Nunca antes
habíamos tenido tanta información disponible. Sin embargo seguimos sin ver el
dolor del mundo o lo tomamos como si fuera ajeno a nuestra historia…
Existe una Ley Universal que dice que a toda
expansión le sigue una contracción. Como en la respiración, no podemos inhalar
si luego no exhalamos; como las olas del mar que vienen y van; como la sístole
y la diástole. Pero los banqueros de nuestros tiempos parece que viven en otro
universo y han desarrollado un sistema que depende del crecimiento sin límites
y para sostenerlo han inventado una serie de sistemas financieros que están
destinados al fracaso.
Este
crecimiento desmedido del uno por ciento más rico no tiene en cuenta el
sufrimiento humano. Las cifras mundiales son aterradoras, las conocemos y, sin
embargo, nos sorprendemos cuando recibimos su efecto en los diferentes actos
terroristas que han sacudido nuestro mundo. No queremos ver.
Cuando al ser
humano se le trata como bestia, se convierte en bestia.
Cuenta
Federico Mayor Zaragoza, que una de las mayores perplejidades que vivió como
director general de la Unesco fue escuchar a Ministros de Educación pedirle
como el requerimiento más urgente, tizas y pizarras, bolígrafos y
papel... No le pedían escuelas normales o equipos para la formación
profesional, no: le pedían papel y lápiz... Entonces pensó en aquel poema que
había escrito un día:
...¡Cuántos
pupitres, aulas, libros, libres podrían salir de estos fusiles!
Millares de
soldados y carros de hierro abrillantados
mientras
millones viven inclinados, de hinojos
suplicando
siguen
hasta que
tengamos el coraje de concluir la farsa
y, por fin,
alzarles.
Existe la
información necesaria para reconocer las causas que generan el efecto
“terrorista”, pero… no queremos ver.
Las
estrategias de dominación actual se están dando en el plano mental incluyendo
el manejo de la opinión pública como un recurso para lograr el objetivo
deseado. Entonces pienso que es desde la mente que tenemos que trabajar
para impulsar la nueva conciencia. El mundo no es dolor, pero hay dolor en el
mundo. Y no podemos vivir la Nueva Era hasta que la fraternidad se establezca
como forma de vida, de manera que hasta el más olvidado humano de la nación más
olvidada del mundo, cuente.
Hay que hacer
algo, cada uno desde su circunstancia y posibilidades. Y busco entre mis
posibilidades y veo que la herramienta más poderosa es la mente; que
la mejor técnica es la meditación invocadora y la energía más potente, la
Voluntad de Dios.
La invocación
consciente y activa por hombres y mujeres con firme voluntad al bien, asistidos
por la Jerarquía Espiritual, es uno de los recursos más poderosos y al que
podemos tener acceso. Podemos invocar la Voluntad de Dios y visualizarla como
un Diamante Flamígero que se posa sobre nuestras naciones impulsando en ellas
el Plan de Dios. Podemos imaginar que del Diamante salen siete grandes rayos de
luz cristalina que penetran en la nación, en cada una de sus organizaciones
marcándoles la nueva dirección.
Cuando escucho
las voces que se alzan en defensa de los más desvalidos y pienso en los grupos
que meditan, oran, invocan y trabajan para llenar de Luz y Amor el mundo mi
corazón se llena de esperanza. Estamos en los inicios de un nuevo paradigma de
fraternidad y solidaridad. El individuo separado comienza a verse como una
mentira, el sentido de la humanidad como un Todo comienza a emerger. La Era de
Acuario es una era de fraternidad, de conciencia de grupo, de colectividades,
de una sensible percepción humanitaria que nos lleva, de servirnos a nosotros
mismos, a servir a los demás.
¿Estaremos
viendo los estertores del viejo sistema? ¿Estaremos en esa zona en la que se
produce la máxima confrontación antes de la aparición de la nueva civilización,
de la verdadera cultura de paz?
Pensemos el
mundo que queremos, ese mundo luminoso, pacífico, lleno de belleza, sin
excluidos, donde la conducta humana sigue la dirección que la naturaleza
expresa en su eterna danza de darse y ofrecerse. Y hagámoslo como quien escribe
una nueva historia. Pensemos en los recursos y no en las dificultades.
Trabajemos intensamente invocando la “Ardiente Voluntad de Dios”.
Que una situación no tiene solución sólo lo piensan aquellos que se apoyan en la gente en vez de apoyarse en el poder del pensamiento.” Maestro Morya
Con el amor
del alma, Carmen Santiago
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