Por Parvati Kumar
Aquellos que no pueden amar no pueden curar. El amor es la base de la curación. El amor es el bien que domina. El amor del que hablamos en la curación es la energía que fluye desde el alma a través de la voluntad, el conocimiento y la actividad puros. Este amor perdona el odio, e incluso lo neutraliza. Solamente el que experimenta el amor del alma puede ser un verdadero curador.
Un verdadero curador sabe que no debe odiar. El odio
controla y propaga la enfermedad. El amor fluye para neutralizarla. El amor de
Cristo neutralizó el odio. Esta es la clave de Sus actos milagrosos de
curación. Cristo conquistó todo odio y permaneció como un símbolo del amor divino.
Esto fue posible para todos los maestros que también fueron curadores. Así
ocurrió con Pitágoras. Los iniciados de todos los tiempos demostraron la
curación espiritual, que es un acto de transmisión del amor del alma El poder
de ese amor domina el poder del odio y los celos.
El amor y el odio son los dos polos del hombre mundano.
Hay cosas, lugares y personas que ama y que odia. Esta es la naturaleza dual
del hombre. Para ser un curador uno necesita vencer esta dualidad. Mientras el
curador viva dentro de la órbita de la dualidad, estará incapacitado para
transmitir ese amor puro del alma. El alma del hombre está más allá de la
dualidad de la vida. Tiene que conocerse a sí mismo como el alma que funciona a
través de la tríada de la voluntad, el conocimiento y la actividad.
También tiene necesidad de ver a esa alma en todas las
formas que lo rodean, ya que todas las formas están compuestas del alma y su
tríada. Incluso se descubrió que el átomo
tiene un polo negativo (electrón), un polo positivo
(protón), y un polo neutro (neutrón). Esta actividad triangular del átomo tiene
su centro (núcleo), que es el centro del alma. Así, del átomo al hombre, desde
la hormiga a Abraham, todos son almas con una actividad triangular. Cuanto más
permanezca uno en esta energía del alma, la triada que lo rodea lo ayudará a
curar.
El curador haría bien en meditar sobre el símbolo
siguiente para invocar la energía del alma (la energía del amor).
Así es como al sanador se le ha dado como mandamiento invocar al alma, escuchar al alma y funcionar como alma. A menos que aprenda a hacerlo, no podrá estar más allá de la dualidad.
A no ser que permanezca más allá de la dualidad del bien
y el mal, no podrá curar. La curación es esencialmente la transmisión de la
energía del alma por medio de las manos, la personalidad y el corazón. El otro
nombre de la energía del alma es la energía del amor.
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