Centro de Kabbalah
Uno de los mayores obstáculos que enfrentamos
en nuestro camino espiritual es lidiar con personas que nos han lastimado. Una
experiencia dolorosa presenta varios desafíos significativos: manejar el dolor,
aprender de la situación y encontrar la manera de seguir adelante; lo cual nos
puede llevar toda una vida en alcanzar. Pero uno de los desafíos más difíciles
es aprender a perdonar.
"PERDONAR ES UN ENORME ACTO DE VALENTÍA QUE TIENE EL PODER DE
REVELAR UNA LUZ INCREÍBLE"
Sabemos que, espiritualmente, debemos amar a
todos, incluso a nuestros enemigos; pero eso es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
Solemos tener miedo a que por perdonar a alguien que nos ha lastimado nos
dispongamos a salir heridos nuevamente. Tenemos miedo de mostrar debilidad al
dejarlos escabullirse tan fácilmente. Pero perdonar a alguien en realidad es un
enorme acto de valentía y fortaleza, uno que tiene el poder de revelar una Luz
increíble.
Cuando no nos desprendemos de nuestros
traumas del pasado, continúan afectándonos a nosotros y a las personas que nos
rodean; incluso cuando esa no es nuestra intención. Usamos el dolor del pasado
como una excusa para herir a personas en el presente. Por ejemplo: si una
pareja anterior nos fue infiel, quizá nos volvamos suspicaces, celosos y
desconfiados con nuestra pareja actual, lo cual puede crear una enorme tensión
en una relación. Llevamos las cargas de experiencias previas porque en realidad
no las hemos superado.
Entonces, ¿cómo aprendemos a perdonar a las
personas que nos han lastimado?
1. Recuerda que siempre hay Luz en cada
situación.
Cada bendición y dificultad que enfrentamos
proviene del Creador. Cuando alguien nos hiere o enfrentamos adversidades, la
Luz sigue estando ahí aunque esté oculta. Incluso cuando no podamos entender
por qué, el Creador ha enviado a esta persona a nuestra vida para ponernos en
esta situación por una razón.
Tenemos una increíble oportunidad de revelar
esta Luz oculta mediante el poder del perdón. Esto no significa quedarse
expuestos a que nos lastimen nuevamente. De hecho, quizá te parezca necesario
distanciarte de la persona. Pero el perdón nos ayuda a desarrollar una relación
más fuerte con el Creador. Nos libera del dolor causado a la vez que nos abre a
la posibilidad de aprender de la situación.
2. Busca las lecciones que vienen de la
situación.
Es difícil ver que algo bueno puede venir de
nuestro dolor mientras estamos sufriendo, pero es importante dar un paso atrás,
respirar profundo y meditar en qué podríamos aprender de nuestra experiencia.
¿Qué responderíamos si el Creador se acercara a preguntarnos: “¿Por qué crees
que puse esto en tu camino?”?
Usualmente podemos mirar nuestros errores y
desafíos pasados para ver cómo nos han convertido en la persona que somos hoy,
pero aún así nos cuesta ver que lo que estamos atravesando ahora nos está conduciendo
a ser la persona que seremos mañana. Si creemos que nuestras experiencias
tienen el propósito de moldearnos en personas mejores, entonces debe haber
alguna lección de vida en la situación.
3. Entiende que el perdón es una oportunidad
para crecer.
Considera todos los desafíos en tu vida como
una pista de obstáculos diseñada solo para ti. Hay un muro de escalar, barras
de mono, una soga para trepar y otros obstáculos. Es una pista difícil, pero
sabes que cuanto más trabajes en ella, más fuerte te volverás.
"PERDONAR ES RECUPERAR TU PODER"
Los desafíos de la vida son como una pista de
obstáculos espiritual. Podría presentarnos con obstáculos que parecen
imposibles al principio, pero que nos fortalecen espiritualmente. La gente que
nos ha lastimado tan solo son algunos obstáculos de la vida. No nos enojamos
con el muro de escalar o las barras de mono, porque sabemos que podemos y
efectivamente los superaremos, y saldremos más fuertes como resultado. Con
práctica, podemos aprender a ver a las personas como obstáculos en este mismo
sentido.
4. Reconoce que perdonar es recuperar tu
poder.
Cuando guardamos rencor hacia alguien, le
entregamos nuestro poder. Quizá pensemos que lo estamos castigando al estar
enojados con él, pero en realidad estamos permitiendo que controle nuestras
emociones. Si fuésemos verdaderamente independientes de su influencia, no
sentiríamos el peso del enojo, el dolor o la tristeza.
Cuando elegimos no perdonar, elegimos adoptar
el papel de la víctima en la situación. Y nos parece que tiene sentido
considerarnos como la víctima. Esta persona nos hizo algo horrible y nosotros
éramos inocentes, ¿no? Esto puede ser cierto, pero no significa que tengamos
que someternos a la mentalidad de víctima. No podemos controlar o cambiar lo
que nos ha sucedido, pero podemos recobrar nuestro poder al no permitir que esa
persona sea la fuente de nuestra energía. La única fuente es la Luz del
Creador.
Cuando asumimos la responsabilidad de nuestro
propio sufrimiento y reconocemos que podemos elegir seguir adelante, obtenemos
libertad del victimismo. Esto no significa que lo que hizo la otra persona esté
bien, y tampoco significa que no nos dolió. Tan solo significa que decidimos no
permitir que ese dolor nos destruya. Elegimos usar la experiencia para transformarnos
en mejores versiones de nosotros mismos.
En este sentido, podemos ver que el perdón no
se trata de debilidad. Se trata de recobrar nuestro poder y asumir la
responsabilidad de nuestra felicidad.
5. Desea el bien para aquellos que te han
hecho mal.
Imagina a las personas que te han lastimado
delante de ti, pidiéndote que los perdones. Deséales el bien y espera que
encuentren la transformación en sus propias vidas. No tienes que ser su mejor
amigo de nuevo o siquiera mantener el contacto. Algunas personas no están
destinadas a quedarse en nuestra vida, especialmente cuando nos han lastimado
de forma continua; y eso es válido. Si los perdonamos, podemos dejarlos ir
verdaderamente y no llevar la carga del dolor con nosotros.
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El Creador nos observa en nuestros peores
momentos y aun así nos perdona y continúa dándonos Su amor incondicionalmente.
En la medida que nosotros podamos adoptar esta cualidad, nos acercaremos al
Creador.
Cuando practicamos el perdón, aprendemos de
la experiencia y nos impulsamos a crecer, avanzamos hacia el propósito
definitivo de nuestra existencia en el mundo.
Nuestro maestro, Rav Berg, enseñaba que con
tan solo meditar en este pasaje del Zóhar podemos avivar en nuestro corazón la
capacidad de perdonar:
En todos mis días, perdoné e hice la paz con
cualquier hombre que me hizo daño. Si yo no podía hacer las paces con él, no
dormía en mi cama antes de perdonarlo a él y a todos aquéllos que me
agraviaron. Así, no guardé odio todo ese día por el daño que me hicieron.
Además, desde ese día traté de ser amable con ellos.
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