El hombre anatómico (1416) Miniatura de «Les tres riches heures du Conte de Berry»
Extracto del
Astroglosario de Bruno Huber (traducción: Joan Solé, 2000-2007)
En los textos de
la Edad Media aparece como iatromatemática (gr. iatros, médico). En general, se
entiende por astromedicina la utilización del horóscopo individual para el
diagnóstico de enfermedades (ya sea para realizar una predicción de
enfermedades futuras o para diagnosticar una enfermedad ya contraída).
En los siglos
pasados, la terapia adecuada para una enfermedad se determinaba mediante el
horóscopo de decumbitura (ver al final) que se calculaba para el momento
del inicio de la enfermedad.
Hacia el final de
la Edad Media, el arte de la iatromatemática se enseñaba en las universidades.
En aquellos tiempos, un médico era casi siempre matematicus et astrologus.
Este arte tuvo un
gran florecimiento entre los siglos XIII y XVII. Por una parte tuvo exponentes
asombrosos y admirables (Agrippa, Paracelso, etc.) pero, por otra, dejó a
muchas personas enfermas para toda la vida y provocó muertes anticipadas.
Molière decía con una gran dosis de ironía: «El enfermo no muere de la
enfermedad, sino de los médicos».
Pero, sin duda,
la forma más noble (según la valoración actual) se dio en la cultura griega. El
exponente más extraordinario fue Hipócrates (400 a.C.) que, a modo de
invocación del dios Esculapio, construyó un enorme complejo de salud en la isla
de Cos, que fue a la vez un lugar de salud, una universidad y un templo.
Su lema era
buscar la salud en la unidad de cuerpo, alma y espíritu, y sintiéndose parte de
la naturaleza y el cosmos.
Hipócrates
influyó e inspiró a muchos grandes pensadores. Desafortunadamente, casi no
disponemos de información de primera mano sobre los métodos propios de esa
época.
Lo que hoy
conocemos de la época clásica se debe fundamentalmente a Ptolomeo
(Tetrabiblos). Se trata sobre todo de una clasificación de las distintas partes
del cuerpo humano según los signos zodiacales, que se ha venido utilizando de
forma general hasta nuestros días:
Debe destacarse
que, en esta clasificación, a parte del corazón, el estómago y los intestinos,
no se nombra ningún otro órgano interno. Órganos como el cerebro, los pulmones,
los riñones y otros fueron añadidos posteriormente por los árabes entre los
siglos VI y X.
La clasificación
de los cuatro elementos realizada en la Grecia clásica (fuego, tierra, aire y
agua, hoy reconocibles como los cuatro estados agregados de la materia en
física: sólido, líquido, gas y plasma) fueron formulados ya por Empédocles (550
a.C.) como los fluidos corporales o temperamentos (humores) condicionantes del
estado de salud:
En algún momento
hacia el final de la Edad Media, las formulaciones de agua y tierra fueron
intercambiadas. Se desconoce el autor. Esta sistemática fue utilizada durante
bastante tiempo como esquema simple para realizar los dictámenes de salud o
enfermedad pero, con frecuencia, condujo a tratamientos erróneos y peligrosos.
Este modelo no
encaja con los actuales conocimientos médicos (de hecho, hoy tampoco sabemos
qué entendía Empédocles, en realidad, bajo determinados conceptos como flema,
bilis negra, etc.).
A partir del
Renacimiento hay una serie interminable de intentos de asociar los planetas a
los órganos internos, puesto que los antiguos no dejaron nada establecido al
respecto. Ninguno de los diferentes sistemas (bastante contradictorios entre
sí) da buenos resultados en la práctica de la medicina moderna debido al
concepto completamente distinto y altamente complejo que se tiene actualmente
de las funciones de los órganos.
Debido a su
construcción excesivamente simple y lapidaria, los sistemas antiguos no
funcionan bajo los significados de los nuevos planetas. Sin embargo, existe un
esquema que sí encaja con los conocimientos médicos actuales. Se encuentra
sobre todo en la astrología hindú, pero también en algunos alquimistas y
teurgos europeos como Gichtel (Teosofía Práctica, 1.696).
Este sistema
establece una correlación entre los siete planetas clásicos (desde la Luna
hasta Saturno) y los centros etéricos del cuerpo humano postulados por los
esotéricos. En el esoterismo moderno (teosofía), estos centros se asocian al
sistema de glándulas de secreción interna. La medicina moderna considera este
sistema de hormonas como un decisivo mecanismo biológico de dirección de todas
las funciones de los órganos humanos.
Las glándulas
segregan las hormonas que producen directamente en el flujo sanguíneo de forma
que, en muy poco tiempo, alcanzan el órgano necesario para la respuesta ante la
situación del entorno registrada.
Las glándulas han
sido previamente estimuladas debido a la recepción de un estímulo mediante
algún órgano sensorial (algo se ha visto, oído, etc.).
Este sistema
biológico extraordinariamente inteligente, no sólo tiene soberanía para la
autoconservación del propio cuerpo, sino que también es la instancia mediadora
con los procesos psíquicos inconscientes y conscientes: el mecanismo
psicosomático.
Si los
conocimientos de esta sistemática se emplean en un horóscopo individual, se
puede ir a las raíces de la enfermedad. Los éxitos de curación con terapias
médicas o psicológicas son más profundos que con los usuales diagnósticos sobre
el círculo de síntomas.
El sistema ha
sido clínicamente probado múltiples veces (siempre con claros resultados
positivos). No obstante, para que pueda ser manejado desde el punto de vista
médico sin problemas, debe ser probado más ampliamente. Desafortunadamente,
faltan especialistas en el sistema glandular (endocrinólogos) y en procesos
psicosomáticos que estén dispuestos a emprender una investigación tan poco
ortodoxa (por astrológica) con su fondo de conocimientos y de experiencia.
Decumbitura
(N del T:
Extracto del Diccionario Astrológico de Nicholas Devore:
Decumbitura: Literalmentre: acción de yacer. Figura horaria erigida para el momento en que una persona se enferma, juzgándose por él la naturaleza posible, pronóstico y duración de la enfermedad).
Decumbitura: Literalmentre: acción de yacer. Figura horaria erigida para el momento en que una persona se enferma, juzgándose por él la naturaleza posible, pronóstico y duración de la enfermedad).
Horóscopo
calculado para el momento del inicio de una enfermedad. Este horóscopo (así se
acepta) debe contener la «causa de la enfermedad», cuya localización y
definición permite determinar la «cura» adecuada, es decir, la medicación
pertinente.
Hoy, el término
decumbitura prácticamente no se utiliza. Muchos astrólogos ni siquiera lo
conocen y la técnica apenas se emplea. Diversos motivos lo explican.
El método
proviene de los griegos. La bibliografía disponible es del período del
Renacimiento, época en la que la decumbitura tuvo un gran florecimiento.
La idea
fundamental era que, desde el punto de vista cósmico, el momento del inicio de
la enfermedad era un momento enfermizo, esto es, un momento en el que no podía
ocurrir nada bueno (así lo definen por lo menos Junctinus (1523-1580) y otros
autores de su época).
Entre los
distintos autores existen conceptos contradictorios; por ejemplo, en lo
referente a cual es el momento correcto para el cálculo de la decumbitura. ¿Es
el momento en el que aparece la enfermedad o el momento en que los familiares
se dan cuenta? ¿O debe escogerse el momento en que el médico lo formula de
forma oficial? Esto ha recibido distintos tratamientos.
No obstante,
desde la óptica actual, existe un elemento que constituye un error fundamental
en el método. Se trata del hecho de que toda la literatura presenta la
decumbitura como un método independiente y aislado, es decir, existente por sí
mismo.
En ningún momento
se busca o se recomienda establecer una relación con el horósocopo natal del
paciente. Y, efectivamente, esto constituye un punto de vista limitado de la
situación y peligroso (que por otra parte, es típica del pensamiento
determinista de la Edad Media). En el mismo momento podría nacer un niño que,
en consecuencia, debería estar enfermo durante toda su vida. Sin embargo, existe
suficiente evidencia que demuestra que éste no es el caso.
Los métodos
modernos consideran los tránsitos u otros elementos de tiempo y los aspectos
que se forman con el horóscopo del enfermo, considerándolos como
«desencadenantes» de la enfermedad. De todos modos, hoy, las causas de la
enfermedad se buscan en la estructura del horóscopo natal del paciente.
Gráfico de La
astrología y los siete rayos (Bruno & Louise Huber), API Ediciones, 2007
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