No sé si haber llegado en estos años tan turbulentos al mundo de la educación me hace ser demasiado sensible a determinadas situaciones que se dan en los centros educativos, pero me gustaría introducir esta entrada en el blog con algo que me dejó muy impresionada el segundo curso de pandemia.
Después de recibir la confidencia de una estudiante con carita angelical —que no se sentía formar parte de la clase, que no encajaba en el mundo—, una compañera docente que la conocía desde hacía más
tiempo me dijo muy preocupada que abriese de par en par la puerta de los lavabos donde se había metido la chica a limpiarse sus preciosos ojos negros llenos las lágrimas.Sabemos por la prensa que los centros educativos sufren un problema que, sin ser nuevo, empeoró con los confinamientos por COVID 19 y que ahora se están agudizando aún más. Lama Rinchen dice que es normal que los adolescentes no tengan mucho interés por la espiritualidad porque las luces del samsara resultan más atractivas en esta fase de la vida. Pero, ¿podrían algunos de ellos estar sintiendo que esas luces pierden brillo?, ¿se les podría ofrecer el Dharma como ayuda? Este artículo va sobre estas preguntas y algunas más.
1. ¿Qué son las autolesiones y por qué se producen?
Las autolesiones o autolisis han aumentado asombrosamente en
muchos países en los últimos años. Es una práctica que consiste en herirse
físicamente para autorregular el dolor emocional y no suele tener una finalidad
suicida. Se da en adolescentes entre los 11 y los 19 años, y más entre las
chicas que entre los chicos. A veces, se prolonga durante la juventud si no
encuentran otra forma de regulación y, en ocasiones, forma parte de un cuadro
de salud mental más agudo.
Suelen ser pellizcos, arañazos, golpes, quemaduras o cortes en las
piernas, abdomen o brazos… que los jóvenes ocultan porque sienten vergüenza.
Las cicatrices terminan siendo así una expresión gráfica íntima de su
sufrimiento y una muestra de la lucha que están librando contra ellos mismos.
El fenómeno no es nuevo y existe desde antes de la pandemia, pero ahora se ha
convertido en un problema de salud pública y, como tal, debería afrontarse.
a. Pero ¿por qué lo hacen?
La adolescencia es un periodo de la vida donde la socialización
entre iguales juega un papel fundamental para la construcción de la
personalidad, igual que la familia lo es en la etapa infantil. Tanto es así que
el compartir presencialmente en la escuela actúa como regulador de
desequilibrios.
La pandemia anuló bruscamente este recurso indispensable. Los confinamientos
fueron especialmente duros para los adolescentes, quizá fue el colectivo que
más los sufrió y que menos atención recibió.
A esto podemos añadirle ahora lo que ya se define como ecoansiedad,
el no saber qué va a pasar con el planeta en el que tienen que vivir debido al
calentamiento global y a la posibilidad de una peligrosa tercera guerra
mundial.
Cuando las emociones aflictivas se desatan en un adolescente y no
sabe cómo regular el dolor que le crean, prefiere buscar un dolor físico que le
dé alguna explicación a su sufrimiento o que le conduzca a un dolor mayor, pero
con un final previsible que le produzca alivio.
Son muchas más las causas y condiciones que se encuentran detrás
de este fenómeno. Según algunos estudios académicos varios componentes
interrelacionados suelen estar en el origen del problema:
la impulsividad
la baja autoestima
un estilo cognitivo negativo
un ánimo deprimido
una psicopatología alimentaria
conflictos familiares y
el acoso escolar o bullying
Hay autores que añaden la exigencia de ser perfectos, estar a la
altura de expectativas propias o impuestas, sea por el entorno familiar o por
unas redes sociales que les muestran mundos virtuales ideales. La presión de
compañeros que ya lo hacen también es importante, pues rindiéndose a ella
consiguen un sentido de pertenencia al grupo.
A veces, haber sufrido un trauma produce un fuerte adormecimiento
emocional. Ejerciendo la autolisis descubren un mecanismo que les permite
comprobar si siguen siendo capaces de sentir algo. Para ellos el dolor físico
es preferible al emocional, pues sienten alivio al saber de dónde viene ese
dolor y una sensación de bienestar cuando se detiene.
De esta manera, el adolescente termina viendo en la autolisis alas
en sus cicatrices, lo cual muchas veces le lleva a convertirla en una adicción
que, si la mezcla con otras dependencias, el problema se agudiza.
2. ¿Qué hacer en los centros educativos?
Los centros educativos pueden ser las manos que sostienen la
exploración del mundo del adolescente, espacios que le enseñen a regular
pensamientos y emociones. Pero, si no es así, pueden ser parte del
problema.
Diversos expertos consideran que las conductas autolíticas en
ciertos casos son preámbulo de ideaciones suicidas 1, 2. Y esto mismo sospechan algunos educadores
que trabajan angustiados por este problema en centros con demasiados alumnos
por clase.
a. Respetar los protocolos
Autoridades educativas urgidas por la falta de herramientas de los
docentes suelen hacer protocolos para la prevención del suicidio y las
conductas autolíticas en los centros educativos.
Allá donde este protocolo exista es recomendable seguirlo porque
el fenómeno es muy complejo y, a veces, está relacionado con problemas más
agudos de salud mental, por lo que es preferible derivar los casos a personal
especializado.
b. Aportar sentido a lo que enseñamos
Una educación basada más en educar las emociones y en desarrollar
competencias y destrezas que en pasar exámenes para obtener unas notas puede
dar mayor sentido a lo que enseñamos. Ofrecerles situaciones de
aprendizaje —que aporten nuevas formas de manejar los problemas— y
distintos caminos para regular las emociones abrumadoras puede generar en ellos
razones importantes para interesarse por el mundo.
c. Ofrecer ayuda
Hablar de autolisis con un adolescente no va a empeorar su caso,
es más, le va a permitir utilizar una vía de expresión o liberación diferente a
la autolesión. Debemos decirle que cuenta con nuestro apoyo y que hablar con un
especialista puede ayudarle. El aula puede convertirse en un espacio de apego
sano donde se cree un ambiente de comprensión y afecto que le sostenga.
3. ¿Qué puede ofrecer el Dharma a los adolescentes que se
autolesionan?
El Dharma enseña otro camino para gestionar pensamientos y
emociones. A los estudiantes de Dharma se nos ofrece un mapa que nos da
respuesta a cómo se genera el sufrimiento y cómo detenerlo, tenemos esa inmensa bendición, lo cual no significa que
transitar por ese camino sea sencillo, todo lo contrario.
Pero ¿sabemos qué parte del Dharma sería útil a los jóvenes en
esta etapa de su vida?, ¿se autolesionan los que están siendo educados en la
cultura tibetana?
a. La meditación
Parar la mente discursiva que nos lleva al pasado o al futuro y
que genera esas emociones aflictivas es algo que podemos manejar de alguna
manera con la meditación. Pero ¿está la meditación indicada en todos los casos?
En muchos casos, sí… y se pueden introducir unos minutos antes de
empezar o al terminar una clase, normalmente los alumnos se muestran receptivos
a ello y cada vez más educadores lo practicamos. Pero hay que actuar con
cautela en este sentido.
Existen estudios científicos en el ámbito anglosajón que indican que el
mindfulness es aconsejable para solucionar este problema. Sin embargo, este
tipo de meditación ha de ser una herramienta dentro de un protocolo de
intervención clínica más amplio, por lo que se deduce que esta práctica, por sí
sola, puede no ser beneficiosa e incluso perjudicial cuando la autolisis ya se
ha convertido en un hábito 3, 4 (IN).
b. Rescatar el sentido de trascendencia
En El arte de vivir en el nuevo milenio, S. S. el Dalái Lama nos presenta una conducta
ética positiva basada en principios universales que no tienen por qué
circunscribirse a una religión concreta. Es desde ahí desde donde podríamos
rescatar un sentido de trascendencia que ofreciera un marco de seguridad y
entusiasmo para la buena gestión de las emociones aflictivas.
Las claves que Su Santidad apunta para que se produzca una
revolución espiritual que propicie esto serían:
el amor
la compasión
la paciencia
la tolerancia
el perdón
la contención
el sentido de la responsabilidad y
el sentido de la armonía
La felicidad pasajera que proporcionan las cosas materiales la
considera un error frente a la inmensa capacidad que tiene el ser humano para
experimentar la felicidad a niveles más profundos, y pone como ejemplo la
música y el arte que nos proporcionan una felicidad y una satisfacción
superiores. Su Santidad llama a una radical reorientación que
nos aleje de nuestras habituales preocupaciones por el propio yo y que nos
centre más en la amplia comunidad de seres con los que mantenemos una estrecha
relación.
En El
entusiasmo en el budismo tibetano —capítulo 6 del curso El
Camino de las Paramitas—, Lama Rinchen comenta
sobre este problema que algunos adolescentes detectan la futilidad del
consumismo y el materialismo, pero al no saber cómo salir adelante caen en la
depresión o el suicidio. Por eso llama a la concreción de medios hábiles para
mostrarles otro camino.
La creación de grupos o comunidades que disfruten y trabajen en y por el arte y
la naturaleza, la promoción del voluntariado para el trabajo social o
medioambiental… son algunas propuestas que Lama Rinchen piensa podrían crear
una red que les sostenga y ampare. ¿Podríamos impulsarlo, favorecerlo o
apoyarlo desde nuestros grupos Paramita, desde la sangha?
S. S. el Dalái Lama dice que un comportamiento que reconozca los intereses de
los demás junto con los nuestros es lo que realmente nos llevará a un estado de
paz y profunda felicidad, que no es más que una
reformulación de Shantideva: “Toda la dicha que hay en este mundo, toda,
proviene de desear que los demás sean felices; y todo el sufrimiento que hay en
este mundo, todo, proviene de desear ser feliz yo”.
Imágenes gracias a Roque
Jiménez
Otros recursos relacionados:
– El podcast Autolesiones en adolescentes en Paseo por tu
Mente, un programa de psicología y salud mental que
aporta información valiosa sobre el tema
– Un corto muy inspirador —A
force for Good (IN)— que formó parte del
lanzamiento del libro del mismo nombre de Daniel Goleman. Fue
traducido al español como “Una fuerza para el bien: La visión del Dalái Lama para nuestro
mundo” y explica cómo dirigir nuestra energía
compasiva hacia el exterior y proporcionar una visión singular para transformar
el mundo de manera práctica y positiva
– Un artículo de una compañera de la sangha sobre cómo actuar para prevenir el
problema: Beneficios de la práctica de mindfulness en niños y adolescentes
Si quieres compartir alguna respuesta a las preguntas planteadas,
por favor, hazlo.
Raquel Rodríguez Otero
En la actualidad, profesora interina de Geografía e
Historia. Ha sido profesional de la comunicación y emprendedora en
turismo rural muchos años.
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