Antes que nada, ¿Qué es un espacio liminal? Se refiere a un estado de transición, un umbral entre lo que fue y lo que será, un territorio donde las estructuras conocidas han comenzado a disolverse, pero lo nuevo aún no ha tomado forma. Es un espacio intermedio, ambiguo y muchas veces cargado de misterio (de un gran signo de interrogación), donde las reglas y certezas habituales dejan de aplicarse. Pero también es un Portal Estelar un puente, un pasaje entre dimensiones, estados de conciencia o realidades, donde ocurre un “entrelazamiento cuántico”. Ahora bien, en la experiencia humana puede manifestarse como momentos de transformación profunda, como por ejemplo el tránsito entre la vida y la muerte, o entre la vigilia y el sueño. En astrología evolucionaría una Estrella Binaria es un espacio liminal, por ejemplo. Es un territorio donde la dualidad deja de ser oposición y se convierte en intersección pura, donde las leyes de la realidad conocida se suspenden y lo que emerge es una experiencia sin filtros, sin juicios, sin necesidad de validación externa.
Dicho
esto, actualmente la humanidad se encuentra en un espacio liminal (entre Eras y
dimensiones, y dos Gaia), un umbral entre lo que fue y lo que está por ser, una
frontera invisible donde las estructuras conocidas se disuelven y lo nuevo aún
no ha tomado forma. Este estado transitorio, a nivel individual y colectivo, no
es simplemente un cambio de Era, sino una mutación en la naturaleza misma de la
existencia, donde las antiguas narrativas del tiempo y la identidad ya no se
sostienen con la misma fuerza. La lógica fractal del universo, aquella que
repetía patrones cíclicos de evolución, ha alcanzado un punto crítico donde la
repetición ya no es viable. El sistema se ha abierto, y la linealidad del
tiempo se quiebra en una expansión simultánea de posibilidades.
En
este umbral, Gaia también está en transición. La conciencia planetaria, que
antes funcionaba dentro de los márgenes de una evolución biológica predecible,
está experimentando una aceleración que no responde a los ciclos.
En
este umbral, Gaia también está en transición. La conciencia planetaria, que
antes funcionaba dentro de los márgenes de una evolución biológica predecible,
está experimentando una aceleración que no responde a los ciclos conocidos de
crecimiento y decadencia. La propia Tierra, como organismo vivo, entra en una
fase de re-calibración donde la interacción entre lo humano y lo planetario
está siendo re-definida. Lo que llamamos “crisis climática" y “colapso de
sistemas" no son simplemente efectos secundarios de la actividad humana,
sino manifestaciones de un proceso mucho más profundo de transmutación.
El
Nuevo Humano de 12 centros, la evolución cognitiva que está emergiendo en medio
de este caos, es parte de la mutación genética y espiritual que está
desarticulando los viejos paradigmas de la mente estratégica, dando paso a una
forma de conciencia que no busca el control ni la dominación, sino la apertura,
la recepción y la adaptabilidad. La evolución ya no se define por la lucha ni
por la acumulación de poder, sino por la capacidad de habitar la incertidumbre
sin sucumbir al miedo.
Este
espacio liminal, sin embargo, es desafiante. La mente del viejo humano,
programada para operar dentro de estructuras seguras y predecibles, dentro del
velo de Maya, experimenta este umbral como un vacío, un abismo donde el
significado convencional deja de tener sentido. Es aquí donde la separación
entre lo humano y lo divino se difumina, donde la búsqueda de un destino es
reemplazada por la simple experiencia del ser. No hay un futuro definido,
porque la misma naturaleza del tiempo está cambiando; no hay “después” porque
todo está ocurriendo simultáneamente.
La
antigua cosmología de los ciclos se rompe y da paso a una existencia que no se
puede explicar con las lógicas.
La
antigua cosmología de los ciclos se rompe y da paso a una existencia que no se
puede explicar con las lógicas anteriores. No hay fuerzas que guíen el devenir
desde la dualidad, porque la transmutación del presente está borrando la
necesidad de esa oscilación. La humanidad y Gaia, unidas en este cruce de
realidades, están aprendiendo a existir sin estar atadas a una narrativa
predeterminada.
Este
es el desafío del espacio liminal: aprender a sostener la incertidumbre sin
caer en la desesperación, integrar la duda sin convertirla en parálisis,
permitir la mutación sin resistirse a lo desconocido.
La
evolución ya no es una línea que va del pasado al futuro, sino un vórtice de
posibilidades que se expanden en todas direcciones.
El
salto cuántico de la conciencia humana está ocurriendo ahora. No hay un destino
al que llegar solo un proceso por experimentar. La pregunta ya no es “qué viene
después", sino “qué sucede cuando dejamos de buscar respuestas y nos
convertimos en el cambio mismo”... “siento: luego existo”.
¡Bendiciones
de luz y claridad para todos!
Juan
A. Moliterni
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