En la porción de Sheminí está escrito que después de la construcción física del
Tabernáculo, Moshé hizo su trabajo dentro de éste por siete días, luego, al
octavo día llamó a Aharón y le dijo que había sido elegido para realizar los
sacrificios.
"La Luz del Creador reposa sobre lo más bajo."
En una hermosa sección del Zóhar está escrito algo maravilloso. En el
tiempo del becerro de oro, cuando Moshé fue a la cima del monte Sinaí para
recibir la Luz de la Torá, Aharón se quedó abajo con los israelitas. Sabemos
que ellos tuvieron miedo de que Moshé no regresara y le dijeron a Aharón que
querían hacer el becerro de oro. Aharón pensó que, si les decía que no, lo
asesinarían; por eso les dijo que fueran a reunir oro con la esperanza de
retrasarlos. Pensó que les tomaría tanto tiempo que, para el momento en el que
regresaran, Moshé estaría de regreso. Sin embargo, como ya sabemos, eso no
ocurrió. Cuando regresaron con el oro, Aharón les pidió el oro y les dijo que
él comenzaría el proceso, con la esperanza, otra vez, de retrasarlos un poco
más para que Moshé tuviese suficiente tiempo para descender. Pero también
sabemos que eso no pasó.
En el Zóhar, cuando dice que Aharón tomó el oro en sus manos, Rav Shimón
bar Yojái comienza a llorar; cada vez que Rav Shimón llora en el Zóhar se trata
de un momento poderoso. Él habla de Aharón, dice que Aharón era un alma elevada
y que cuando sus manos tocaron el oro ellas le infundieron Luz al oro. Por lo
tanto, el becerro de oro no se habría manifestado si Aharón no hubiese sostenido
el oro con sus manos. Por ejemplo, si les hubiese dicho que pusieran el oro en
el piso, no habría recibido Luz ni se habría convertido en el becerro de oro.
Pero como Aharón sostuvo el oro en sus manos, Rav Shimón dice en llanto que
Aharón les permitió a los israelitas realizar el becerro de oro y que, cuando
este fue terminado, desapareció la Luz de Inmortalidad. El Zóhar nos dice que a
partir de ese momento, sin importar hacia donde mirara, Aharón veía un becerro
de oro; nunca pudo olvidarlo y siempre intentó purificarse y elevarse desde ese
suceso.
Llegó el octavo día, y Moshé se dirigió a su hermano Aharón y le dijo
que ahora era su trabajo continuar el proceso de llevar a toda la humanidad y
al mundo hacia una conexión directa con la Luz del Creador. No obstante, Aharón
observa el Tabernáculo y el altar, y solo ve el becerro de oro. Él dice:
"No puedo hacerlo sabiendo lo que he hecho". Pero Moshé le dice a
Aharón que no solo puede hacerlo, sino que el hecho de haber caído, el hecho de
haber tomado el oro en sus manos y, de algún modo, haber facilitado la creación
del becerro de oro, es en realidad la razón por la que es el indicado para el
trabajo; ya que Aharón estaba en pedazos y la Luz del Creador reposa sobre lo
más bajo. El Arí también nos revela que esta es la razón por la que Aharón fue
elegido. De no haber estado destrozado, no habría podido hacer este trabajo.
Esta es una hermosa historia, pero tiene un nivel más profundo.
"Las
veces que caemos son parte de nuestro proceso de elevación."
Hay un concepto que dice que la Luz del Creador protege a quienes se
elevan a partir de los errores y las caídas. Pero, si ese es el caso, ¿por qué
el Creador permitió que Aharón tomara el oro y cayera? Los kabbalistas nos
dicen que Aharón necesitaba tomar el oro porque tenía que estar destrozado. La
única manera en la que podía llegar a ese estado era cometiendo ese error. Por
lo tanto, este error no fue realmente una caída; fue lo que lo preparó para ser
el sumo sacerdote. Fue lo que lo preparó para traer la gran Luz de alegría a
este mundo. Moshé le dijo: "Este ha sido un proceso perfecto para ti,
Aharón. Esa caída te preparó para este trabajo".
Por eso, cuando preguntamos por qué el Creador no evitó que Aharón
cayera, debemos saber que esa caída, haber tomado el oro en sus manos y, de
algún modo, haber facilitado la creación del becerro de oro, fue lo que Aharón
necesitaba para estar destrozado y, en consecuencia, convertirse en un canal
para la gran Luz del Tabernáculo, para la gran Luz de alegría que se revela en
Shabat Sheminí.
Gracias a esto aprendemos una maravillosa lección: nuestros errores, las
veces que caemos, son parte de nuestro proceso de elevación. Uno de los grandes
errores que cometemos es pensar que hemos cometido errores. Si tenemos certeza
en la Luz del Creador, ella estará involucrada en cada aspecto y en cada
momento de nuestra vida, incluso en los errores que cometemos. ¿Cuántas veces
pensamos en retrospectiva: " Cuando hacemos esto, perdemos certeza. Por
ende, de Aharón aprendemos que no debemos pensar que somos tan inteligentes
como para haber cometido esos errores nosotros solos; cometimos esos errores
con la ayuda de la Luz del Creador. Y dichos errores son perfectos para
nosotros y nuestro proceso.
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