Ah, la
temporada festiva de paz y buena voluntad finalmente llegó. ¿Qué significa esto
para ti?
¿Compras?
¿Nieve? ¿Entregar regalos? ¿Un tiempo para compartir con familia y amigos? Hay
algo particular en esta época del año que parece poner tanta presión como la
dicha que originalmente debía traer. Esta época del año me recuerda al juego de
las sillas musicales.
"LA TEMPORADA FESTIVA DE PAZ Y BUENA VOLUNTAD FINALMENTE
LLEGÓ".
¿Alguna
vez jugaste a las sillas musicales? La premisa es simple. Los jugadores caminan
alrededor de una hilera de sillas mientras la música suena. Cuando la música se
detiene de pronto, todos corren a la silla más cercana. Hay una silla menos que
el número de jugadores. El que se quede de pie sin una silla es eliminado del
juego. En cada ronda se elimina a un jugador, hasta que solo queda un ganador
que es el que logre sentarse en la única silla que queda en la última ronda del
juego.
De niña, cada
vez que jugaba a las sillas musicales sentía un nudo en el estómago. Detestaba
la sensación de ser la única que quedaba de pie. Por un instante me sentía sola
y rechazada, y abandonaba el juego derrotada y cabizbaja. De adultos, seguimos
jugando este juego cuando luchamos por estar con otras personas durante las
fiestas.
Podríamos
pasar una noche a solas en casa y sentirnos bastante satisfechos. Pero si esa
noche resulta ser la Víspera de Año Nuevo, de alguna manera esa persona es
catalogada como perdedora porque no ha salido a festejar y beber mientras finge
importarle la caída de la bola brillante en la cima de un edificio en el helado
Times Square a la medianoche; como todos fingen hacerlo.
"HOY ES EL DÍA PARA COMPARTIR MÁS AMOR, ABRIR MÁS NUESTRO CORAZÓN,
APRECIAR MÁS A QUIENES NOS RODEAN".
Las
fiestas y los cumpleaños pueden ser experiencias dolorosas cuando permitimos
que nuestras expectativas sean imposiblemente altas, lo que causa que el
resultado sea decepcionante. ¿Por qué nos permitimos estar sujetos a la presión
interna de catalogarnos como “buenos” o “no muy buenos” conforme a nuestros
planes sociales o si queremos socializar o no? ¿Por qué nos torturamos
innecesariamente de esta manera?
Hubo años
en los que este tipo de ocasiones eran muy dolorosas y solitarias para mí. En
aquel entonces no entendía por qué. Gracias al aprendizaje de los principios
kabbalísticos básicos, voy a compartir el secreto de lo necesario para
transformar en ocasiones felices y satisfactorias aquellas ocasiones potencialmente
dolorosas y solitarias.
Cuando
nos detenemos a pensar al respecto, no es la ocasión en sí lo que nos genera
confusión, es el reconocimiento de que esta ocasión nos muestra cómo, y con
quiénes, hemos estado invirtiendo nuestra preciada energía a lo largo de todo
el año.
Mientras
la música de la vida diaria suena de fondo, podría preguntarme: “¿Estoy ocupada
corriendo en mi círculo de ensimismamiento o estoy invirtiendo mi energía en
compartir con los demás y quererlos?”.
Así que
cuando la “música” se detiene en días como Janucá, Navidad, Víspera de Año
Nuevo o un cumpleaños, me sentía completamente sola sufriendo los efectos de mi
falta de esfuerzo en invertir en las relaciones importantes de mi vida los
otros días del año.
La
felicidad que sentimos con los demás durante las fiestas es directamente
proporcional a cuánto hemos compartido con los demás y nos hemos interesado por
ellos cada día del año.
Si
quieres hacer que esas ocasiones especiales sean más satisfactorias, hazte las
siguientes preguntas:
¿Cuánto
tiempo paso estando verdaderamente presente con mi cónyuge o
pareja, mis hijos y todas las personas que más me importan (sin un teléfono o
tableta en mano)?
¿Cuánto
tiempo y energía doy a mi comunidad?
Verás, el
tiempo que invertimos en cuidar y compartir con otras personas cada día
se nos refleja en esas ocasiones especiales.
Así que
si deseas hacer que tu temporada festiva o cualquier otra ocasión especial sea
más dichosa y satisfactoria, entonces reconoce que HOY es el día para compartir
más, ocuparnos más y sacrificar más por los demás. Hoy es el día para compartir
más amor, abrir más nuestro corazón, apreciar más a quienes nos rodean.
A partir
de este momento, elige decir “te quiero” una vez más, abrazar una vez más,
hacer sonreír a alguien una vez más. Recordemos vivir HOY como una “ocasión
especial”.
Y cuando
menos lo esperes, alguien especial quizá te guarde un lugar la próxima vez que
la música se detenga.
¡Felices
fiestas!
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