Karen Berg
OCTUBRE 18, 2020
Este artículo sobre la porción de la semana fue
publicado originalmente en 2016.
Sabemos de la historia de la Creación que hubo un tiempo en la historia espiritual en el que la Luz del Creador y Su Creación, la Vasija —el origen único de todas nuestras almas— eran uno y estaban en perfecta armonía. Esta es la historia del mundo infinito del cual has aprendido en tus estudios de Kabbalah. Este fue el punto de inicio, el origen del deseo que todos los seres humanos buscan— el deseo de ser uno con nuestros amigos, con el mundo y, al final, con Dios.
De alguna manera, en lo profundo de nuestro ADN
espiritual, recordamos esta unión máxima. Ya que no podemos tener un deseo por
algo que no hemos probado.
La historia de la Creación también nos enseña que el
propósito de Dios para crear el mundo y todo lo que hay en él era derramar
sobre nosotros plenitud y beneficencia. También entendemos que la naturaleza
del Creador es sólo crear y satisfacer. Por lo tanto, la destrucción no puede
venir de ese pensamiento o intención. Lo que está en el árbol viene de la
semilla. Así de simple.
El pensamiento del Creador para este mundo fue la
semilla y su intención era satisfacer; si ese es el pensamiento, ese también
debe ser el desenlace, el resultado.
Sin embargo, sabemos que la historia bíblica nos dice
que hubo un tiempo en el que el Creador quería destruir el mundo: la historia
del arca de Nóaj. Bueno, el Zóhar la explica de manera distinta. No fue Dios
quien produjo la destrucción. Sabemos que esa no es Su naturaleza. Fueron las acciones
de la humanidad las que provocaron dichas consecuencias. No fue un castigo,
sino el resultado de sus propios pensamientos, palabras y acciones. Por
ejemplo, si pensamos en nuestro mundo actual: ¿Podemos tomar agua
tranquilamente? Hablemos de los alimentos que consumimos, los peces que
criamos, el aire que respiramos, ¿Dios los contaminó? ¿Dios los hizo inseguros
para el consumo? ¿Dios derramó desechos tóxicos en nuestras aguas? ¿Dios
provocó esas consecuencias como castigo? O, ¿son el resultado de las decisiones
que tomamos con nuestro propio libre albedrío? El Zóhar explica que ese fue el
mismo ambiente en la época de Nóaj. La forma con la que el Creador se
presentó fue una fuerza de resultado y no de castigo.
Sin embargo, el mundo no fue destruido. De hecho, se
nos dio una oportunidad de recomenzar. Después del diluvio, la humanidad
comenzó nuevamente. Todo estaba en unidad. Al final de la porción de Nóaj dice:
Génesis 11:1–9
Toda la Tierra hablaba una lengua y las mismas
palabras. 2 Cuando viajaban del Oriente, hallaron una
llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3 Y
se dijeron unos a otros: “Vamos, fabriquemos ladrillos y cozámoslos bien”. Y
usaron ladrillo en lugar de piedra y asfalto en lugar de mezcla. 4 Luego
dijeron: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta
el Cielo, y hagámonos de un nombre, para que no seamos dispersados sobre la faz
de toda la Tierra”. 5 Pero el Eterno descendió para ver
la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres. 6 Y
dijo el Eterno: “He aquí que ellos son un solo pueblo y todos ellos tienen la
misma lengua. Esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se
propongan hacer les será impedido. 7
Vamos, bajemos y confundamos allí su lengua, para que
ninguno entienda el lenguaje de su compañero”. 8 Y
el Eterno los dispersó desde allí sobre la faz de toda la Tierra, y dejaron de
edificar la ciudad. 9 Por eso la ciudad fue llamada
Babel, porque allí el Eterno confundió la lengua de toda la Tierra, y de allí
el Eterno los dispersó sobre la faz de toda la Tierra.
Todo el mundo estaba unido; un mundo, una visión.
Ellos querían construir una torre para crear una unión, estar en unidad con
el Creador nuevamente. Querían una nueva humanidad basada en esta unidad.
Querían llegar al cielo, regresar al mundo infinito. Ellos hablaban
sólo un idioma, eran una nación, tenían una religión y un poderoso deseo de
conectarse con Dios. Elevarse al nivel de Dios, ¿no es un buen deseo? ¿Qué
estaba mal?
¿Por qué Dios vio esto y decidió crear separación?
Dios enredó sus idiomas. Aunque las escrituras dicen
que olvidaron su idioma, el Zóhar dice que simplemente dejaron de ver las cosas
de la misma manera. Hubo un bilbul. Hubo confusión.
Un mundo de naciones, religiones e idiomas diferentes
comenzó nuevamente en ese momento. La historia de Babel explica cómo los
descendientes de un hombre, Nóaj, se separaron y se dividieron en distintas
naciones, religiones y terminaron hablando idiomas diferentes.
La historia cuenta la manera en la que en la época en
la que los hombres aún hablaban un idioma, había migración del este. Por lo
tanto, se decidió construir una “ciudad y una torre cuya cúspide llegue al
cielo”, para que los constructores fuesen capaces de hacerse un nombre
y evitar ser esparcidos por todo el mundo.
La frase en Génesis 11:5 “… que habían
edificado los hijos de los hombres” es particularmente importante. Esta
torre fue un objeto de orgullo de manos del hombre.
La historia deja claro que el trabajo en la torre no
le gustó a Dios, sin embargo, el pecado específico de los constructores no es
mencionado directamente. Era su ego al querer “hacerse un nombre” lo que
provocó el caos que surgió. Además, el deseo de permanecer unidos en un solo
lugar, como una nación y una religión, estaba en conflicto directo con el
propósito divino que es expresado por Dios a Nóaj y sus hijos después del
diluvio: “En cuanto a ustedes, sean fecundos y multiplíquense. Pueblen en
abundancia la Tierra y multiplíquense en ella”(Génesis 9:7). Por lo tanto,
según esta interpretación, el pecado de estas personas fue no sólo una
presunción o un deseo de alcanzar el cielo y ganar fama, sino más bien un
intento de cambiar el plan divino impuesto a la humanidad.
El cuento de la Torre de Babel es un momento crucial
en la historia, tal y como se entiende en la Biblia, en el hecho de que marca
el fin de la era del monoteísmo universal.
¿Por qué Dios detuvo el monoteísmo?
Acaso, ¿no es eso lo que Él quiere? Claramente, ¡a
partir de la historia podemos entender que eso no es lo que Dios quiere!
Tal y como la Biblia nos dice, todas las religiones,
naciones e idiomas son la voluntad y la protección del Creador.
Después del diluvio, Dios le dijo a Nóaj:
Génesis 9:6-17
“… porque a imagen de Dios hizo Él al hombre. 7 En
cuanto a ustedes, sean fecundos y multiplíquense. Pueblen en abundancia la
Tierra y multiplíquense en ella”. 8 Entonces Dios habló
a Nóaj y a sus hijos con él y les dijo: 9 “He aquí que
Yo establezco Mi pacto con ustedes, y con su descendencia después de
ustedes, 10 y con todo ser viviente que está con
ustedes: aves, ganados y todos los animales de la tierra que están con ustedes,
todos los que han salido del arca, todos los animales de la tierra. 11 Yo
establezco Mi pacto con ustedes, y nunca más volverá a ser exterminada toda
carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la
Tierra”. 12 También dijo Dios: “Esta es la señal del
pacto que Yo hago con ustedes y todo ser viviente que está con ustedes, por
todas las generaciones: 13 Pongo Mi arcoíris en las
nubes y será la señal de Mi pacto con la Tierra. 14 Y
acontecerá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se verá el arcoíris en
las nubes, 15 y Me acordaré de Mi pacto con ustedes y
con todo ser viviente de toda carne. Nunca más se convertirán las aguas en
diluvio para destruir toda carne. 16 Cuando el arcoíris
esté en las nubes, lo miraré para acordarme del pacto eterno entre Dios y todo
ser viviente de toda carne que está sobre la Tierra”. 17 Y
dijo Dios a Nóaj: “Esta es la señal del pacto que Yo he establecido con toda
carne que está sobre la Tierra”.
Dios no sólo le dijo a Nóaj que fructificáramos y nos
multiplicáramos por la Tierra, Dios dio Su palabra 6 veces diciendo que todo ha
sido hecho a Su imagen y sería protegido. Uno de los entendimientos más
importantes que recibimos de esto es que toda la humanidad ha sido creada por
Dios y será protegida por él y, por lo tanto, esta debe existir. La lección
espiritual es aprender a ver, tal y como hace Dios, la belleza y la santidad de
toda carne, toda fe, y entender que todos los caminos son un camino hacia Dios.
En su ensayo, Sobre la Paz
Mundial, Rav Áshlag explica:
"Todo lo que existe en la realidad, tiene el
derecho a existir, al grado que destruirlo y eliminarlo completamente del mundo
está prohibido. Más bien, nuestro deber es solamente arreglarlo y guiarlo hacia
la bondad, porque aun una observación fortuita de cualquier clase sobre la obra
de la Creación que está delante de nosotros es bastante [para nosotros] para
inferir el elevado grado de perfección de Aquel que la creó.
"Por lo tanto, tenemos que entender y tener mucho
cuidado de no hallar faltas en ninguna parte de la Creación, declarando [que
esta parte o aquella] es superflua e innecesaria, porque esto equivale a
atribuirle un mal nombre, el Cielo no lo permita, a Aquel que la creó.
Pero el Creador guarda todos los aspectos de Su
Creación con gran cuidado y no deja que nadie destruya algo que está en Su
posesión."
Por eso, ahora que entendemos la lógica espiritual de
la Biblia que apoya la afirmación de Rav Áshlag sobre que todas las religiones
y caminos a Dios son buenos y correctos. La pregunta es: ¿cómo tomamos todas
estas diferencias y las llevamos a una espiritualidad global? ¿Cómo las ponemos
en sincronía?
Aunque todos seamos diferentes, podemos vivir con
dignidad humana y estar en sincronía. Podemos aplicar nuestra conciencia para
reconocer que nuestras diferencias y variantes son hermosas. La idea es tener
diferentes tonos de nuestra sincronía. Ver con nuestra conciencia la belleza
del mundo de Dios. Dios planeó el mundo con multiplicidad.
Cada grupo, cada comunidad, cada religión tiene su
propio proceso y todos son necesarios en el marco del mundo. Tal y como la
Biblia dice: Dios lo creó todo a Su imagen y semejanza. La advertencia es que
necesitamos respetar las diferencias de los demás, no cambiarnos unos a otros,
y ser capaces de ver lo que tenemos en común, conocimiento completo del
propósito de la vida.
¿Cómo lo hacemos?
¡Con conciencia!
La conciencia es nuestro nivel de reconocimiento del
espíritu de Dios en todo. ¿Qué significa paz? Paz es cuando las personas pueden
respetarse y pueden ver con su conciencia más elevada la chispa de Dios que
está dentro de todos y todo.
Estamos destinados a ser muchos, pero a aprender y
actuar en unidad.
Se cree que Avraham fue el primero en hablar de la
idea de un solo Dios. Después de la historia de Nóaj está la historia de
Avraham. Si Avraham actuó en Unidad, pero no vio la importancia de la multitud,
¿cuál era la diferencia entre su trabajo y el de los constructores de la Torre
de Babel?
Avraham no quería que todos fuesen Uno, más bien fue
la primera persona en ver al Uno (el Creador) en todos y en todo. Avraham se
enamoró de Dios. Una vez que vio afuera y entendió que toda la belleza que vio
vino del Creador, toda su vida consistió en conocer a Dios. Se dice que Avraham
fue como una persona enamorada que, una vez flechada, sólo puede pensar en
aquella persona, quiere saber todo de ella y quiere compartir con el mundo todo
lo que ama sobre esta persona.
Avraham quería compartir este amor con el mundo.
Génesis 25:5-6
5 Avraham
dio a Yitsjak todo lo que poseía. 6 A los hijos de su
concubina Avraham les dio regalos y los envió hacia el Este, a la tierra del
Oriente.
Entonces, ¿qué tipo de regalos dio Avraham? Les dio
herramientas espirituales. Les dio acceso a entendimiento espiritual. Y se dice
que al momento de la Redención esas herramientas serían reunidas, no sólo desde
el este, sino desde todo el mundo.
Tal y como Dios le dijo a Nóaj, “Fructifica y
multiplícate, y recuerda que toda la Creación de este mundo fue hecha a mi
imagen y semejanza. Ve dentro de todo y encuéntrame”.
Rav Áshlag nos dijo eso en 1954 porque el mundo estaba
listo para escucharlo, pero debe haber un cambio de paradigma.
Por eso abrimos las puertas del Centro para todos.
Antes la Kabbalah sólo era estudiada por estudiosos judíos. Hoy en día está a
la disposición de todo aquel que quiera estudiarla. En los Centros de Kabbalah
de todo el mundo, nuestra comunidad está compuesta por personas de todas las
religiones y caminos de vida, todos trabajan por compartir más, ser parte de
una comunidad global, están conscientes de su ego y buscan reducirlo.
Cuando leemos sobre la Redención, se dice que habrá un
tiempo en el que todo el conocimiento espiritual del mundo se reunirá. Las
personas que piensan de manera similar se unirán. Sin importar dónde hayan
nacido o cuál es su camino hacia el Creador, encontrarán un denominador común.
Ahora sabemos que sólo hay un aspecto en este universo
que no se agota por ser compartido, la Luz, con ella podemos encender cientos
de velas y la llama de la primera no será disminuida. La cera se agota, pero la
llama no. Esta llama de vela se parece a la Luz del alma. Esta es la Luz que
nos une.
Cuando iniciamos todo esto, le dije al Rav que
enseñaríamos Kabbalah a hombres, mujeres y niños; él me preguntó: “¿Cómo puede
ser posible?”, pero, ¡¿saben qué?! Sucedió. Y de la misma manera sucederá con
la unión de las distintas modalidades espirituales.
No me malinterpreten, no queremos cambiar lo que
somos, tampoco queremos cambiar lo que son los demás, pero sí queremos
crear una base en la que todos podamos estar juntos, ya sea que oremos
acostados, arrodillados o parados. Queremos crear una base en la que cada uno
de nosotros pueda aceptar al otro y decir: “Hay Luz en ti”.
En las palabras del profeta Malaquías 2:10: “¿No
tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario