Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.
Su amigo
comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente
una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.
Golpeó, golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.
A los pocos
minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro,
llegaron los bomberos.
Cuando les
contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño
había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.
—Es
imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza
suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.
—Un anciano
que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los
bomberos.
—Yo sí sé
cómo lo hizo -dijo.
—¿Cómo?
-respondieron sorprendidos.
El anciano
respondió:
—“No había
nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo".
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