1.- Camino por la
calle. Hay un hoyo en la acera. Yo estoy distraído, estoy pensando sobre mí, y
caigo allí dentro. Me siento extraviado, infeliz, incapaz de pedir ayuda. No ha
sido mi culpa, sino de quien ha cavado aquel hoyo. Me rebelo, estoy desesperado,
soy una víctima de la irresponsabilidad de los otros, y quedo allí dentro por
mucho tiempo.
2.- Camino por la
calle. Hay un hoyo en la acera. Yo finjo no verlo, no es un problema mío. Caigo
de nuevo adentro. Habría tenido que aprender la lección y mandar a alguien a
cerrar aquel hoyo. Tardo mucho tiempo en salir de allí.
3.- Camino por la
calle. Hay un hoyo en la acera. Yo lo veo. Sé que está, porque ya me he caído
dos veces. Sin embargo, soy una persona acostumbrada a hacer siempre el mismo
recorrido. Por lo tanto, caigo allí dentro por una tercera vez: es la
costumbre.
4.- Camino por la
calle. Hay un hoyo en la acera. Lo evito... Enseguida después de haberlo
esquivado, siento a alguien que grita, debe de haberse caído dentro. Todo en la
calle se para, y yo no puedo continuar.
5.- Camino por la
calle. Hay un hoyo en la acera. Le coloco unas tablas. Puedo continuar mi
camino, pues ya nadie más caerá ahí dentro.
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