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29 de marzo de 2023

Tránsito de Plutón en Acuario

Milena Llop

Seguimos sumando acontecimientos estelares de gran magnitud: la entrada de Plutón en Acuario, un proceso individual y colectivo de enorme trascendencia. 

Plutón, del pasado al presente, en Acuario.

La entrada de Plutón en Acuario es un tránsito especialmente relevante, ya que la última vez que estuvo en este signo es hace 250 años, durante el llamado “siglo de las luces”, movimiento intelectual conocido como La Ilustración. Este célebre periodo citado como la Edad Contemporánea, dio lugar a tres grandes revoluciones:

La Revolución Estadounidense, (1776).

La Revolución Francesa, (1789).

La Revolución Industrial en sus inicios, (1760 a 1830).

El efecto “llamada” prosiguió con la Revolución Haitiana, o las Guerras de Independencia Hispanoamericanas, ya entrado el Siglo XIX. Todas estas etapas provocaron un gran cambio político y social.

El nuevo tránsito de Plutón en Acuario, en primera vuelta, será del 23 de marzo al 10 de junio 2023. El 11 de junio retrogradará a Capricornio hasta el 20 de enero de 2024. El 21 de enero volverá a Acuario, donde pernoctará durante aproximadamente 20 años. Su trayectoria por los 3 decanatos de este signo nos ofrecerá información inédita para nuestra historia actual.

El estudio del movimiento de los astros nos permite comprender la interacción de las influencias astrológicas con los acontecimientos que vive la humanidad a través del tiempo. El análisis profundo del sistema planetario es análogo al sistema de nuestra psique, porque recordemos que los cuerpos celestes no son esas esferas que lucen en el firmamento y que nos envían sus influjos mediante vapores, sino que la relación arquetípica de la naturaleza externa está en concordancia con nuestra naturaleza interna, y es a lo que nos referimos cuando hablamos de tránsitos planetarios.

Nuestro arquetipo plutoniano está de estreno y vamos a estudiar las propuestas que nos hace mientras reside en la “estancia Acuario” de nuestra personalidad.

Plutón, naturaleza y mitología

Rainer Maria Rilke, exquisito poeta y novelista alemán, (1875-1926), expresó con dos frases lapidarias y magistrales lo que describe, a mi entender, la energía de Plutón:

“Quizás todos los dragones de nuestra vida sólo sean princesas que esperan vernos hermosos y valientes; quizás todo lo terrible sea en su ser más profundo algo desvalido que desea que lo ayudemos”.

“Si mis demonios han de dejarme, me temo que mis ángeles también levantarán el vuelo”. 

Plutón es el último más alejado de los planetas, en el límite de nuestro sistema solar, y desterrado incomprensiblemente por los astrónomos hace unas décadas por considerarlo como exoplaneta, pero, ¡cómo dudar de su influencia arquetípica!

La historia mitológica de Plutón es muy interesante. En el panteón griego, su nombre es Hades, -hijo de Kronos y Rhéa-, para la tradición romana, adopta el nombre de Plutón. Es hermano de Júpiter y Marte, entre una larga lista de dioses y mitos. Pero en el reparto de funciones le entregan, muy a su pesar, el Reino de las Tinieblas para velar por las almas en tránsito o desterradas; se le da entonces el sobrenombre de Príncipe de las Tinieblas, o Rey de los Infiernos.

Hades en la mitología griega es el exterminador cruel y despiadado; Plutón en la mitología romana ha cambiado su perfil y resulta mucho más constructivo.

Pero Plutón se siente solo ante la magnitud de la oscuridad y sale de su cubil utilizando un yelmo que lo hace invisible. En una de sus incursiones en el reino de los vivos, descubre a Kore, la diosa de la fecundidad, y la rapta para llevarla a las catacumbas. Kore es la Luz, la primavera, el florecimiento.

Kore, en su estancia en el inframundo cambia su nombre por el de Perséfone, que significa: la que ama la oscuridad. Es la adaptación propia de quien sabe que ha de poner luz a las tinieblas y mejor aliarse con ellas, de momento, que combatirlas en su terreno.

Pero este acto no queda sin escarmiento. Deméter, la diosa de la fertilidad, clama venganza por el rapto y lanza una maldición: habrá 7 años de penurias, 7 años de restricciones en los que la tierra dejará de producir.

Zeus-Júpiter interviene entonces para aplacar a Deméter, otorgando a Perséfone la posibilidad de alternar 6 meses de coexistencia con Plutón y 6 meses emergiendo a la luz, al exterior. Deméter levanta entonces su castigo y la tierra vuelve a ser fértil.

Así vemos que un tránsito de Plutón siempre viene acompañado de grandes movimientos, en ocasiones de penurias, pero también del florecimiento de nuevas oportunidades. En Plutón coexisten dos fuerzas básicas que deben dejar de oponerse a sí mismas para unificar sus tendencias: la oscuridad y la luz; el derrumbe y la reconstrucción.

Si analizamos a fondo este relato y su simbolismo, vemos que, primero existe un impulso invisible debajo de la capa superficial de la personalidad, -cuando Plutón se pone el yelmo y se mete en nuestros abismos internos, en la infraconciencia, en el subconsciente e inconsciente, atrayendo múltiples situaciones ocultas que se depositan en las profundidades de la psique, y que irán cobrando protagonismo a medida que la evolución lo requiera, o cuando haya que asumir nuevos retos, crecer, aprender, madurar.

El rapto de Kore simboliza la necesidad de esta parte plutoniana de la conciencia que busca desesperadamente la luz, y Kore se presta a esa esperanza de una vida mejor, y lo hace desde esa comprensión, se convierte en Perséfone; asume el dolor de Plutón, -no es agradable remover solo los cimientos de las estructuras; provocar sufrimiento, meter el dedo en la llaga para ver si se ha curado o no-.

Pero desde la superficie, todo se ve diferente; Deméter, símbolo del poder material, del deseo de dominar los elementos, clama venganza; es intolerable, como cuando la vida nos juega una mala pasada y no entendemos el trasfondo de la historia. No asume que Perséfone va a gestar, desde las profundidades de la psique, un renacimiento, va a escarbar para sacar lo mejor de la personalidad, (en la profundidad de la tierra encontramos el oro, las piedras preciosas), y solo expresa la rabia, la decepción, la desesperación, hasta que la fuerza de Júpiter, (arquetipo que atrae la felicidad, la abundancia), logra el pacto para que la alternancia traiga de nuevo la fecundidad.

Encontramos a Plutón al acecho detrás de los grandes cambios, profundos, existenciales, que buscan revertir situaciones o expresiones de nuestra personalidad; detrás de los movimientos sísmicos de la naturaleza externa e interna; detrás de las experiencias que remueven nuestros cimientos, separaciones, patologías, roturas de contratos, etc...

Pero Plutón es muy lento, nos da indicios de que algo debe cambiar, nos da tiempo para aplicar nuevas directrices, -puede estar en un signo de 15 a 30 años-, pero es implacable cuando urge la necesidad de que estos cambios sean reales.

Plutón nos propone explorar diferentes dimensiones del ser, diversas facetas de nuestro temperamento, entre lo instintivo y lo trascendente, entre el equilibrio del ego inferior y el superior, lo masculino y lo femenino. Es el arquetipo que rescata todo lo que poseemos de valor, pero en su énfasis arremete contra todo lo que supone un obstáculo a su deseo de renovación. Es lento en su trayecto, devastador, pero nos “obliga” a repasar, a revisar, a reestructurar todo lo que tenemos entre manos en una definitiva regeneración física, emocional, mental y espiritual.

El tránsito de Plutón en Acuario promete ser apasionante y seguiremos reflexionando sobre ello en próximas entregas.

 

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