"Si
pudiéramos cambiar nosotros mismos, las tendencias en el mundo también
cambiarían. Como un hombre cambia su propia naturaleza, también lo hace la
actitud del cambio mundial hacia él". ~Mahatma Gandhi"
La cita
anterior de Gandhi (que suele ser parafraseada como “Sé el cambio que quieres
ver en el mundo”) es una frase
poderosa acerca de la manera en la que cada
persona influye en el mundo. Pero cuando miramos los problemas que existen en
el mundo, tanto a nivel personal como colectivo, a veces es difícil sentir que
podemos marcar una diferencia. ¿De verdad una persona tiene el poder de cambiar
el mundo?
"CUANDO TÚ CAMBIAS, CAMBIAS EL MUNDO".
Por un lado,
cuando nuestro ego se engrandece, creemos que estamos en control de todo y
tenemos el poder de hacer cualquier cosa. Por otro lado, a veces nos sentimos
impotentes y no reconocemos las increíbles oportunidades que el Creador nos da
cada día. La verdad es que no podemos controlarlo todo, pero podemos
controlarnos a nosotros mismos; y cuanto más aprendamos a hacerlo, mayor será
la influencia que tendremos en el mundo.
Exploremos
algunas de las maneras en las que cambiarnos a nosotros mismos puede cambiar el
mundo.
1. Les
enseñamos a los demás con el ejemplo que damos.
Se suele
decir que una sonrisa es contagiosa. Cuando vemos a personas que hacen el bien
en el mundo y difunden positividad, eso nos inspira. Nos recuerda que siempre
podemos trabajar un poco más duro para ser mejores versiones de nosotros
mismos. Y cuando lo hacemos, eso inspira a otras personas. Es un círculo
hermoso.
Los niños
son el mejor ejemplo de esto. Los niños observan todo lo que sus mayores hacen,
y a menudo imitan su comportamiento y forma de hablar. Si alguna vez has visto
a algún niño jugar en la escuela y fingiendo ser un maestro, habrás visto que
suele repetir las lecciones y gestos de sus maestros casi idénticamente.
Asimismo, sabemos que a medida que los niños crecen adoptan características de
sus padres. Observar a otros y adoptar sus comportamientos se convierte en una
parte integral de su personalidad.
En este
sentido, todos somos como los niños del mundo. Aprendemos unos de otros y
crecemos gracias a ello, con tan solo observarnos mutuamente. La gente nota la
manera en la que actuamos y tratamos a los demás, incluso cuando no nos damos
cuenta. No podemos cambiar a otras personas, pero tenemos la oportunidad de
inspirarlos a cambiar. Cuanto más actuemos con una actitud altruista y
generosa, más motivaremos a los demás a hacer lo mismo.
2.
Nuestras acciones afectan al mundo de maneras que no vemos.
Si alguna
vez has visto una película o leído un libro acerca del viaje en el tiempo,
sabes que una de las reglas fundamentales para ir al pasado es que no puedes
alterar nada. Incluso la acción más pequeña tiene un efecto en cadena que puede
crear cambios drásticos en el futuro. Es curioso que aceptamos con mucha
facilidad este concepto, pero no logramos reconocer que lo mismo sucede en
nuestra vida actual. Todo lo que hacemos, sin importar cuán pequeño o grande
sea, impacta en el futuro del mundo.
Cuando
transformamos nuestra naturaleza egoísta en una naturaleza generosa,
desencadenamos una serie de eventos de los cuales podríamos estar completamente
inconscientes. Cuanto más conectados estemos con el Creador, más nos abrimos a
la Luz y el Creador, y más Luz podemos revelar en el mundo. Es entonces que los
obstáculos desaparecen, las bendiciones se manifiestan y los milagros ocurren.
3.
Estamos conectados a todo en el mundo.
Si
miráramos al universo a nivel microscópico, veríamos que todo está compuesto de
moléculas cambiantes. De hecho, es una ilusión que somos seres físicos
separados. Incluso nuestra composición genética se diferencia en tan solo un
0.1 % una de otra. En esencia, todos estamos hechos de los mismos elementos en
un enorme mar de energía.
Si
percibimos al mundo de esta manera, no es difícil imaginar cuánto de nuestra
energía puede influir al mundo. La sabiduría ancestral de la Kabbalah enseña
que cuanto más control puedas obtener sobre tu energía, más se expande tu
influencia en el mundo. Puedes transformar tu energía, a través de tus
pensamientos y acciones, en una fuerza positiva en el mundo. Esta fuerza
positiva influye en todo, desde otras personas hasta los sillones en el salón o
las moléculas en el aire.
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Cuando
hablamos acerca de las personas más influyentes en el mundo, solemos ignorar el
hecho de que muchos de ellos nunca vieron los frutos de su labor. Martin Luther
King, Jr. murió pocos días antes de que la Ley de Derechos Civiles de 1968
fuese aprobada. Él nunca vio que su sueño se materializara, pero es considerado
como una de las figuras más trascendentes del Movimiento por los Derechos
Civiles.
Es muy importante
recordar que nuestra influencia va más allá de lo que podemos ver. Los cambios
que hacemos en nosotros reverberan en todo el universo de maneras que no
podemos percibir e incluso por mucho más tiempo después de que hayamos dejado
el mundo físico.
Nuestros
pensamientos y nuestras acciones tienen un poder increíble. Depende de nosotros
escoger cómo usar ese poder.
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