Janucá es considerada como la festividad de
los milagros. La historia de Janucá cuenta cómo Antíoco IV Epífanes invadió
Jerusalén, saqueó el Segundo Templo y prohibió el judaísmo, lo que provocó que
los judíos se rebelaran. Cuando la insurrección judía tuvo éxito, debían
reparar el Templo y se necesitaba aceite sagrado para mantener la menorá
encendida esa noche. Solo quedaba un recipiente de aceite, lo suficiente para
mantenerla encendida un día, pero milagrosamente ardió por ocho días; lo cual
les dio suficiente tiempo para producir más aceite.
“UN MILAGRO ES EL
RESULTADO NATURAL DE LOS CAMBIOS MILAGROSOS EN NUESTRA PROPIA NATURALEZA”. ~
RAV BERG
Los kabbalistas enseñan que Janucá no es una
simple conmemoración de estos eventos, sino que en realidad es una ventana en
el tiempo donde hay una apertura en los Mundos Superiores y la energía de los
milagros infunde todo el universo. Durante estos ocho días, la misma energía de
milagros que permitió que ese evento trascendental ocurriera puede ser atraída
a nuestra vida para ayudarnos con cualesquiera desafíos que enfrentemos el
próximo año.
Se dice que todo lo necesario para acceder a
esta energía es encender las velas en Janucá. A través del acto de traer Luz al
mundo, la oscuridad desaparece.
Para garantizar que sigamos atrayendo esta
energía a nuestra vida, aquí presentamos ocho consejos para que hacer milagros
sea una buena práctica, ¡no solo para Janucá sino para cualquier momento del
año!
1. Acepta los desafíos.
Es natural que queramos evitar los obstáculos
y las dificultades en nuestra vida. Nos provoca huir o circunvalarlos. Es
importante recordar que nuestros desafíos son una bendición igual que las cosas
buenas en nuestra vida. Los desafíos nos proporcionan oportunidades poderosas
para crecer, aprender y ascender a un nivel espiritual superior. Huir de
nuestros problemas solo nos aparta del camino que el Creador ha dispuesto para
nosotros; un camino que nos conducirá a una conexión genuina y duradera. Cuando
reformulamos la manera en la que vemos nuestros desafíos, nos abrimos a que la
Luz del Creador entre en nuestra vida y atraemos milagros.
2. Enfrenta los miedos directamente.
Casi todos nuestros temores se originan en
una falta de certeza en el Creador. Nos asustamos cuando comenzamos a dudar de
que el Creador solo busca nuestro beneficio. Podemos desarrollar una conexión
más fuerte con la Luz del Creador al confiar en que el camino ante nosotros
está basado exactamente en lo que necesita nuestra alma. Cuanto más
fortalezcamos esta certeza, más veremos que no hay nada que temer salvo al
miedo mismo.
3. Ve la Luz en todos.
Uno de los mayores impedimentos para que la
Luz entre en nuestra vida es nuestro propio ego. El ego nos dice que somos
mejores o peores que otras personas, lo cual evita que veamos la chispa del
Creador que existe en todos.
4. Comparte cuando sea difícil.
Si todo es cómodo en nuestro trabajo espiritual,
suele ser una señal de que no nos estamos esforzando para crecer. Debemos
compartir con los demás incluso cuando no sea fácil, dar amor aun a aquellos
que no soportamos, y mantenernos positivos ante la adversidad. Es en estos
momentos, en los que dejamos los confines de nuestra zona de confort, en los
que más crecemos.
5. Ofrece amor y bondad.
Amar a tu prójimo es una idea agradable en la
que todos concordamos, pero ponerla en práctica implica el trabajo de toda una
vida. Requiere paciencia, aceptación y compasión por aquellos que son
diferentes a nosotros. Implica perdón y comprensión por aquellos que nos han
lastimado. ¡Y también requiere que nos amemos a nosotros mismos!
6. Suelta el pasado.
Cuando albergamos resentimiento o
remordimiento, vivimos en el pasado y permitimos que afecte negativamente el
presente. Quizá usemos traumas pasados como una excusa para alejar a personas o
ser desconfiados, o tal vez nos arrepintamos de nuestras propias acciones hasta
el punto en que nos hace ser autodestructivos, iracundos y llenos de culpa. El
Creador nos ama incondicionalmente y nos perdona hasta en nuestros peores
momentos. Cuando practicamos este mismo amor y perdón incondicional, nos
acercamos al Creador y permitimos que entren milagros increíbles a nuestra
vida.
7. Resístete a la reactividad.
Cuando somos reactivos, dejamos que fuerzas
externas asuman el control de la manera en que nos sentimos y comportamos.
Cuando reaccionamos con rabia, miedo, prejuicio o tristeza, salimos del asiento
del conductor. Por otro lado, cuando somos proactivos, permanecemos en control
de nosotros mismos, lo cual mantiene una conexión con la Luz del Creador. Es
importante que hagamos una pausa, reconozcamos que nuestra reacción es el
verdadero enemigo, nos demos cuenta de que la situación proviene de la Luz, y
le pidamos al Creador ayuda para encontrar una solución proactiva.
8. ¡Emociónate!
Todo es posible a través de la Luz del
Creador. Cuando tenemos certeza absoluta en el Creador, sabemos que no hay
límite para los milagros que pueden ocurrir. Abrirnos a las posibilidades
infinitas abre un canal para que fluyan las bendiciones. El Creador es una
fuente infinita de bendiciones y no hay límites para la Luz que podemos revelar
en el mundo.
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Janucá, la festividad de los milagros, tiene
el potencial de llenar cada aspecto de nuestra vida con inspiración, entusiasmo
y deseo. Es un momento en el que podemos atraer milagros asombrosos a nuestra
vida y el mundo. Cuanto más practiquemos los consejos previos, más podremos continuar
trayendo esos milagros a nuestra vida a lo largo de todo el año.
Tal como dijo Rav Berg una vez: “Un milagro
es el resultado natural de los cambios milagrosos en nuestra propia
naturaleza”.
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