"Todo lo que te llevas es lo que has
compartido."
Esto está escrito en la pared de la compañía de empréstitos de George Bailey en la película: “¡Qué bello es vivir!”. Ese es un sentimiento hermoso que se aplica a todo lo que el Creador nos ha otorgado misericordiosamente en esta vida. La belleza de una bendición no es tenerla, sino que podamos compartirla con los demás, enriqueciendo de ese modo la vida de aquellos que apreciamos y haciendo del mundo un mejor lugar gracias a ello.
En la porción de Qui Tisá de esta
semana, Dios le dice a Moshé que mientras cuente a los israelitas, debe
indicarles que den medio shékel. Luego se le pide a Moshé que use el dinero
para la Tienda de Reunión, convirtiéndola en un monumento al Creador por los
israelitas. Al hacerlo, Dios le dice a Moshé que ese medio shékel es santo.
No siempre asociamos el dinero con
la santidad. Sin embargo, aquí el Creador le dice a Moshé que el shékel en
efecto es santo cuando lo usamos como vehículo para el bienestar de la gente.
Por supuesto, no nos referimos a la moneda ni al papel, o al dólar con respecto
al shékel. Más bien se explica que el dinero es energía, un aspecto de la Luz y
que podemos dirigir su uso según nuestro libre albedrío.
"Cada uno de nosotros tiene una chispa
divina; por consecuencia, también tenemos dones divinos."
Cada uno de nosotros es bendecido
con dones. Algunos, ciertamente, tienen el don de la riqueza, pero otros puede
que tengan el don de la sabiduría, la música o el liderazgo. Algunos son
creativos, tienen la habilidad de escribir grandes novelas o componer preciosos
sonetos, mientras que otros son brillantes matemáticos o genios innovadores.
Del mismo modo que cada uno de nosotros tiene una chispa divina, también
recibimos dones divinos.
Qui Tisá es la llave que abre el baúl que contiene el tesoro de plenitud,
una fórmula secreta con la que podemos hacer que todo sea santo en nuestra
vida. Esta porción viene a enseñarnos que lo único que debemos hacer para estar
satisfechos con una bendición, lo único necesario para hacerla santa, es
encontrar una manera de compartirla con los demás.
Esta semana es un momento
maravilloso para encontrar nuevas maneras de impartir al mundo los dones que
Dios te dio. Te sugiero que tomes una hoja de papel y la dividas en dos
columnas. En la izquierda, haz una lista de todas las cosas con las que has
sido bendecido, en la derecha piensa en una manera de compartir cada bendición
con alguien más. ¿Usamos nuestro hogar solo como un techo bajo el cual vivimos
nosotros solamente o lo abrimos a los demás, creando una atmósfera cálida y
acogedora en la que nuestros amigos también pueden encontrar refugio, compartir
y desarrollarse? ¿Silenciamos nuestra voz creativa y guardamos nuestro talento
solo para nosotros o encontramos una manera de publicar nuestra música en redes
sociales, actuamos en obras de teatro locales o escribimos nuestro primer
cuento como una manera de alegrar a los demás? ¿Guardamos nuestra
espiritualidad solo para nosotros o compartimos sabiduría con quienes desean
aprender? ¿Mantenemos el puño cerrado mientras decimos: “¡Lo mío es mío y de
nadie más!” o abrimos las manos y sentimos una fracción de lo que debe sentirse
ser la Luz al ofrecer nuestra beneficencia a alguien más?
Si podemos tomar lo bueno que
tenemos y compartirlo con otro ser humano, lo convertimos en algo santo.
¿Acaso no es una hermosa verdad que
por cada acto de compartir que realizamos el mundo se vuelve mucho más santo?
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