Está circulando por las redes sociales un artículo del Dr. Manuel Posso Zumárraga, en el cual surge un nuevo término, la sexalescencia, para identificar a un grupo de adultos de 60 o más años.
Describe hombres y mujeres que manejan
las nuevas tecnologías, modernos, progresistas, con ganas de disfrutar de la
vida, aprender, colaborar con la sociedad, viajar, conocer gente nueva, y ser
dueños de su destino, renunciando a la ubicación como personas de la tercera
edad.
Es una generación que ha echado fuera del idioma la palabra “sexagenario”, porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales la posibilidad de envejecer. Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición, en su momento, de la “adolescencia”, que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del Siglo XX.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda
los sesenta o setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son
hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han
logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura le dio durante
décadas al concepto del trabajo.
Lejos de las tristes oficinas, muchos
de ellos buscaron y encontraron hace mucho la actividad que más le gustaba y se
ganan la vida con eso.
Debe ser por esto que se sienten
plenos; algunos ni sueñan con jubilarse. Los que ya se han jubilado disfrutan
con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad.
Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias,
desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar con la mente vacía.
La mujer sexalescente pudo sobrevivir
al deseo de poder que le dio el feminismo de los 60 y pudo detenerse a
reflexionar qué quería en realidad. Algunas se fueron a vivir solas, otras
estudiaron carreras que siempre habían sido masculinas, algunas estudiaron una
carrera universitaria junto con la de sus hijos, otras eligieron tener hijos a
temprana edad, fueron periodistas, atletas o crearon su propio “yo”.
Este tipo de mujeres nacidas en los
50s. No son ni por equivocación las clásicas “suegras” que quieren que los
hijos les estén llamando todos los días, porque ellas tienen su propia vida y
ya no viven a través de la vida de los hijos. Su camino no ha sido fácil.
Pero algunas cosas ya pueden darse por
sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo; la gente de
“sesenta o setenta”, hombres y mujeres, manejan la compu como si lo hubiera
hecho toda la vida. Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta
se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos. Por lo general están
satisfechos de su estado civil y si no lo están, no se preocupan por cambiarlo.
Raramente se deshacen en un llanto sentimental.
A diferencia de los jóvenes; los
sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar
cuando pierde: sólo reflexiona, toma nota, cultivan su propio estilo… Ellos no
envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, ni ellas sueñan con tener
la figura de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada
cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la
experiencia. Hoy la gente de 60 o 70, como es su costumbre, está estrenando una
edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos, hoy están
plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias y
ellos lo saben.
La gente de 60 y 70 de hoy celebra el
Sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo…hacen planes con su propia
vida, no con la de los demás.
Fuente: Algo más que imágenes y vídeos.
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