Llega la primavera con su promesa eterna de vida abundante. Aprovechemos su energía y busquemos en nuestro mundo interno esa vida abundante que nos revela el verdadero significado de estar aquí, en este planeta.
El problema existencial se presenta cuando las cosas y los sucesos pierden significado. “Si no le encuentro significado a la vida, me suicido”. Siempre he creído que el suicida piensa así. ¿Será por eso por lo que ante la falta de significado que aqueja nuestra civilización materialista nos estamos suicidando colectivamente? Recuperar el sentido de la vida es una tarea impostergable. Hay que sumergirnos en el ser, en la existencia misma y no en el tener.
Todo el arte que tiempo atrás estaba inspirado en lo divino,
ahora lo inspira el dinero. De grandes construcciones dedicadas a Dios pasamos
a majestuosos Bancos y centros de comercio. La vida está llena de símbolos, la
vida nos habla, y nos da señales.
La nueva ciencia nos dice que todo es energía, que el Universo
se asemeja más a un pensamiento que a una máquina, que la vida de una partícula
está condicionada por la relación con otra, que no existen en el Universo
elementos aislados, que todo es relación – pero administramos la vida sin tener
en cuenta estos descubrimientos, por lo tanto, no nos afectan. Y entonces somos
testigos de cómo la economía mundial produce más bienes y más pobreza que
nunca. Y decimos que la vida es dura, árida y cruel; sí, porque
perdió su razón de ser. Una vida carente de significado no es vida, es la
muerte.
“Vivan más en el mundo de los
significados y menos en el mundo de las apariencias” pidió a sus discípulos el Maestro D.K. porque el mundo de los
significados es el mundo de las realidades, de lo eterno, de lo que tiene más
grado de verdad. Cada cosa que existe en el mundo tiene un significado. Nuestra
tan querida personalidad no es más que un símbolo del alma. Y el símbolo vale
por lo que representa. Cuando el símbolo pierde su significado pasa a ser una
figura carente de propósito, como nuestra vida “moderna” llena de
despropósitos.
Y cuando se pierde el propósito se pierde el rumbo. Y
entonces necesitamos más y más cosas para tapar nuestro errático modo de vida.
No podemos pedir, como Mafalda, que el planeta se detenga para bajarnos, pero
sí podemos descubrir el verdadero planeta, el de los significados, el de la
abundante vida. No hay que leerse todos los libros de sabiduría para responder
a las cuestiones básicas de la vida porque están grabadas en nuestro fuero
interno. Es cuestión de reflexionar, estar atentos, observar y silenciar un
poco los ruidos que produce el deseo de tener para escuchar la dulce y clara
voz del alma que es nuestra conciencia inmortal.
Este mundo tan concreto no es sino un reflejo, una sombra del
verdadero. Cuando en nuestro interior unamos el cielo y la tierra y veamos lo
divino en lo cotidiano, cuando cada milagro de la naturaleza nos asombre,
cuando entendamos que estamos aquí por amor y nuestra tarea es llenar, con la
luz del alma humana la vida en la Tierra, entonces tendremos la nueva
civilización que todos queremos.
Y a modo de despedida quiero volver a citar al Maestro
D.K. “¿Puedo exhortarles a que vivan más continuamente en el mundo de
significados y menos en el mundo de las apariencias? Es un mundo más real y
menos ilusorio. Cuando la comprensión se haya desarrollado, cuando los hombres
hayan aprendido a ver debajo de la superficie y cultivado la verdadera visión,
entonces afluirán constantemente las cualidades del alma en todas las formas y
el poder de la naturaleza forma será relegado a segundo término. La Humanidad
tendrá el privilegio de ser quien revele este mundo de significados, y todos
los verdaderos estudiantes deberían ser precursores en este campo.”
La vida es como un río caudaloso. No podemos desviarlo, pero
podemos dejar de ser espectadores, lanzarnos al agua y vivir.
Con amor, Carmen
Santiago
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