Este artículo sobre la porción de la semana fue
publicado originalmente en 2017.
Viktor Frankl dijo: “Cuando ya no podemos cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”, y cuán verdadera es esta frase. Sin embargo, el poder de cambiarnos a nosotros mismos no sólo existe en esos momentos restrictivos en los que somos acorralados en circunstancias extremas. Al aumentar
nuestra conciencia para vivir la realidad desde un punto de vista más espiritual, nos damos cuenta de que todo —lo bueno, lo malo, los ascensos, los descensos y cada desafío que enfrentamos— se presentan para que podamos avanzar y convertirnos en algo mejor de lo que somos hoy. Somos puestos a prueba en nuestra vida porque a través de esos desafíos revelamos quiénes somos; “mostramos de qué estamos hechos”, como dicen.Esta idea es algo que Avraham el Patriarca sabía muy
bien. Avraham pasó por diez pruebas distintas, pasó por lo que consideraríamos
las situaciones más dolorosas y, aun así, en ningún momento cayó en una
conciencia de “víctima”. Pudo haber dicho fácilmente: “Dios, ¿por qué me está
pasando esto? De verdad, yo soy justo, no me merezco esto… ¡Soy Avraham el
Patriarca, por todos los cielos!”, pero, más bien, está escrito en la porción
de Jayéi Sará que Avraham estaba “entrado en días”, es decir, cada mañana abría
los ojos y le daba la bienvenida al día que tenía por delante, lo hacía con la
intención de enfrentar sus desafíos para poder transformarlos en una realidad
más positiva para él y para el mundo con el poder de su amor y su certeza en la
Fuerza de Luz de Dios. Nunca se atascó en pensar que el “empaque” de la circunstancia
externa era todo lo que había: siempre despertó su poder interno para cambiarse
a sí mismo y expandir la presencia de su alma en el mundo. Vivió para encontrar
la Luz en la oscuridad.
Con mucha frecuencia, al enfrentar nuestros propios
desafíos, pensamos: ¿Cómo puedo escapar de esta situación? ¿Cómo puedo
evitar a esta persona? ¿Cómo puedo conseguir una manera de NO lidiar con esto? Hacemos
eso o entramos en el oscuro umbral de la duda de la existencia de la Luz en
nuestra vida o de la validez del camino espiritual que hemos recorrido,
olvidando así todos los milagros que ya hemos visto. No obstante, Avraham en
esta porción nos recuerda y nos motiva a buscar la ventana que se abre cuando
todas las puertas se cierran; a encontrar ese lugar interior en el que tenemos
la fortaleza y la certeza para aceptar nuestros desafíos, sabiendo que siempre
hay una manera, un camino para superar la situación, aunque no se parezca a
aquello que nos imaginamos que sería una solución perfecta.
A veces el primer paso es tan simple como asumir una
postura mental fortalecida de “De acuerdo, este es el desafío ante mí. Sé que
aquí hay Luz a pesar de la oscuridad que estoy viviendo. ¿Cómo puedo enfrentar
esto de manera positiva?”.
La espiritualidad no es algo que ocurre de manera
espontánea. Mientras tengamos aliento en los pulmones, siempre habrá una
especie de prueba de fuego. Es gracias a la aceptación, la lucha, la certeza y
la superación que revelamos y desarrollamos nuestro poder interno.
Sin importar el obstáculo que enfrentamos, el desafío
espiritual sigue siendo el mismo: debemos “entrar en nuestros días”, vivir cada
momento con el fin de encontrar la Luz que existe en la oscuridad. El primer
paso, por supuesto, es simplemente saber que la Luz está allí.
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