La tierra es materia densa, el agua es emoción, el fuego es pensamiento y el aire es voluntad discernidora expresada mediante la sabiduría y la compasión que representan el plano búddhico. El plano búddhico es la puerta de entrada en la cualidad del espacio, que es el trasfondo. El signo
zodiacal
de Acuario es el último y el más sutil del trío de aire (Géminis, Libra, Acuario)
y el último de los signos de la cruz fija (Tauro, Leo, Escorpio, Acuario) en el
zodíaco.
La
cualidad de Acuario es la clave para la liberación del Hombre.
Antes de que podamos comprender Acuario (aire cósmico), es importante
comprender
primero a Libra (aire planetario) y Géminis (aire solar).
El
zodíaco es también un símbolo del Hombre; representa sus centros etéricos. El
Maestro EK da una nueva división del zodíaco con las correspondencias de la
constitución humana. Entre los cinco pares
horizontales
a cada lado del polo vertical (Aries y Libra) del zodíaco
(que
se mueven hacia arriba desde abajo a ambos lados de Libra),
Géminis
y Acuario son el centro laríngeo, que también representa la
pronunciación
y su localización en las cuerdas vocales.
El
proceso de perfeccionar el triángulo de pensamiento, palabra y acción se expresa
mediante el trío de aire.
Para
que el alma, representada por Acuario, se manifieste en los tres
mundos,
los signos de Libra y Géminis, deben estar “cerrados” en la psique del
discípulo. Esto está expresado en los tres pasos siguientes que el discípulo ha
de llevar a cabo: adquirir virtudes, adquirir habilidades y esperar la gracia.
Solo entonces puede el Hombre expresar la realidad de lo Divino que representa
Acuario.
De
aquí que los vicios deban evaporarse de la personalidad y deban
establecerse
nuevas virtudes. Las habilidades y capacidades deben
perfeccionarse
en el mundo objetivo, y tienen que crearse con firmeza
nuevas
habilidades y capacidades subjetivas para utilizarlas en el mundo
interno.
Solo cuando se han perfeccionado las virtudes y las habilidades, el discípulo
estará en disposición de utilizar el centro laríngeo de forma segura para la
magia blanca.
En
el discípulo tiene lugar una gran expansión cuando atraviesa la puerta
entre
los dos pilares del signo de Géminis. Entonces su intelecto es
reemplazado
por su intuición del plano búddhico superior. En este punto, el regente de
Géminis es el planeta radioactivo Urano. Para todos los
propósitos
mundanos, Urano, el Señor de la transformación, rige el signo de Acuario. Para
el proceso de expansión del discípulo, que tiene lugar
mediante
la iniciación en el centro laríngeo, Urano asume la regencia
mediante
un aspecto de trígono desde Acuario. Solo cuando el discípulo ha re-adquirido
la naturaleza virgen mediante un pensamiento, palabra y
acción
perfeccionados, el aparente proceso de espera se inicia hasta que
Sanat
Kumara el Señor, mediante su gracia, le garantiza la entrada en la
Jerarquía.
Cuando
el discípulo entra en el camino de iniciación y se convierte en
“radioactivo”,
se ha desprendido de casi todos los vicios, ha construido
muchas
virtudes nuevas y ha re-configurado sus habilidades. Una de las
últimas
re-configuraciones de sus habilidades tiene que ver con “encontrar la
perfección” y re-enfocarse en aquello que es esencial. Todo lo que no sea esencial
tiene que dejarlo. En otras palabras, la personalidad del discípulo se re-crea
o re-moldea en un marco deseable para un funcionamiento óptimo del alma en los
tres mundos.
La
personalidad se limpia o se neutraliza de todo lo que está aferrado a los tres
mundos de la vida humana. La personalidad se vuelve transparente y translúcida
y se manifiesta como un receptáculo puro para el alma. El Maestro DK lo llama
una personalidad infundida de alma.
El
camino de la iniciación es un proceso que escoge uno mismo, lleno de
dolor
y sufrimiento al principio, pero más tarde lleno de mucha alegría y
muchas
sonrisas. El camino de la iniciación es un atajo en el proceso
evolutivo
normal, y cuando este proceso se haya completado, el discípulo
habrá
comprendido el verdadero significado de Acuario: ‘es’ y ‘no es’ no es más que
un estado de ser.
Compuesto
por Heinrich Schwägermann Lorenzen
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