de P. Ouspensky
"Para la gran mayoría de las personas, aun las cultas e intelectuales, el principal obstáculo en el camino para adquirir conciencia de sí es que creen que ya la poseen; en otras palabras, están totalmente convencidas de tener ya conciencia de sí mismas y de poseer todo lo que acompaña a este estado: individualidad en el sentido de un «Yo» permanente e inmutable, voluntad, capacidad para hacer, y así sucesivamente. Por tanto, es evidente que un hombre no se interesará por adquirir, a través de un trabajo largo y
difícil, algo que en su opinión ya posee. Por el contrario, si se lo dice, pensará que usted está loco o que intenta explotar su credulidad para un provecho personal."Los dos estados superiores de conciencia —
«la conciencia de sí» y «la conciencia objetiva» — están ligados al
funcionamiento de los centros superiores del hombre.
"Además de aquellos centros de los cuales
hemos hablado, hay en el hombre otros dos centros, el «centro emocional
superior» y el «centro intelectual superior». Estos centros están en nosotros;
están plenamente desarrollados y trabajan todo el tiempo, pero su trabajo nunca
llega a nuestra conciencia ordinaria. La razón debe buscarse en las propiedades
especiales de nuestra pretendida «conciencia lúcida».
"Para comprender la diferencia entre estados
de conciencia, tenemos que regresar al primero, que es el sueño. Este es un
estado de conciencia completamente subjetivo. Un hombre está sumergido en sus
sueños, no importa si los recuerda o no. Aun si al dormido le llegan algunas
impresiones reales, tales como sonidos, voces, calor, frío, sensaciones de su
propio cuerpo, no suscitan en él sino fantásticas imágenes subjetivas. Luego el
hombre se despierta. A primera vista éste es un estado de conciencia completamente
diferente. Puede moverse, hablar con otras personas, hacer proyectos, ver
peligros, evitarlos y así sucesivamente. Parece lógico pensar que se encuentra
en una situación mejor que cuando estaba dormido. Pero, si profundizamos un
poco más las cosas, si echamos una mirada dentro de su mundo interior, dentro
de sus pensamientos, dentro de las causas de sus acciones, comprenderemos que
está casi en el mismo estado que cuando estaba dormido. Y es peor aún, porque
en el sueño él es pasivo, esto es, no puede hacer nada. Por el contrario, en el
estado de vigilia, puede hacer algo todo el tiempo y los resultados de sus
acciones repercutirán sobre él y sobre lo que lo rodea. Y, sin embargo, no se
recuerda a sí mismo. Es una máquina, todo le sucede. No puede detener el flujo
de sus pensamientos, no puede controlar su imaginación, sus emociones, su
atención. Vive en un mundo subjetivo de «quiero», «no quiero», «me gusta», «no
me gusta», «tengo ganas», «no tengo ganas», esto es, un mundo hecho de lo que
él cree que le gusta o no le gusta, de lo que él cree que desea o no desea. No
ve el mundo real. El mundo real le está oculto por el muro de su imaginación.
Vive en el sueño. Duerme. Y lo que él llama su «conciencia lúcida» no es sino
sueño — y un sueño mucho más peligroso que su sueño de la noche, en su cama.
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