Grandes
incluyen a aquéllos a quienes la sociedad excluye. La inclusión requiere mucha paciencia y tolerancia.
Especialmente en tiempos de crisis, las cualidades de la paciencia, la
perseverancia y la amabilidad entran en juego. Son los cimientos sobre los que
se construye la sabiduría. Que nuestra orientación y fiabilidad contribuyan a
esta base, para que los Maestros puedan trabajar con nosotros.
Fuentes
utilizadas: K.P. Kumar: Ashram. Ashram - Instrucciones para Entrar / diversas
notas de seminarios. de seminarios / E. Krishnamacharya: Iniciación. The World Teacher Trust / Ediciónes Dhanishtha España
(www.edicionesdhanishtha.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario