En la porción de Qui Tisá leemos sobre lo que se traduce como el pecado, o la
caída, del becerro de oro. Sabemos que cada vez que leemos algo despertamos esa
misma Luz. Así pues, ¿por qué querríamos leer sobre algo negativo? ¿Cómo nos
beneficiamos de leer y reavivar Luz que es aparentemente negativa?
Los israelitas habían alcanzado Bilá HaMávet LaNétsaj, la eliminación total del dolor, el sufrimiento y la muerte, pero en ese momento la perdieron. Por lo tanto, lo que nos
interesa es encontrar el antídoto y la protección que podemos recibir para no caer del mismo modo. Sabemos lo que ocurrió a nivel físico y práctico, pero ¿cuál fue la semilla y la causa principal de esta caída? Tal y como veremos, ese es un problema que nosotros también enfrentamos.El Midrash nos dice algo muy
interesante. El Creador le dijo a Moshé: “Iré al Sinaí y revelaré a los
israelitas la Luz de la Inmortalidad, la Luz de Bilá HaMávet LaNétsaj, o
libertad del Ángel de la Muerte. La experimentarán, sentirán mi Luz y, a causa
de eso, caerán”. ¿Qué significa eso? Normalmente, esperaríamos que la presencia
de la Luz del Creador sólo eleve a las personas. En estas líneas, el Creador le
dice a Moshé que ocurrirá esta gran revelación de Luz, sabiduría y
entendimiento. Y que los israelitas caerán debido a la revelación de esa Luz.
Para entender esta afirmación,
me gustaría hablar de otro momento de caída que se relaciona con la misma
semilla y causa principal de la caída que ya mencionamos: la muerte de los dos
hijos de Aharón, Nadav y Avihú. Los kabbalistas explican que el Zóhar dice que
la semilla que provocó su muerte física fue cuando, según lo que está escrito,
tuvieron una visión de Dios, y comieron y bebieron. Según los kabbalistas, este
fue el punto en el que cayeron y, que posteriormente, precipitó que sus almas
dejaran sus cuerpos.
¿Cómo podemos entender esto?
Los kabbalistas explican que la visión que tuvieron Nadav y Avihú, la manera en
la que sintieron la Luz del Creador, puede ser comparada con un individuo que
mientras está comiendo ve algo muy interesante o hermoso. Sigue comiendo, pero
disfruta bastante lo que ve. El Midrash dice que así fue como Nadav y Avihú
cayeron, lo hicieron debido a la visión mientras estaban en presencia de la Luz
del Creador. Su visión fue la de un individuo que disfruta su comida y disfruta
la vista al mismo tiempo.
Pero ¿cuál es el entendimiento
que se pone en evidencia con estas caídas? Los kabbalistas explican que cuando
un individuo toma sus bendiciones a la ligera, comienza a perder su conexión
con ellas. Podemos usar el ejemplo del momento del nacimiento para los padres;
cuando ven por primera vez a esa nueva persona, es una experiencia increíble.
La cantidad de apreciación y alegría que tienen en ese momento es quizá
incomparable con cualquier otra. Y luego ese mismo individuo, ese bebé, ese
niño, continúa viviendo con ellos durante muchos años después. ¿Se puede decir
que la apreciación por ese ser es tan grande como en el momento en el que
nació? De ningún modo. A veces no lo aprecian nada. A veces lo aprecian sólo un
poco. Pero nunca lo aprecian como lo hacían en un primer momento, y ese es el
problema.
Esto aplica para todas las
bendiciones que tenemos. Por ejemplo, cuando hablas con gente exitosa en los
negocios, su emoción al momento de su primera gran suma de dinero es enorme. Y
luego, continúan siendo exitosos y, por supuesto, lo aprecian y lo disfrutan,
pero casi nunca como la primera vez. He allí el problema, ya que tomar a la
ligera nuestros regalos nos separa de ellos.
Así pues, ¿qué significa
cuando dice que Nadav y Avihú sintieron la Luz del Creador como un hombre que
se sienta y come? Sintieron la Luz del Creador y se sintieron agradecidos por
ella, pero a la ligera, como un hombre que come mientras disfruta de una hermosa
vista. El problema con esto es que cuando comenzamos a tomar a la ligera
nuestras bendiciones, empezamos a perderlas.
Entonces, ahora podemos
regresar a la caída del becerro de oro y cuando el Creador le dijo a Moshé que
los israelitas sentirían la Luz del Creador y que, a causa de eso, caerían.
Pero lo contrario también aplica cuando una persona siente la Luz; cuando la
gente siente elevación espiritual, crece, no cae. Pero eso sólo es así si
mantenemos una apreciación genuina por ella.
Si comenzamos a tomar a la
ligera nuestra experiencia de la Luz, al final la perderemos por completo. Por
esa razón, los kabbalistas enseñan que la causa de la caída del becerro de oro
fue el hecho de que los israelitas habían comenzado a tomar a la ligera su
experiencia y conexión con la Luz del Creador. Y cuando comenzamos a tomar a la
ligera nuestras bendiciones, empezamos a perder la conexión con ellas. A veces
las perdemos físicamente; otras veces mantenemos nuestra conexión a nivel
físico, pero perdemos la Luz y, en consecuencia, la plenitud que producen. Así
pues, si queremos recibir el antídoto para la caída del becerro de oro, tenemos
que comenzar a dejar de tomar a la ligera nuestras bendiciones.
Dudo que alguno de nosotros
aprecie verdaderamente las bendiciones que tiene, ya sea familia, hijos,
trabajo, Luz espiritual o sabiduría. Las probabilidades de que tengamos el
mismo nivel de apreciación ahora que en el primer momento de esas bendiciones son
casi nulas. Sin embargo, ahora entendemos que eso es un riesgo porque, cuando
comenzamos a tomar nuestras bendiciones a la ligera, empezamos a perderlas; ya
sea a perderlas físicamente o a perder su esencia. Por lo tanto, en Shabat Qui
Tisá el despertar que queremos recibir es asegurarnos de ver las bendiciones
que tenemos en nuestra vida y proponernos a hacer una pausa en algún momento de
la semana y preguntarnos cuándo fue la última vez que tuvimos que detenernos
porque estábamos abrumados por una bendición que tuvimos por cinco años, no por
algo nuevo.
En Shabat Qui Tisá, uno de los
regalos y el apoyo que nos interesa recibir es tanto este entendimiento como la
capacidad para, en efecto, luchar contra él. Asegurarnos de que al menos una
vez a la semana nos detengamos y dejemos de tomar a la ligera cualquier aspecto
que represente una bendición, ya sea la sabiduría que escuchamos, nuestra
familia, nuestros hijos o nuestro trabajo. Toma cinco minutos, o diez minutos,
para apreciar dichas bendiciones porque nos arriesgamos a perderlas si no
luchamos constantemente contra la apreciación a la ligera de ellas. Eso fue lo
que provocó la caída del becerro de oro. Por eso los israelitas perdieron toda
la Luz de Inmortalidad que recibieron en el Sinaí.
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