Aripka Maia
Hermosa,
Hoy quiero profundizar sobre las lunas porqué
conocerlas me cambió la vida y te va a aportar mucho a ti también.
Aunque ya sepas algo al respecto quédate leyendo
porqué es una mirada única, ya sabes la mirada desde la astrología
Interdimensional.
Vamos a hablar de las más difíciles… pero sobre todo de esto (que casi nadie se anima a mirar de frente): por qué elegimos la Luna que tenemos antes de todo.
Y después, cómo se integra para que ese automatismo
deje de manejarte la vida… y se convierta en elección consciente.
Primero quiero contarte qué es la Luna, según mi
manera de interpretar la astrología.
Es el espejo más cercano que conoces desde que
naces y que se proyecta en tu madre (o en quien va a cumplir la función
maternal y nutricia).
La luna nos habla del pasado y de la energía que el
alma ya conoce porque lleva muchas vidas repitiéndola y afirmándola tanto de
forma positiva como negativa (porque se transforma en un mecanismo inconsciente
y en un lugar de refugio hacia el cual volver cuando algo se pone desafiante en
la vida).
Es ese lugar al que volvés cuando no estás
pensando… sino reaccionando.
Por eso la Luna no se vive como un: “yo elijo”.
Se vive como: “aprendí a sobrevivir de esta manera
para protegerme”.
Y acá viene el detalle que cambia todo el tablero:
La Luna no es conciencia: es automatismo.
Es un reflejo condicionado que se proyectará en tu
madre, quien adquirirá una forma de vincularse contigo a partir de la luna que
traes, porque ella necesita mostrarte en espejo esa energía.
La Luna es la energía que primero se encarnó a
través de la madre y después quedó internalizada como madre interna.
Por eso describe:
qué tipo de contención conocimos,
qué emociones fueron permitidas,
cuáles fueron reprimidas,
y cómo aprendimos a cuidarnos… o a descuidarnos.
En una frase:
la Luna es el paisaje emocional donde el alma
aprendió a sobrevivir… y que hoy necesita ser habitado con conciencia para
poder evolucionar y extraer los mayores talentos.
Y aquí viene lo mejor:
A esa Luna no “te la dieron por azar”.
No fue sorteo.
Tú la elegiste.
Porque el alma baja con un tipo de memoria… y con
una tarea: volver consciente lo inconsciente.
Y cuando entendés eso, recién ahí se ordena la
segunda parte del mapa:
que no existen Lunas “malas”… pero sí existen Lunas
que, si no están integradas, se vuelven un mecanismo tan dominante que te
cuesta respirar dentro de vos.
Por eso hoy quiero hablarte de esto:
Las 4 Lunas que más cuestan… cuando no están
integradas y son:
Capricornio, Virgo, Escorpio y Acuario.
Comencemos el viaje…
Luna en Capricornio
— por qué se elige y qué talento trae
Se elige cuando el alma viene a cerrar ciclos,
ordenar, sostener, establecer límites y dejar una huella concreta en el mundo.
Una persona que nace con esta luna trae una madurez emocional previa, de otras
vidas.
Cuando se integra, el gran giro es aprender a
necesitar sin culpa… y ahí aparece el don: sostener la vida en el tiempo,
construir estructuras conscientes, y una soledad integrada (capacidad de auto
sostén genuino, no aislamiento).
Luna en Virgo — por qué se
elige y qué talento trae
Se elige en almas que son guardianas del orden
sutil: afinadoras del campo, capaces de leer lo invisible y restaurar
equilibrio donde hay caos.
Cuando se integra, se transforma en medicina
práctica: puente entre lo sutil y lo concreto, discernimiento sin culpa,
servicio sin sacrificio, capacidad de contener sin absorber.
(En sombra, el riesgo típico es que el orden se
vuelva “pasaporte al amor” y se cristalice la exigencia/perfección.)
Luna en Escorpio — por qué se
elige y qué talento trae
Se elige cuando el alma trae memorias de muerte y
renacimiento: viene a transmutar oscuridad, penetrar lo invisible y liberar
poder de lo reprimido.
Cuando se integra, el corazón recuerda su misión:
transformar la herida en medicina, y su don esencial aparece: entrar donde
otros evaden y regenerar lo oculto.
Luna en Acuario — por qué se
elige y qué talento trae
Se elige en almas que han transitado vidas
desmantelando estructuras viejas y cambiando constantemente. Necesitan entender
que todo estará siempre en constante movimiento y amigarse con el hecho de que
nunca nada será estático para no sufrir el “corte repentino de algo o con
alguien”.
Cuando se integra, aparece su misión luminosa: una
nueva forma de pertenecer, construir tribu sin asfixia y amar sin retener.
¿Ves el patrón?
Estas cuatro “cuestan” cuando no están integradas
porque son intensas:
o te vuelven muro (Capricornio),
o te vuelven juicio (Virgo),
o te vuelven fusión/defensa (Escorpio),
o te vuelven desapego frío y ego mental (Acuario).
Pero integradas… son maestrías.
Y aun así, ojo: todas las Lunas tienen desafíos.
Por ejemplo, la Luna en Aries: cuando no está
integrada, el riesgo es vivir en “ataque defensivo”, reaccionar antes de
sentir, acción sin pausa… hasta que aprendés la activación consciente: pausa
para dirigir, distinguir impulso del reflejo, y encarnar presencia.
Este tema es profundo. Profundísimo.
A mí, personalmente, me apasiona.
Porque cuanto más lo estudiás, más te das cuenta de
que las Lunas no son “descripciones lindas”: son mecánicas internas. Y si no
las conocés, te pasás la vida en modo supervivencia.
Con la mirada en el cielo
y los pies en la Tierra,
Aripka

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