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25 de diciembre de 2023

La Rareza de Hablar: ¿Alguna Vez Realmente Podemos Decir la Verdad?

José Stevens

(Advertencia: Este es un artículo raro; disfrútenlo)

Al estudiar los escritos de grandes maestros espirituales de diversas tradiciones y antecedentes culturales, incluyendo mi propia comunicación esencial con el Espíritu, he llegado a apreciar los detalles de las palabras y el lenguaje usado para transmitir con precisión las verdades más altas. Hindúes, budistas tibetanos, budistas zen, taoístas, Sufíes, Cabalistas, Místicos Cristianos, grandes chamanes, curanderos y curanderas nativos americanos, y médiums metafísicos, todos comunican claramente las mismas comprensiones fundacionales de la espiritualidad, sin embargo también suelen decir cosas muy diferentes sobre ellas. 

Por ejemplo, los hinduistas y los budistas tibetanos suelen decir que nadie puede progresar espiritualmente sin un gurú, pero algunas tradiciones no mencionan semejantes cosas en absoluto, e incluso sugieren que debe dejarse atrás a los gurúes.  Algunos dicen que volverse vegano es el único camino posible hacia adelante, y que comer carne baja las vibraciones, en tanto otros dicen que no importa, porque la comida solo es parte de la ilusión del ego. Algunas tradiciones sugieren que la forma física es totalmente una ilusión, y que uno debe excluir identificación con ella con objeto de volverse iluminado, en tanto otros sugieren que es su existencia misma lo que hace posible el progreso espiritual. Podríamos seguir y seguir, pero espero que captes la idea de que hay muchas contradicciones aparentes entre las diversas tradiciones. ¿Muy confuso, o no? Ciertamente la cultura y la tradición tienen un papel importante en cómo se sostienen estas diferencias de opinión. India, por supuesto, tiene una larga historia de gurúes y discípulos, pero en otras partes del mundo no mucho, o tal vez nada. ¿Qué haremos con todas estas diferencias y qué es lo que importa sobre todo? 

Al final del día, me parece que hay maneras más simples de mirar estos enigmas; ciertamente más simples que pelearse por ellos.  En primer lugar, en el plano físico parece que todo es una lección, todo es una oportunidad de aprender algo.  Muchos científicos ahora concuerdan que es altamente probable que el universo manifiesto sea una experiencia de realidad virtual altamente sofisticada. Si eso es así, ¿a quién le importa si es real o no? Parece ser valiosa y significativa para nosotros si eso es lo que creemos. Si pensamos que todo es una vasija sin significado, pues, entonces eso se vuelve temporalmente verdadero para nosotros, hasta que lo vemos de alguna otra manera. Es como nosotros lo vemos. Por lo que he observado, esta es realmente una de las lecciones de esta experiencia que tenemos como humanos.  Ramana Maharshi, un gran maestro espiritual hindú, solía contradecirse cuando daba diferentes conferencias a estudiantes de distintos niveles.  Cuando ellos comparaban sus apuntes, había mucha confusión. Para algunos estudiantes, él decía que realmente no existe ningún objeto individual, pero para otros implicaba que la existencia física es real. Le decía a la gente que necesitaban un gurú, pero luego decía que la presencia física de un gurú era innecesaria. Podríamos resumir su abordaje de la enseñanza como “Gestos diferentes para personas diferentes” 

Los maestros iluminados y autorrealizados parecen concordar en que no hay un yo real separado después de todo; no hay realidad en nuestra narrativa, nuestro rótulo, nuestra identidad como hombre o mujer, tipo racial, edad o herencia cultural. Regularmente ellos sugieren que estas identificaciones son una ilusión verdaderamente ficticia del yo egoico, algo que se formó cuando, como raza humana, comenzamos a negar al Espíritu o Dios y elegimos en cambio creer que habíamos evolucionado de una sopa química local para convertirnos en cuerpos independientes en un universo caótico y azaroso. Esta creencia en el azar de yoes separados incluye la noción de que la consciencia es un artefacto de la actividad cerebral. 

Los maestros dicen que la creencia en el yo separado es el único problema que tendremos, hasta que nos rindamos y aceptemos que somos uno con Todo lo que Es. De modo que lo que están diciendo es que en realidad no hay un yo personal con mi cuerpo, mi coche, mi nombre, mi cuenta bancaria y demás. Dicen que estas son solo un conglomerado de ideas, sensaciones, percepciones y sentimientos que estamos interpretando como un yo separado, que necesitamos soltar esas ideas para descubrir lo que realmente somos, puro ser. También dicen que la inexactitud de nuestra elección de palabras sigue contribuyendo a nuestras ideas equivocadas sobre lo que es verdadero.

El problema parece exacerbarse cuando usamos las palabras “yo” y “mío”.  Cada vez que decimos “yo” y “mío” estamos contribuyendo a una creencia de que somos seres separados y eso es una negación de lo que somos, expresiones de todo lo que es.  Por otro lado, podemos decir “Yo” y estamos bien en tanto lo digamos con la Y mayúscula, como Todo lo que Es. Hay muchas maneras de meternos en líos por solo tratar de hablar. Decir “yo soy” es totalmente verdadero. Decir “yo estoy harto de tu charla” no es la misma Y mayúscula, de modo que no es realmente verdadero porque realmente no hay un yo pequeño que esté harto. Allí es donde nos equivocamos. Es un ser simulado el que se siente así. El Espíritu nunca diría  eso, y somos espíritu. Entonces, ¿cómo expresarnos auténticamente? 

Si decimos “te amo bebé”, probablemente nos referimos al yo pequeño ficticio que quiere tener sexo. Cuando decimos “Yo te amo”, esto es torpe porque es verdad que “Yo” es el único origen real del amor en el universo, pero realmente no hay un tú separado para amar. “Yo” eternamente ama a todo lo que es, de modo que lo más exacto para decir es “Yo amo todo lo que es”. Esto sería lo correcto, pero una cosa muy rara para decirle a alguien y muy probablemente no te conducirá a tener sexo. Por eso los antiguos taoístas eligieron no hablar en absoluto, porque cada vez que abrían la boca se daban cuenta de que no estaban siendo exactos, y al ser realmente exactos aparecía la rareza.

En lugar de que todos estemos iluminados pero seamos incapaces de decir algo exacto, tal vez necesitamos transigir y hablar lo mejor que podamos, aun cuando sabemos lo que queremos decir cuando decimos “Yo te amo”- Esto sería la forma breve de decir “Sé que no hay un tú o un yo separados, sin embargo el amor del Espíritu fluye a través de esta expresión de Dios que parece estar hablando a todo el resto de Dios que incluye a Dios expresándose por medio de lo que parece ser tú.” Qué lío.  Eso también sería insano. Solo hablemos normalmente y sepamos qué queremos decir. Créase o no, ese día está llegando y no falta tanto. ¡Epa! No hay tiempo; entonces ¿cómo podría estar llegando?  Ya está aquí, solo que no lo hemos notado. ¿Cómo podríamos notar algo tan monumental, como saber que todo es del Espíritu, de Dios, de Todo lo que Es? 

Si fuéramos antiguos taoístas, la respuesta a esta pregunta sería – lo adivinaste – el silencio. Eso estaría bien y sería profundo, pero también terminaría nuestra diversión con nosotros mismos. Necesitamos reírnos de nosotros, y a menudo. Entonces tenemos que ser capaces de hablar uno con otro normalmente como seres humanos, al costo de ser totalmente inexactos con cada palabra que decimos. De hecho, si llegáramos a que todos estuvieran en silencio, este juego estaría terminado. ¡Puf! No más encarnaciones para nadie.  Supongo que ese día llegará, pero yo todavía disfruto de la conversación, por inexacta que sea. ¿Qué pasaría si no pudiera decir “Quiero un agua mineral fría, me refrescará?”? Falsedad horriblemente inexacta que me hace creer algo falso, pero qué importa. No estoy dispuesto a abandonar todos mis pequeños placeres todavía. De modo que la mejor opción antes que quedar en silencio, es que pueda soltar una risita cuando digo “Quiero una bebida fría” porque, aun cuando sé que el pequeño yo es ficticio, voy a disfrutar esa pequeña ficción ahora mismo.  Esa es la cuestión por ser humano, ser humano, sea una realidad virtual o no, y disfrutarlo, ¿no es así? 

Realmente prefiero las enseñanzas encarnadas que consideran que aquí en la Tierra, en esta realidad, somos físicos, en cuerpos que tienen necesidades especiales. También hay muchas enseñanzas que implican que ser físico es algo de baja vibración y necesita ser desterrado. Lo que implica es que de algún modo es un error, una terrible equivocación, un pecado, y necesitamos negar la carne, incluso negar el más leve reconocimiento de que realmente existe. Para mi mente, eso es un error en sí mismo. Empieza a sonar como un dogma de iglesia y enseñanzas a las que preferiría no volver. Incluso si la vida física es una experiencia de realidad virtual, con lo que estoy de acuerdo, igual es una experiencia bonificada. Nuestra experiencia como humanos puede estar en nuestras mentes, pero aún es una experiencia y no un accidente, no es simplemente una revuelta contra Dios, y por cierto no es irreal.  Después de todo, el Espíritu, por definición es eterno e infinito, sin excepciones. Eso significa que esta experiencia que tenemos como humanos en lo que llamamos cuerpos no es una excepción tampoco.  Estos pueden ser ficticios, cuerpos imaginarios, pero eso no significa que la experiencia sea inválida. Eso sería como leer una gran novela y al terminarla decir que ese libro fue inválido. La ficción no es lo mismo que invalidez. La ficción tiene un lugar, existe, es arte. ¿Todo el arte es inválido?  Difícilmente. 

Si me siento a jugar al ajedrez, el tablero y todas las piezas son bastante reales, bien estructuradas, organizadas por medio de reglas que permiten jugar un juego maravilloso. ¿Es de algún modo ilegítimo? ¿Inválido? Ser humano puede resultar solo una película en algo más grande, pero suele ser una buena película y puedo encontrar placer en ella. Jugar ajedrez brinda un desafío, un intercambio disfrutable, una oportunidad para aprender a jugar con más maestría, y puede ampliar mi visión, al ver que las reglas del ajedrez son muy parecidas a las reglas de la vida. Al final del juego, se vacía el tablero, se guarda, me voy a hacer otra cosa, no ha habido ningún daño, y sin embargo valió la pena. Después del juego, es solo un recuerdo. ¿Fuel el juego real? ¿Hemos jugado realmente? Tal vez no. ¿A quién le importa? 

En definitiva, todo lo que importa es solo “ser” mientras tal vez se hace algo que puede ser ficticio, como leer un buen libro. El ser de eso no se puede medir, no se puede probar, pero es la puerta a la libertad. A los antiguos les gustaba decir “Sé como eres”. ¿De qué otro modo podríamos ser? Ser es el portal, la puerta a una gran verdad sobre quién y qué somos. También se ha dicho que Dios no puede encontrarse en ningún lugar sino en este momento, el eterno momento del ahora. Dios, Todo lo que Es, el Espíritu, no puede encontrarse en algún futuro o pasado, porque no hay futuro ni pasado ni allá ni aquí. Todo está aquí aun cuando nuestros ojos 3D y nuestro cerebro lo hacen parecer tridimensional para que podamos tener la experiencia de navegación local. Hum. Las cosas que damos por hechas resultan ser ficticias.  Eso está bien en tanto usemos bien estas herramientas temporarias. Puedo volar a Londres o a Tokio y tener la plena experiencia del viaje por mis sentidos corporales en tanto me dé cuenta de que no he ido a ningún lugar de verdad. El paisaje a mi alrededor sigue cambiando pero yo, la presencia, la consciencia, está siempre aquí fuera del tiempo y el espacio. Al final, despertar no es rechazar nada sino incluirlo todo. Yo soy Espíritu, soy humano por ahora, tengo derecho a disfrutar de ser humano, tengo una contribución por hacer, como humano conciente. Esa contribución es ver y experimentar  el Espíritu en todo y así, alquímicamente, transformar todo de vuelta a su verdadera naturaleza. Eso es todo. Bastante simple. Tal vez tan simple que es fácil olvidar y aún más difícil es hablar de eso. ¡Ja, ja! 

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Traducción: M. Cristina Cáffaro

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