Regalos de la luz - Re-flexiones
Tú eres un producto del karma de tu alma. Las
disposiciones, las capacidades y las actitudes con las que has nacido sirven al
aprendizaje de tu alma. Cuando tu alma asimila las lecciones que debe aprender
para equilibrar su energía, aquellas características se vuelven innecesarias y
son sustituidas por otras. Así es como crecemos.
Por ejemplo, cuando comienzas a advertir que la ira no
conduce a ninguna parte, esa ira comienza a desaparecer y vas desplazándote,
orientándote de una manera más integrada y madura hacia tus experiencias. Lo
que en otro tiempo te encolerizaba, provoca ahora respuestas muy diferentes.
Hasta el momento mismo en que comienzas a ser
consciente de los efectos que provoca tu cólera, continúas siendo una persona
colérica. Si no has conseguido alcanzar este conocimiento en el momento en que
abandonas esta vida, tu alma continuará tratando de asimilar esa lección por
medio de experiencias que tienen lugar en otra vida. Se encarnará en otra
personalidad que participe de aspectos similares a los suyos. Aquello que no se
ha conseguido aprender en cada una de las diferentes vidas, se traslada con el
alma a otras vidas y, al tiempo que aparecen nuevas lecciones que el alma debe
aprender, también lo hacen nuevas obligaciones de Karma como resultado de las
respuestas de su personalidad a las situaciones que ha de hacer frente.
Pero también, todas las lecciones ya aprendidas
anteriormente por el alma las traslada consigo misma a otras vidas, y ésta es
la manera en que esa alma va evocando.
Tus disposiciones, capacidades y actitudes son reflejo
de tus intenciones. Si te encuentras lleno de ira, cólera, o temeroso, o estás
resentido, o eres vengativo, tu intención es la de mantener a la gente a
distancia. El espectro emocional humano puede descomponerse en dos elementos
básicos: amor y temor.
La cólera, el resentimiento, el deseo de hacer mal y
la venganza son expresiones de temor, como lo son también la culpabilidad, el
remordimiento, la confusión, la vergüenza y el dolor. Todas ellas constituyen
corrientes de energía de baja frecuencia. Y producen sentimientos de
agotamiento, debilidad, incapacidad para enfrentarse a algo y postración. La
corriente de frecuencia más alta, la corriente energética más elevada, es el
amor. Provoca optimismo, brillo, luminosidad y alegría.
Fuente: Escuela Claridad
Fuente: Escuela Claridad
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