Adaptado del pódcast de Sed Espiritual de Monica y Michael Berg.
Probablemente
hayas oído la vieja frase de los padres: “Haz lo que yo digo, no lo que yo
hago”. El problema con esta forma de pensar es que la mayoría de los niños no
aprenden simplemente con que se les diga lo que tienen que hacer. Estudios han
demostrado que los “mensajes no verbales” son mucho más memorables e
impactantes que cualquier cosa que les digamos a nuestros hijos. En otras
palabras: los niños aprenden mejor observando cómo se comportan sus mayores,
escuchando cómo se dirigen a los demás e imitando su forma de actuar.
Ser el ejemplo de comportamiento es una de las herramientas más eficientes para la crianza. La verdad es que los niños escuchan y
observan aun cuando no les apetece. Puede que no siempre obedezcan a sus padres, pero casi siempre los escuchan. Una de las duras verdades de la crianza de niños es que, para ser un ejemplo positivo, debemos vivir según los valores que queremos inculcar a nuestros hijos.He aquí tres
comportamientos positivos de los que eres ejemplo para tus hijos:
1. Cómo ser
bondadoso.
Solemos enseñarles a nuestros hijos la importancia de compartir y llevarse bien
con los demás, pero muchas veces no mostramos esos valores como adultos.
Podemos decirles a nuestros hijos que deben ser bondadosos, pero cuando nos ven
actuar de otro modo en nuestras interacciones cotidianas, las palabras no solo
no surten efecto, sino que nos pintan como hipócritas. Esto les enseña a los
niños que hay normas diferentes para niños y adultos. Para criar niños
bondadosos que se conviertan en adultos bondadosos, es importante que sean testigos
de que intentamos ser lo más bondadosos posible, saliendo de nuestro marco
personal para compartir con los demás.
¿Cuándo fue
la última vez que tus hijos te vieron ser bondadoso con alguien? Si no puedes
recordar situaciones en las que tus hijos te hayan visto compartir con otras
personas fuera de tu comodidad, es hora de reevaluar tus interacciones con los
demás. Practica este comportamiento en tu propia vida, y asegúrate de que tus
hijos te vean siendo bondadoso.
2. Cómo
tener aprecio.
Como padres, naturalmente queremos que nuestros hijos tengan más de lo que
tuvimos nosotros, pero también es importante inculcarles el aprecio por esos
regalos. Como adultos, es fácil perder de vista nuestras bendiciones y comenzar
a tomarlas por sentadas. Podríamos quejarnos de lo que tenemos o concentrarnos
en las cosas que nos faltan, al punto de pasar por alto las cosas más valiosas
de nuestra vida.
Cuando
nuestros hijos nos ven quejarnos constantemente o ser poco agradecidos, ese es
el comportamiento que aprenden. Dedica tiempo a reconocer tus bendiciones y a
mostrar aprecio por las personas más importantes de tu vida. Esas acciones
tienen un impacto mucho mayor en nuestros hijos que cualquier cosa que
intentemos decirles o enseñarles.
3. Cómo
manejar el estrés y los desafíos.
Puede ser fácil ignorar la importancia de manejar nuestros propios niveles de
estrés. Desde luego, hay muchos beneficios físicos y espirituales en manejar el
estrés, pero a veces no tenemos suficiente ímpetu para hacerlo por nosotros
mismos. Si no te sientes personalmente motivado para deshacerte de la
frustración, la ira o el resentimiento, ten presente que los niños nos observan
para ver cómo transitar estas emociones difíciles. Cuando nuestros hijos nos
ven derrumbarnos ante el estrés y las dificultades una y otra vez, eso es lo
que acaban aprendiendo.
No somos
personas perfectas y todos tenemos momentos en los que nos sentimos abrumados o
indefensos. Lo importante es que nuestros hijos nos vean esforzarnos por
superar nuestros desafíos. Incluso si no lo haces por ti, hazlo por ellos,
sabiendo que la forma en que afrontas los momentos positivos y los difíciles es
el modelo sobre el que empiezan a crear sus propias vidas y
personalidades.
Todo lo que
hacemos delante de nuestros hijos es observado y desarrollado por ellos. Una de
las razones por las que ser padres puede ser una experiencia tan transformadora
y espiritual para nosotros es porque nos impulsa a vivir según los valores que
queremos transmitir a nuestros hijos.
¿Cuáles son
los rasgos más importantes que esperas transmitir a tus hijos? Si la bondad, el
aprecio y la resiliencia son sus principales prioridades, asegúrate de
ejemplificar ese comportamiento. No te limites a hablarles a tus hijos de estos
valores: permite que te observen mientras los encarnas. Esto es clave para que
tanto tú como tus hijos experimenten la mejor vida posible.
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