“Alcanzar lo puro y lo prístino serena el alma. Comprender el mundo exterior, en cambio, hace al individuo activo. Ambas facetas emergen de la misma fuente. La Vida es, en sí misma, un Todo”.
En la quietud, el ser humano busca el Tao en su estado más puro. En el Tao no existen las nociones de belleza o fealdad (polarizadas), pues en su esencia no hay dualidad ni oposición. Es lo inmutable y absoluto. Sin embargo, al observar el universo, comprendemos que nada es puro en su totalidad. La conclusión a la que llegamos a través de nuestras experiencias es que todo es relativo .
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lo puro y lo prístino debería ser uno de tus más elevados propósitos. Pero al
emprender este camino, no debes encerrarte en una torre de marfil, entregada
únicamente a la vida interior. Es necesario salir de ese refugio y explorar la
vida en su totalidad. A esto se le conoce como el Tao externo, un sendero que
se extiende a lo largo de toda la existencia. No temas ser curioso ni
investigar aquello que despierte tu interés. Sumérgete en las áreas donde
deseas desarrollar habilidades. Supera la inseguridad y permite que todas las
preguntas que surjan en tu mente encuentren respuesta. Si ignoras estos
aspectos, no podrás fluir libremente en tu Tao externo, y las dudas y la
incertidumbre se convertirán en obstáculos que te limitarán.
A
primera vista, pareciera que la vida interior y el mundo exterior no tienen
conexión alguna. Incluso aquellos con gran maestría en el tema suelen
diferenciar la vida terrestre de la vida espiritual. Sin embargo, la verdad
última es que el dinamismo y la vitalidad de la existencia están
intrínsecamente ligados a la paz interior.
¿Es
más importante la vida mundana o la vida espiritual? No hay necesidad de
angustiarse ante esta aparente dicotomía. Aunque no parezcan estar directamente
vinculados, ambas son esenciales y complementarias, formando un Todo
indivisible.
Fuente: Escuela Claridad
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