Esta semana exploramos las cuatro prácticas del Camino del Sabio: La Práctica de la Mente de Principiante, La Práctica de Vivir en Consecuencia, La Práctica de la Transparencia y la Práctica de la Integridad. Tómate un tiempo para reflexionar profundamente sobre cada práctica y sobre cómo podría cambiar tu vida.
Mente de principiante. Practicar la mente de principiante requiere que nos desprendamos de nuestras nociones preconcebidas. Como dijo Jesús: “Si no se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos”. En otras palabras, nuestras vidas se vuelven mucho más
sencillas cuando no estamos cargados por el equipaje de nuestras historias y expectativas: es entonces cuando somos capaces de caminar por la nieve sin dejar huellas, dicen los Laika. Dejamos de estar hastiados y nos abrimos a las oportunidades que se nos presentan. La inocencia y la espontaneidad vuelven a impregnar nuestras vidas, y perdemos la actitud de “ya he pasado por eso”. Nos volvemos infantiles, experimentando las cosas como si fuera la primera vez. Los practicantes del Zen se esfuerzan por alcanzar lo que se conoce como “mente en blanco”. Cuando practicamos la mente del principiante, no nos olvidamos de nuestros años de experiencia, simplemente no confundimos lo que aprendimos ayer con lo que estamos descubriendo hoy.Vivir en
consecuencia. La
práctica de vivir en consecuencia consiste en reconocer el impacto que tiene
cada acción que realizas en las generaciones futuras. Los Guardianes de
la Tierra entienden que incluso los pensamientos tienen un impacto en el
mañana, por lo que son conscientes de cada imagen y emoción que experimentan.
Cuando practicas la vida consecuente, eres plenamente consciente del impacto de
cada pensamiento, intención y acción que tienes, y te preocupas por hacerlos
positivos y sanadores en lugar de egoístas y destructivos. Reconoces cuándo
estás actuando por miedo y eliges deliberadamente actuar por amor en su lugar.
Asumes la responsabilidad de todas tus acciones y el universo se da cuenta de
ello, haciendo que tu karma, tanto el bueno como el malo, sea inmediato.
Transparencia. Practicas la transparencia cuando dejas de
ocultar las partes de ti mismo que te incomodan. Significa que permitimos que
los demás nos vean y que no tenemos nada que ocultar. Al fin y al cabo, lo que
nos esforzamos por ocultar es lo más visible para los demás. Pero ocultamos
algo más que nuestras inseguridades. A menudo ocultamos también nuestra belleza
y nuestro poder porque nos sentimos incómodos con ellos o tememos las
consecuencias de dejar brillar nuestra luz. Ocultar nuestro verdadero yo atrae
hacia nosotros a quienes encarnan aquello que mantenemos en secreto.
Externaliza nuestro proceso de sanación, enredándonos en el drama de otra
persona y dejándonos más vulnerables y frágiles de lo que éramos antes.
Integridad. La práctica de la integridad
consiste en ser fiel a la palabra dada y reconocer su poder para crear la
realidad. Para los Laika, no hay nada más importante que ser fiel a la palabra
dada, por lo que son muy cuidadosos con lo que se dicen a sí mismos y a los
demás. Lo que te repites a ti mismo es igual de poderoso, como “soy un
perdedor”, “no soy tan listo como esa persona” o “nunca encontraré el amor”,
así que debes tener cuidado. Tu palabra es un voto que haces. Y cuanto más
vives una vida espiritual, más poder tiene tu palabra y menos margen de
maniobra tienes. Vivir fieles a nuestra palabra crea un poder espiritual que es
esencial para soñar un mundo mejor. Sin este poder, tus sueños nunca
adquieren forma y siempre acaban derrumbándose justo cuando están a punto de
dar fruto.
¿Qué has aprendido
sobre el Camino del Sabio?
Alberto
Villoldo, Ph.D
Extracto del libro “Las Cuatro Revelaciones: Sabiduría, Poder y Gracia de los
Guardianes de la Tierra”.
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