Culturas ancestrales, previo al surgimiento del
patriarcado, reconocían el valor de útero como centro energético de la
creación y principio femenino, que emulaba los atributos de la Madre
Tierra.
Todos los niños y niñas se forman en el interior del
vientre materno, sin embargo, para las mujeres esto implica la formación de su
propio útero en el útero de la madre, con la consecuente carga emocional
vinculada a ello.
Al tener conciencia de este hecho, es posible aceptar
la idea de que el útero de la madre, en el momento de su formación, recibió las
memorias de la abuela, y ésta a su vez de sus antepasadas.
Se trata de la representación del linaje
materno y femenino, una fuente inagotable de sabiduría y creatividad, que
permanece en estado latente, a la espera de ser despertada y aprovechada.
Las restricciones sociales y culturales han roto el
vínculo de las mujeres con su linaje materno, enfrentándolas entre ellas y
cercenando parte de lo que son. Si no honras el principio creador que fluye en
ti, conectándote con tus ancestros femeninos y otras mujeres, no puedes sanar y
no puedes avanzar.
CONECTANDO CON EL LINAJE
MATERNO
Cuando estableces conexión con tu linaje
materno funcionas en armonía con las energías de la Madre Tierra y la
de todas las mujeres de tu familia que te antecedieron, ganando sanación y
equilibrio emocional.
Recuerda que, a través del útero, las antepasadas que
forman parte de tu linaje materno, te heredaron memorias celulares que pueden
incluir patrones de dolor, falsas creencias limitantes o bloqueos negativos.
No obstante, también te brindaron habilidades y
hermosos dones como fuerza, coraje, capacidad de amar, creatividad y sabiduría.
Parte de lo que eres viene del poder de tu linaje materno, y debes saber
aprovecharlo.
Una forma simple de armonizarte con tu linaje
materno es preparando un sencillo ritual. Escoge una noche de Luna
Llena, y busca un lugar tranquilo, donde puedas estar sin ser molestada,
durante la experiencia.
Lleva contigo un plato pequeño, donde colocaras una
vela (cuida que el plato no sea de material inflamable) y un pequeño cuenco o
recipiente con agua. El cuenco puede ser de cerámica, vidrio o metal, no
plástico.
Toma asiento en el piso o en una mesa, donde te
sientas más cómoda. Sitúa el cuenco con agua a tu izquierda, y el plato con la
vela a la derecha. Revisa que no haya elementos inflamables o conductores del
fuego cerca.
Enciende la vela. Cierra los ojos y visualiza una luz
blanca que te envuelve de pies a cabeza. Respira lentamente, concéntrate en tu
respiración o en los latidos de tu corazón. Deja que las preocupaciones
del día te abandonen.
Cuando te sientas en estado de relajación, visualiza
tu útero y ofrécele energía de amor. Siente su conexión energética con la
Tierra. Ahora trae a tu mente la figura de tu madre, tu abuela, y todas
las mujeres de tu linaje materno que recuerdes.
Puedes invocarlas por sus nombres, incluso cuando no
las hayas conocido físicamente. Un ejemplo de invocación puede ser:
Soy Ana, hija de Paula, nieta de María, bisnieta de
Luisa, descendiente de todas las mujeres que me antecedieron.
Una vez tengas su imagen en mente, agradéceles por el
aporte positivo que han brindado a tu vida, por las oportunidades de contraste,
y reconoce que ellas también forman parte de tu vínculo con todas las mujeres
de la Tierra.
Pide al Universo o la Divinidad que canalice energía
de amor y sanación para todas, incluyéndote, para limpiar todos aquellos
patrones y memorias energéticas negativas, individuales y grupales.
Solicítale sabiduría y apertura para recibir todos los
dones, que vienen a ti por la gracia de tu linaje materno. Terminada la
visualización, agradece su presencia a los ancestros de tu linaje
materno y despídelas con amor. Abre los ojos. Deja la vela encendida
hasta que se consuma, en homenaje, y arroja el agua al drenaje.
Puedes realizar este ritual siempre que lo desees.
No hay comentarios:
Publicar un comentario