Monica y Michael Berg. Escúchalo y subscríbete aquí.
La crianza de los hijos es una de las experiencias más desafiantes que
podemos enfrentar en la vida. Pero, como cualquier desafío, hay una increíble
oportunidad para la Luz, la sabiduría y el crecimiento espiritual. Concéntrate
en las lecciones que te enseña la crianza de tus hijos, acepta el cambio,
esfuérzate por ver a tus hijos tal y como son, apóyalos en su camino, sin ser
demasiado duro contigo mismo cuando cometas errores.
Ser padres es un trabajo muy satisfactorio (y a veces ingrato), pero también puede ser uno de los medios más poderosos para el crecimiento espiritual. Hay muchas lecciones de vida que podemos aprender de ser padres si dirigimos nuestra conciencia hacia el
crecimiento y la transformación. No solo ayudamos a formar a nuestros hijos, sino que también podemos formarnos a nosotros mismos en el proceso.He aquí cinco consejos
para una crianza transformadora:
1. Considera toda la
experiencia de la crianza como un proceso para que tú puedas crecer.
A veces pensamos que,
como adultos, deberíamos tener todas las respuestas. En realidad, nuestros
hijos pueden enseñarnos mucho sobre el mundo y sobre nosotros mismos.
Una parte importante de
nuestro trabajo espiritual es crecer y transformarnos en versiones más dadoras
y altruistas de nosotros mismos, cada día. Hay pocas labores en la vida que nos
obliguen a cambiar y compartir tanto como tener hijos. Nos desafían y nos
incomodan de maneras que pueden ser frustrantes, exigentes o dolorosas a veces,
pero también proporcionan poderosas oportunidades para que nos convirtamos en
las mejores versiones de nosotros mismos.
En los momentos
difíciles, ten presente que la experiencia te está convirtiendo en una mejor
persona, aunque no seas capaz de verlo en ese momento. Emociónate porque te muestren
partes de ti mismo que necesitan un cambio. Reconoce que tu alma está destinada
a cambiar de manera consciente e inconsciente, y tu vida con su hijo tiene el
propósito de transformarte.
2. Acepta las dinámicas
cambiantes a medida que tu hijo crece.
Justo cuando crees que
has aprendido a entender a tu hijo, algo en él cambia y la curva de aprendizaje
comienza de nuevo. A menudo, debido a que los niños dependen mucho de nosotros
en sus primeros años, cuando empiezan a necesitar independencia, la transición
puede ser difícil para los padres. La mayoría de las veces, nuestros problemas
como padres se deben a que intentamos controlar a nuestros hijos mientras ellos
intentan ser individuos y descubren quiénes son.
Al igual que cualquier
otra relación en nuestra vida, la crianza de los hijos implica que aceptemos el
cambio. Ya sean “los terribles dos años”, la angustia de la pubertad o la
transición a la edad adulta, nuestros hijos cambian con el tiempo y también
debe hacerlo nuestra relación con ellos. Para crear una relación que siempre
evolucione hacia lo positivo, el cambio debe formar parte del proceso. En lugar
de resistirte al cambio, acéptalo, incluso en los momentos difíciles.
3. Esfuérzate por
escuchar los deseos más profundos de tu hijo y verlo por lo que realmente es.
Con frecuencia oímos
las quejas de nuestros hijos —sus zapatos son demasiado pequeños, tienen sed,
quieren pasabocas—, pero en realidad no los escuchamos en lo más profundo. Esto
puede hacer que les impongamos nuestras propias ideas sobre quiénes son o
quiénes deberían ser.
Escuchar no significa
solo cuando hablan, sino también prestar atención a quiénes son, no por lo que
tú quieres que sean, sino por quiénes están destinados a ser.
Escuchar sus deseos no
significa que les demos todo lo que quieren todo el tiempo. Pero si nos
interesamos por todos los aspectos de nuestros hijos y dedicamos tiempo para
verlos, se sienten seguros y escuchados. Como resultado, se abren a lo que
tenemos para ofrecer de una manera más completa.
4. Sé consciente del
hecho de que tu hijo tiene su propia trayectoria de vida que tú no puedes
controlar.
Como padres, solemos
pensar que sabemos lo que es mejor para nuestros hijos. Queremos que estén
sanos, sean felices, tengan éxito y una vida de calidad, pero a veces esto se
convierte en un deseo de controlarlos. A menudo, consciente o
inconscientemente, pensamos que es nuestro trabajo moldearlos para que sean lo
que creemos que es mejor. Podríamos tener miedo a que tomen una mala decisión o
intentar salvarlos del fracaso.
La verdad es que
nuestros hijos no son de nuestra propiedad. Son almas únicas con un propósito
único y una vida única. Tenemos una participación en traerlos al mundo y
ayudarlos a crecer, pero lo que lleguen a ser no tiene nada que ver con lo que
nosotros queremos que sean. Podemos apoyarlos para que se conviertan en la
mejor versión de sí mismos sin obligarlos a seguir un camino determinado.
Esto también significa
que sus errores no son tus fracasos como padre. Separa tu ego del niño y sé
consciente de que tiene su propio camino y es su propia persona.
5. En lugar de intentar
ser un padre “perfecto”, concéntrate en ser “suficientemente bueno”.
Muchos padres se
presionan demasiado para ser perfectos y pueden ser bastante duros consigo
mismos cuando no logran cumplir con ese parámetro imposible. La verdad es que
un padre “perfecto” que siempre tiene una respuesta, que evita que sus hijos se
hagan daño y les proporciona todo lo que quieren no es realmente lo que los
niños necesitan para crecer. Incluso si fuésemos capaces de satisfacer todas
sus necesidades todo el tiempo sin ningún tipo de dolor o dificultad, en algún
momento, necesitan entrar en el mundo real, donde hay desafíos que afrontar y
obstáculos que superar. Protegerlos de las dificultades no los prepara para los
obstáculos de la vida.
El verdadero padre
“perfecto” es el que es “suficientemente bueno”. Se esfuerza al máximo, pero a
veces se equivoca. Se esfuerza por aprender de sus errores y no insistir en
ellos. Ninguno de nosotros puede ser perfecto, ni debe esforzarse por serlo. Sé
feliz siendo suficientemente bueno.
La crianza de los hijos
es una de las experiencias más desafiantes que podemos enfrentar en la vida.
Pero, como cualquier desafío, hay una increíble oportunidad para la Luz, la sabiduría
y el crecimiento espiritual. Concéntrate en las lecciones que te enseña la
crianza de tus hijos, acepta el cambio, esfuérzate por ver a tus hijos tal y
como son, apóyalos en su camino y no seas demasiado duro contigo mismo cuando
cometas errores.
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