Monica y Michael Berg. Escúchalo y subscríbete aquí.
No es ningún secreto que a la gente le gusta compartir historias jugosas. Nos encantan los reality shows, las biografías reveladoras o incluso una buena sesión de chismes. Nos gusta ventilar nuestros trapos sucios y hablar de los errores de los demás, ya sea publicándolo en redes sociales, hablando con un amigo o familiar, o hasta confiando en un desconocido durante un vuelo. Pero a veces podemos ir demasiado lejos. Con frecuencia, estas historias se comparten desde un lugar egoísta o crítico que hiere a otras personas y deja a quien las cuenta con una sensación de arrepentimiento.
Todos
somos víctimas de hablar más de la cuenta a veces, revelando una cantidad
inapropiada de detalles sobre nuestra vida personal filtrados a través de
nuestro propio punto de vista sesgado. Por suerte, hay algunas herramientas que
podemos usar para asegurarnos de que pensemos antes de hablar y de que lo que
contamos esté en armonía con nuestro propósito espiritual.
He
aquí tres consejos para tener presente antes de decir tu verdad:
1.
Entiende la diferencia entre ser auténtico y ser hiriente.
Muchas
veces, la gente dice: "Tengo que contar mi verdad", antes de decir
algo innecesariamente negativo o desagradable sobre otra persona. Es fácil
confundir la autenticidad con una excusa para calumniar a alguien. La verdadera
autenticidad consiste en ser lo bastante valiente para ser tú mismo y lo
bastante genuino para vivir de acuerdo con tus valores. No depende de tener la
última palabra ni de que la gente vea tu punto de vista.
Que
algo sea cierto no significa que haya que decirlo. Hay un momento para hablar y
otro para reflexionar en silencio. No es necesario compartir todas las
verdades. Sé reflexivo en lo que compartes, especialmente con relación a juzgar
o herir a otros.
2.
Intenta sentir empatía por aquellos a los que normalmente juzgarías.
La
mayor parte del dolor y los problemas del mundo se deben a que la gente juzga y
habla negativamente de los demás. Imagina un mundo en el que las personas no se
juzgaran tan severamente. Desde luego, hay veces en las que tenemos que
denunciar las cosas dañinas que hacen los demás, pero con frecuencia, cuando
hablamos negativamente de alguien, es por rencor o por dolor, y usualmente
acabamos arrepintiéndonos.
Vemos
muy poco de la vida de los demás, y es injusto juzgarlos sin habernos puesto en
su lugar. Esfuérzate por juzgar menos. Comienza a sentir empatía por aquellos a
los que antes o ahora juzgas. Antes de hablar en contra de alguien, pregúntate:
¿Estoy seguro de que lo que voy a decir es cierto? ¿Es bueno decirlo? ¿De
verdad necesito decirlo y es útil?
3.
Considera lo que has ganado o aprendido de una experiencia difícil antes de
hablar de ella.
Una
parte fundamental de nuestro trabajo espiritual consiste en concentrar nuestra
energía en el interior, en los cambios y transformaciones que debemos realizar.
Esto depende de que busquemos constantemente en nuestro interior formas de
mejorarnos a nosotros mismos. Cuando pasamos por un desafío, es porque estamos
destinados a ganar algo de la experiencia, aunque sea difícil de ver en el
momento. Piensa en cuánto has crecido gracias a los obstáculos que has
encontrado a lo largo de tu vida.
Cuando
compartimos una historia desde el dolor y todavía no le hemos encontrado
sentido, solemos expresarla con juicio. Podemos caer en el victimismo, culpando
a otras personas o hasta a la mala suerte de lo que nos ha ocurrido. Aunque
alguien nos haya hecho algo malo, nuestro trabajo es encontrar la bendición
oculta en la experiencia. ¿En quién te has convertido o puedes convertirte
gracias a lo ocurrido? En este caso, si decides contar la historia, no lo harás
desde un lugar de juicio, sino con el propósito de compartir una perspectiva
más amplia y la sabiduría que has adquirido.
Es
fácil pensar que desahogarse o chismear es relativamente inofensivo, pero puede
herir a otras personas y tener un efecto negativo en nuestro propio bienestar
espiritual. Sé fiel a ti mismo, pero también ten en cuenta los sentimientos de
los demás, trata de empatizar con su punto de vista, aunque te hayan herido, y
busca la bendición en el desafío. Cuanto más te concentres en estas áreas, más
poderosas serán tus palabras e historias cuando decidas compartirlas.
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