Para cada quien, el mundo es como se percibe. Para el caracol, no existe el sonido. Para los peces que moran en las profundidades de los océanos, no existe la luz solar. Para nosotros, la percepción está condicionada por los cinco sentidos y la mente, pero cuando penetramos los mundos internos a través de la meditación, el silencio, el estudio, aparecen nuevas realidades.
Expandir la percepción más allá de los sentidos es como ponerse unos lentes nuevos y descubrir lo que siempre estuvo presente, es ver un mundo que está impregnado de divinidad, es descubrir la belleza y el esplendor de la
existencia. Expandir la conciencia es llenar de divinidad esas partes de uno mismo que quedaron como desconectadas de su fuente y se perciben opacas porque no vemos su luz interna. De la misma manera que los rayos del sol para poder entrar en nuestras casas y llenarlas de luz esperan a que les abramos las ventanas y las puertas, el alma que es nuestro sol interno, espera igual y cuando su luz entra percibimos un mundo diferente.Es
importante comprender el poder que tenemos al percibir la vida porque se
exterioriza lo percibido. El establecimiento de una nueva forma de vida en la
Tierra que refleje la realidad interna depende, en gran medida, de
la percepción de esa realidad por parte de la conciencia humana.
Cada
vez que logras ver la divinidad en lo que te rodea, estás uniendo el Cielo y la
Tierra. Cada vez que puedes ver, detrás de los defectos, las virtudes del alma
humana, estás impulsando su exteriorización. Cuando los defectos de algún
familiar o amigo te perturben, enfócate en sus virtudes, ellas saldrán a darte
el encuentro. La vida se hace más armoniosa y bella si percibimos lo divino que
está en todas partes.
Que
el mundo no te convenza de su aparente falta de luz. Todo es Divino. Cada
suceso que ocurre de alguna manera nos trae una enseñanza, la lección que
necesitamos en ese momento de nuestra evolución. Acepta lo que te toca y da lo
mejor de ti. La vida te lo devuelve multiplicado.
Hay
una oración que puede servirte cuando te sientas descorazonado, triste, con
temor o rabia. La escribió el Maestro Omraam Mikhael Aivanhov. A mí me ayuda
mucho. Te la ofrezco:
“Señor, amo tu sabiduría,
tengo fe en tu amor y confío en tu Poder.”
Cuando
alabas al Creador, admirando su creación, invocas Su Presencia. Recuerdo cuando
mi papá me mostraba una rosa y me decía que nadie, sólo Dios, podía fabricar la
sutileza de sus pétalos, que con toda la tecnología y la ciencia no podíamos
hacer tal prodigio. Son cosas que se quedan grabadas en el alma,
semillitas que siembran nuestros padres y con el tiempo germinan. Nuestro Padre
Celestial ha colocado en nuestro interior semillas que al germinar harán de
cada uno de nosotros una divinidad. Preparar las condiciones para que germinen
es nuestra tarea y la confianza en Su Amor, Su Sabiduría y Su Poder nos ayudan.
¿Qué
es lo que hace que se abra una flor, que crezca un árbol, que germine una
semilla, que un bebé se desarrolle en el vientre de su madre? Es el Poder de
Dios. Y ese mismo Poder hará germinar las semillas que hay en ti.
Cuando
te asalten las dudas, cuando creas que todo está perdido, observa el Poder de
Dios en la naturaleza y recuerda que ese mismo Poder está dentro de ti.
Todo
es Divino. Tú también.
Siempre
desde el alma,
Carmen Santiago

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