¿Pueden nuestro propósito y sentido de vida aportar positivamente a nuestra autopercepción y autoconfianza?, ¿Qué relación hay entre autoestima y sentido de vida?, ¿Qué dicen de nosotros nuestros propósitos?
La autoestima es como un coautor oculto de nuestras acciones, discernimiento, actitudes y retos. Es poco sabido, pero el propósito que da sentido a nuestra vida tiene un papel importante en la autopercepción y valoración, y por supuesto, también a la inversa.
1. La autoestima en la batalla
La autoestima se cuela como coautora en acciones e interacciones
cotidianas. ¿A qué me refiero con esto?
Voy a poner un ejemplo, imagina que un día nos dicen que, por
emergencia universal, todos tenemos que ser héroes. Cada quien debe
confeccionarse un traje adecuado, encontrar y practicar sus súper poderes … y
luchar contra las fuerzas hostiles –intra e interplanetarias, e intra e
interpersonales– que obstruyen la paz.
Luchamos por nuestra paz y la paz universal. Pues bien, en las
batallas se está cien por ciento implicado y respondiendo a la realidad como se
presenta.
Por tanto, si no funcionan los movimientos y las estrategias que
estamos utilizando deberíamos intentar otras, e incluso nuevas perspectivas,
sin detenernos a recriminar y a cuestionar nuestro valor personal por aquello
que no funcionó.
Si nos caemos, nos levantamos rápidamente y no damos tiempo al
enrojecimiento de nuestras mejillas, ni a la vergüenza. Si tenemos que guardar
silencio para que no nos oigan cerca, mantenemos atención y vigilancia en lo
que ocurre en el presente, en lugar de usar ese tiempo para desaparecer en las
opiniones que surgen en el discurso mental sobre lo bien o mal que lo hemos
hecho. Y si no utilizamos nuestros súper poderes, perderemos oportunidades y
daremos más importancia a las rasgaduras del fenomenal traje de héroe que
llevamos puesto que a los pasos que podríamos dar.
Así, la coautoría de la autoestima en el campo de la vida
dictaminará unos cuantos términos que nos ayudarán –en mayor, menor o nula
medida– cuando tropezamos o percibamos amenazas, en los momentos en que no
obtengamos los resultados esperados, cuando la gente no nos trate como
queramos, e incluso cuando se nos abran oportunidades. Vale decir, en cada
momento en que debemos decidir entre lo que es bueno para nosotros y lo que
debemos rechazar.
2. La relación entre autoestima y sentido de la vida
Como se puede ver, la autoestima mediará nuestra percepción del
campo de batalla y de lo que allí transcurre. Influirá en nuestra actitud y
despliegue en él, en la constancia y el compromiso que desarrollemos, e incluso
afectará el interés que tengamos en la batalla y en su propósito.
Si la obsesión con nuestro autoconcepto, el autojuicio y valor
personal nos están robando energía mientras luchamos, iremos perdiendo el foco
y debilitándonos en el esfuerzo por aquello que buscamos conseguir.
El sentido y propósito también influyen en nuestra autoestima. Un
reciente estudio sobre sentido de la vida, autoestima y ansiedad frente a la
muerte 1 (IN) plantea que el primero cumple
cuatro importantes funciones, proporcionando:
objetivos vitales
valores y normas para la autoevaluación del comportamiento
una sensación de control sobre los acontecimientos de la vida, y
sentimientos de autoestima
La autoestima representa una valoración global de uno mismo y, por
lo tanto, está estrechamente asociada con estas funciones que acabo de
mencionar. La valoración que hacen las personas de sí mismas puede mejorarse
dando valor a la vida y la búsqueda continua de objetivos.
De acuerdo con esto, el sentido de la vida tiene un impacto
considerable y que no alcanzamos a apreciar; nos da la pauta para actuar y
evaluar nuestras acciones en el mundo.
3. Propósito: más que una meta
Como expone Nathaniel Branden en Los seis pilares de la
autoestima (1995, p. 126), «vivir sin
propósito es vivir a merced del azar –del acontecimiento fortuito, de la
llamada telefónica fortuita, del encuentro casual– porque no tenemos una norma
mediante la cual juzgar lo que vale la pena y no vale la pena hacer».
En cambio, «vivir con propósito es utilizar nuestras facultades
para la consecución de las metas que hemos elegido […] Lo que importa aquí
no es el grado de capacidad productiva de una persona sino la elección de ésta
de ejercer las capacidades que posea». (Branden, 1995, p. 126).
Esto me recuerda un mensaje del ven. Lama Rinchen tan inspirador,
que se ha hecho un lindo video ilustrado de esta enseñanza: Tu mejor intento.
Branden nos está diciendo entonces que tener propósito de
vida implica ser responsables de nosotros, lo que queramos lograr dependerá de
que nos pongamos en acción –un accionar muy consciente–. Y ello, no el
resultado propiamente tal, nos permite adquirir confianza, y en la capacidad de
desarrollar nuestro potencial.
Por otra parte, nuestro propósito refleja la visión que
tenemos de nosotros mismos. Como Branden señala, una de las maneras en que
se revela el concepto de uno mismo es el tipo de metas que nos fijamos. El
autor plantea, admitiendo que pudiera ser necesaria una interpretación
particular según cada contexto, que «si conocemos el tipo de metas que
eligen las personas, es mucho lo que podemos saber sobre su visión de sí mismos
y sobre lo que consideran posible y adecuado a ellos». (Branden, 1995, p. 126).
Llegado aquí, no puedo evitar referirme a bodhichitta, la
aspiración que adoptan los guerreros espirituales –los y las bodhisattvas– de alcanzar la iluminación, el
despertar, la perfección de la felicidad, para que todos los seres también la
alcancen. Bodhichitta no tiene límites, abarca todo el espacio, tiempo y
seres…
¿Te has planteado luchar contra las fuerzas hostiles intra e
interplanetarias, y/o intra e interpersonales, por tu paz y la paz universal?
4. El trasfondo del propósito
¿Te has propuesto desarrollar más perseverancia, por ejemplo, para
aprender un instrumento, para entrenar deporte, para meditar, etcétera?, ¿o
tener más paciencia para educar a tus hijos o estudiantes… para todo?, ¿o sacar
a flote tu potencial de cambio?, ¿o ser más amable contigo mismo y con los
demás?
Voy a retomar esta última pregunta –amabilidad– para
transmitir un mensaje que me parece importante y que coincide muy bien con la
forma en que la plantea Branden. Aquí hablamos de «una amabilidad que
no es cuestión de estado de ánimo o de conveniencia. Significa una amabilidad
como conducta básica. Está en ti en estado potencial, pero no aparece sin
consciencia y disciplina. […] De forma que la amabilidad se
convirtiese no solo en una inclinación sino en una meta consciente. Para
la autoestima la amabilidad congruente intencionada es una experiencia muy
diferente de la amabilidad impulsiva» (Branden, 1995, p. 134).
Esto aplica en general a lo que queramos desarrollar: habilidades,
actitudes y estados espirituales, como la bondad y la compasión. Es decir,
aquellos propósitos que dan sentido a nuestra vida implicarán metas a
conseguir, por ende, no podemos esperar que surjan inicialmente de manera
espontánea.
Y desarrollarlas, transformando “a propósito” algo en nosotros,
nos da poder, nos da una especial confianza que viene de la experiencia, pues
cuando hemos alcanzado maestría de esas habilidades, actitudes y estados
espirituales, podemos recuperarlos a voluntad.
5. Una breve invitación
Si te ha interesado la batalla por tu paz y la paz universal, o la
aspiración noble de los guerreros espirituales, te invito a conocer sobre el
bodhisattva, el héroe del camino budista majayana, un ser que encarna el amor
perfecto y está comprometido con la felicidad de todos los seres.
Un bodhisattva es un ejemplo intachable para quienes aspiran este
camino, de un guerrero noble que no carece de duda y pone todo en la batalla,
con un corazón que abraza al universo entero.
¿Qué te enorgullece, y cuándo sientes timidez o vergüenza?
¿Piensas que estás perdiendo alguna batalla; qué es lo que
realmente estás perdiendo allí?
¿Qué acciones realizas que responden a lo que aspiras y que da
sentido a tu vida?
¿Cómo te ves en relación a ti mismo y tus metas, desde la
perspectiva de la responsabilidad?
Pia Francisca Houston es psicóloga, terapeuta familiar y
psicoterapeuta en el área de la Oncología. También es tutora en Paramita y
coordinadora en Grupo Paramita Chile.
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