El Zóhar enseña
que la porción de Ékev de esta semana trata mayormente sobre el concepto de
tikún espiritual, una palabra hebrea que se traduce como
"corrección". Los kabbalistas enseñan que cada uno de nosotros tiene
su tikún individual, una especie de karma de vidas pasadas, por así decirlo.
Llegamos a nuestra encarnación actual con determinado equipaje, errores que
cometimos en vidas pasadas, y nuestro trabajo es corregir esos errores en esta
vida. De hecho, está escrito que un individuo puede pasar su vida entera
meditando, sólo
pensando cosas positivas, pero al llegar a las puertas del
Cielo se le dirá que debe regresar al mundo físico porque, aunque haya vivido
sin hacer nada negativo, no completó el propósito por el cual vino a este
mundo. En la porción de esta semana aprendemos que depende de cada uno de
nosotros trabajar en nuestro tikún individual. Nadie puede hacerlo por
nosotros.
Esto me hizo
recordar una historia de algo que le ocurrió hace muchos años a uno de nuestros
maestros. Una vez hubo una estudiante de Kabbalah que estudiaba en secreto. No
quería que su padre se enterara de que lo hacía porque él creía que no era
apropiado que una mujer estudiara y, sólo al discutirlo, se enojaba. Una noche,
después de estudiar, le preguntó a su maestro si podía acompañarla a su casa ya
que había acabado de comprar un compendio del Zóhar y no tenía manera de
llevarlo a su casa. Por supuesto, el maestro aceptó. Montó el Zóhar en su auto
e iniciaron el viaje. Al llegar a la casa de la estudiante, el auto se recalentó.
El maestro, al darse cuenta de que necesitaba agua para el auto, salió del
vehículo e, inmediatamente, se encontró al padre de la estudiante parado justo
ahí. El maestro preguntó: "Señor, ¿me regalaría un poco de agua? Mi auto
está averiado". La respuesta del padre fue sobresaltarse y gritar, le
decía al maestro que se largara. El maestro insistió: "Pero Señor, ¿cómo
regresaré a mi casa? Necesito agua para el auto". Aun así, el padre de la
estudiante insistía en pedirle al maestro que se fuera inmediatamente.
El maestro,
consternado y decepcionado, fue a una tienda cercana y allí le dieron el agua
que necesitaba. Se dirigió a su auto y luego regresó a su casa. Al llegar,
recibió una llamada de la estudiante. Llorando, la estudiante le contó que su
padre había muerto.
En la vida se
nos dan muchas oportunidades para ayudar a los demás o dar una mano amiga; a
veces aprovechamos la situación y a veces no, pero no hay problema. No se
supone que seamos perfectos y no podemos esperar serlo. Sin embargo, lo que sí
podemos hacer es comenzar a reconocer
cada oportunidad para ayudar a alguien que lo necesita como el momento perfecto
para restaurar la Luz, completar un circuito de energía y trabajar en nuestro
tikún. Ya que nunca sabemos cuál de esas oportunidades será la última de esta
vida.
Esta semana,
busquemos las oportunidades en los momentos en los que nos necesitan para
ayudar, restaurar y completar. Cuando veamos que alguien necesita nuestra
ayuda, pongamos nuestras propias necesidades a un lado para ayudar a la otra
persona con las suyas. ¿Acaso no es esta la verdadera esencia de la
espiritualidad? Ayudar a otra persona con sus problemas, incluso cuando
nosotros también tengamos los nuestros.
Esta semana,
que ayudar a los demás sea tu verdadero norte.
Que tengas una
semana llena de bendiciones,
Karen
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