Una intención no es únicamente un deseo. Es
el uso de tu voluntad. Por ejemplo, si no te gusta la relación que mantienes
con tu pareja, y te gustaría que fuera diferente, ese deseo no cambiará por sí
solo la relación. Si verdaderamente deseas cambiar esa relación, ese cambio
comienza con la intención de realizarlo.
Cómo cambiará depende de la intención que tú
tengas. Si pretendes que la relación con tu pareja se vuelva armoniosa y
amorosa, esa intención te abrirá nuevas percepciones. Si ése es el caso, te
permitirá observar el amor que tu pareja te expresa de la manera en que él o
ella lo hace. O te permitirá, en caso contrario, comprobar la ausencia de ese
amor. Te reorientará dirigiéndote hacia la armonía y el amor de tal manera que
puedas ver con claridad desde esa perspectiva qué es necesario para cambiar tu
relación y si es posible conseguirlo.
Si te encuentras en medio de intenciones que
se enfrentan unas a otras, te sentirás deshecho por la indecisión, puesto que
las dinámicas de ambas intenciones se pondrán en movimiento y se opondrán la
una a la otra. Si no eres consciente de todas tus intenciones ganará la
más fuerte.
Una personalidad fragmentada experimenta las
circunstancias de su vida como si fueran más poderosas que ella misma. Una
personalidad fragmentada es aquella que necesita purificarse. Cuando una
personalidad se vuelve consciente y queda integrada, purifica aquellas partes
de su alma que se han encarnado precisamente con la finalidad de purificarse. Y
la Luz que fluye por toda la personalidad se concentra en un destello único y
claro.
Fuente: Internet
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