Uno de los
descubrimientos más poéticos de la historia de la anatomía: las células son
como pequeñas estrellas y al morir intensifican su irradiación de luz
“Hay una grieta en todo,
así es como entra la luz”.
–Leonard Cohen
–Leonard Cohen
El científico alemán Fritz Albert Popp,
continuando el trabajo de Alexander Gurwitsch, logró comprobar hace más de 3
décadas que los seres humanos (y todo los seres) vivos emiten luz. Popp ha
teorizado que estas emisiones de luz ultradébil, a las cuales designó como
"biofotones", juegan un papel importante en la comunicación celular,
articulando literalmente un lenguaje de luz que interviene en la organización
de diferentes funciones.
Sus descubrimientos sugieren que el nivel de
coherencia de estas emisiones biofotónicas se correlaciona con el nivel de
salud de un organismo y ciertas enfermedades pueden identificarse por patrones
de emisión caótica, como explicó Popp en una entrevista a la periodista Lynne
McTaggart, quien publicó esta información en su libro The Field.
Recientemente, según publicó la revista de
tecnología del MIT, el científico Sergey Mayburov confirmó que las emisiones
biofotónicas intervienen en algún tipo de comunicación celular.
El origen de estos fotones almacenados en las
células es altamente poético a la vez que simple y eficaz (en la naturaleza la poesía
no está peleada con la economía). Popp cree que las células almacenan fotones
del Sol y de los alimentos que consumen --siendo las plantas los organismos que
mayor cantidad de emisión biofotónica presentan.
En esto coincide con el premio Nobel Albert
Szent-Györgyi, quien teorizó que la energía fundamental que llamamos vida es en
realidad un circuito eléctrico que une al Sol con todos los organismos de la
Tierra. De acuerdo con Szent-Györgyi: "Una célula requiere energía no sólo
para realizar todas sus funciones sino para el mantenimiento de su estructura.
Sin energía, la vida se extinguiría instantáneamente, y el tejido celular se
colapsaría. La fuente de esta energía es la radiación del Sol".
Esta conexión entre la vida y la luz o entre
las células y el Sol tiene un elegante detalle "microcósmico", según
ha observado Popp. Estudiando diversas enfermedades, Popp y sus colegas
descubrieron que cuando una célula está por morir emite una radiación
biofotónica cientos de veces mayor a la que despide normalmente, algo que ha
sido comparado con la explosiva muerte de las supernovas (estrellas masivas que
emiten un enorme resplandor en su colapso gravitacional).
Estudiando células bajo estrés Popp ha
teorizado que esta emisión anómala de luz es un mecanismo de defensa para
restablecer el equilibrio del sistema. Quizás la emisión de luz en las células
mortecinas tenga un resultado similar a la explosión de las supernovas que
contribuye a enriquecer el medio galáctico al diseminar elementos químicos
pesados y formar nuevas estrellas.
Ya que nuestro organismo está constantemente
renovándose, podemos decir que millones de pequeñas estrellas mueren y nacen
cada instante en nuestro cuerpo.
Neurona. Imagen de ThinkStock/Jamani Caillet
Esta bellísima coincidencia (que quizás no
sea una coincidencia, sino la expresión de un mismo principio a diferente
escala) nos hace pensar en la más antigua de las filosofías naturales, de la
cual en gran medida nació lo que hoy llamamos ciencia y que nos parece tan
lejana de este pensamiento de correspondencias. Esto es, la idea de una
relación analógica entre el macrocosmos y el microcosmos (como es arriba, es
abajo).
Para la mayoría de las culturas antiguas, el
ser humano y la naturaleza en su conjunto eran una imagen del cielo y los
procesos fisiológicos y psicológicos de todos los seres vivos en la Tierra
estaban estrechamente vinculados con los procesos cósmicos. Esto es una forma
sencilla, pero no por ello menos elegante, de explicar la unidad de todas las
cosas. Una misma energía original que se imprime en todas las cosas pero a
diferente magnitud.
Los antiguos chinos derivaron su medicina del
movimiento creativo del cosmos (el taiji, que es precedido por lo inmanifiesto
e ilimitado wuji)... y 3 mil años después esta medicina, que es sobre todo una
filosofía, sigue practicándose con efectividad. Se ha sugerido que los
"acupuntos" en el cuerpo humano utilizados por la acupuntura guardan
cierta relación con las constelaciones en el cielo (el hombre es un pequeño
universo). Y, por supuesto, cada una de las cinco estructuras anatómicas
fundamentales y sus órganos relacionados están ligados directamente con uno de
los cinco planetas.
Remanente de la supernova de Kepler, SN 1604
La mística, música y erudita Hildegard von Bingen en una de sus canciones visionarias habla de una lucida materia ("materia luminosa" en latín) con la cual la divinidad infundió el cosmos. Esta materia luminosa --que es "la brillante y alegre belleza del Sol" y la Palabra insuflada del espíritu-- es la que forma el cuerpo humano y es el sostén mismo de todas las criaturas, una materia espiritual (la luz elimina la dualidad entre materia y espíritu). Wighard Strehlow en su libro Hildegard of Bingen's Spiritual Remedies compara las las visiones de la mística alemana con los biofotones de Popp: "Las visiones de Hildegard de proyectiles de bolas de fuego llevando la información biológica de todas las células van más allá del conocimiento de su tiempo".
El cabalista Aryeh Kaplan, en su traducción
del Sepher Yetzirah, nos dice que existen mil 21 posibles permutaciones de las
letras del alfabeto hebreo, “un número cercano al número total de estrellas
totales en el universo… así que a partir de las permutaciones del alfabeto, un
nombre puede ser formado para cada estrella del universo. Esto en concordancia
con la enseñanza de que cada estrella tiene un nombre individual”.
El gran médico hermético Paracelso escribió:
"Hay una estrella en el hombre por cada estrella en el cielo". Manly
P. Hall sobre esto agrega:
"Un místico escribió: 'Hay una flor en
el campo por cada estrella en el cielo'. Los electrones son pequeñas estrellas;
las estrellas son vastos electrones. Cada célula es un sistema solar y cada
sistema solar es una gran célula. Los órganos del cuerpo humano están hechos de
incontables diminutos universos y nuestro universo en conjunto con innumerables
otros compone los órganos de un ser más vasto".
Por Alejandro Mar G.
via pijamasurf
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