El silencio es el trasfondo desde donde puede surgir el sonido creador, el oxígeno de la vida espiritual. El sonido no se opone al Silencio sino que lo completa cuando expresa la armonía infinita que está latente en toda la creación.
Ruido nos lleva a la desconexión, al
fracaso, a la enfermedad y al desaliento. El silencio nos abre la puerta a la
verdadera realidad de lo que somos.
Si bien podemos detectar la contaminación sonora, no nos damos cuenta del ruido interno que hacen nuestras emociones y pensamientos. Y ahí está el mayor problema, el ruido intero que no sólo confronta la
humanidad como un todo, sino también el discipulado. La enseñanza nos marca el camino pero el transitar el sendero depende de la vida del discípulo y su capacidad de silenciar pensamientos y emociones.Reflexionando en la contaminacion de la
mente y emociones humana pensé en la antigua Grecia, en donde los grandes
poetas y filósofos daban vida al Teatro Griego dedicado a lo sagrado. Este
teatro se fue incorporando a la vida humana como una llamada a la reflexión,
luego se convirtió en un motivo de diversión, de distracción. Llegó el cine,
seguimos distrayéndonos y de repente, ¡llegó la televisión! ¡Santo Dios!, el
cine se nos metió en la casa y se convirtió en una actividad de ¡todos los
días! y luego llegó el internet y ya saben lo que ha pasado. ¿Cómo pudimos
permitir que nuestra mente fuera “tomada” y atrapada de esta manera?
El puente que une la personalidad con
el alma está hecho de sustancia mental. Y es precisamente ahí en donde se ha
creado un muro, una pared que impide la conexión entre estos dos mundos. Es un
muro que constantemente está proyectando imágenes de todo tipo y para todos los
gustos, que nos mantiene por los senderos del mundo, sin mirar ni hacia adentro
ni hacia arriba. Hay excepciones, pero son tan contadas, que practicamente no
cuentan. Este muro tiene el poder de atrapar nuestra atención con la magia de
la imagen, el color y el movimiento. Si se usara para el desarrollo de la
conciencia, ya estaríamos en un planeta sagrado, pero se usa para distraernos y
anclarnos en el mundo de los sentidos, los placeres, la codicia y otras cosas
que no quiero mencionar pero que todos conocen.
Tenemos un problema, uno grave. Estamos
tomados por dentro y no nos damos cuenta, hemos entregando nuestro poder de
reflexionar y penetrar a la esencia misma de nuestro ser. Creemos que pensamos,
pero ¿pensamos realmente? Nuestra mente está tan tomada que no nos gusta
el silencio y lo confundimos con la muerte, siendo una sublime expresion de la
vida misma. Porque el silencio nos evidencia el vacío de pensamientos propios.
Estamos tan acostumbrados a que otros hablen y digan lo que tenemos que hacer,
lo que nos debe gustar, lo que debemos vestir, lo que debemos comer, cuanto
tenemos que gastar, que cuando nadie dice nada, nos da una sensación de vacío,
y es en el silencio en donde podemos lograr la plenitud. ¡Qué paradoja!
¿Por qué no funciona esa parte de nuestro
equipo destinada a entrar en contacto con el mundo divino? Simplemente porque
no recibe la energía necesaria para funcionar. Si no le hechas gasolina, el
auto no anda, si no enchufas el bombillo a la electricidad, no prende. Lo mismo
con nuestros aparatos espirituales. No pueden funcionar sin las corrientes de
energías luminosas y puras que se encuentran en los reinos del silencio.
Hace unos dias estuve cerca de un río
que ante mis ojos se develava como una corriente pránica que con su canto era
capaz de quitarnos densidades y llevarnos a las mansiones del silencio. Y una
vez más pude comprobar que la Naturaleza siempre nos ofrece senderos de
contacto interno.
Cuanta verdad en aquel que dijo que el
sendero espiritual se recorre quitando y no añadiendo.
El mundo de las realidades espirituales
parece lejano simplemente porque no lo percibimos. Pero es también nuestro
mundo. Es cuestión de quitar el ruido que producen nuestros pensamientos y
sentimientos y conectarnos a la corriente del alma.
Cuando vayas al campo, a la playa, a la
montaña, busca escuchar sus ruidos naturales y estarás entrando en su silencio.
Habla poco, y que tu palabra sea creadora, veraz, positiva, enriquecedora.
Busca aquietar tus pensamintos y siente la vida que se expresa a plenitud a
cada instante.
Hay una oración del Maestro E.K. que
dice que “hablemos en silencio sin romperlo.” Hablar el silencio sin romperlo,
es mantener el estado de armonía que proviene del alma cuando hablamos y así,
sin salirnos del silencio, nos comunicamos y al comunicarnos de esta manera nos
identificamos con la Verdad que nos habita, nos reconocemos y por fin ¡nos
vemos!
Que puedas hablar el Silencio sin
romperlo, es mi más ferviente deseo para ti.
Con amor, Carmen Santiago
G. - fdnpcaracas@yahoo.es
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