La compasión por los otros puede surgir de enfrentar el propio sufrimiento, las propias imperfecciones. A partir de ese reconocimiento puede producirse una profunda aceptación de los demás y la correspondiente empatía. No solo tienen una oportunidad para profundizar la
percepción mediante la permanencia con la verdad del sufrimiento, sino la oportunidad de profundizar la compasión. Su sensación de separación puede disolverse. Menos ocupados con ustedes mismos, pueden abrirse más al sufrimiento de los demás. Liberar la mente puede llevarles a sentir más compasión por los demás. La libertad suprema significa dejar que sus patrones habituales se vayan por completo; ese es un nivel de libertad que, por supuesto, solo tiene lugar con una práctica espiritual continua. Ese camino, finalmente, lleva a liberarlos del condicionamiento y, consecuentemente, a no caer nuevamente en esos hábitos mecánicos.Las escrituras budistas se refieren a la “liberación” como a
la libertad tanto de los miedos como de las expectativas, más allá del rechazo
de las cosas de la vida y también más allá del anhelo que estas despiertan. Esa
libertad de las preocupaciones interiores les permite ser más conscientes de
los demás, más atentos para incluso las necesidades sutiles del momento. Una
vez que están libres de la compulsión de los esquemas mentales: sus mecanismos
de defensa, de seguridad y de protección del yo, están más disponibles a las
necesidades de los demás. Quedan libres para estar atentos y disponibles,
generosos y amables. Esa es la razón por la cual las enseñanzas budistas dicen
que, de la falta de egoísmo surge la genuina compasión. Surge así una sensación
de interconexión y un deseo profundo para que todos experimentemos esa
libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario