Karen Berg
Estamos separados para que encontremos la unidad.
Somos diferentes para que elijamos la armonía.
Somos distintos para que descubramos las muchas maneras en las que sorprendentemente somos iguales.
Estamos separados para que encontremos la unidad.
Somos diferentes para que elijamos la armonía.
Somos distintos para que descubramos las muchas maneras en las que sorprendentemente somos iguales.
Esta semana leemos la porción de Bamidbar, el primer
capítulo en el libro de Números. En esta historia los israelitas fueron
contados o “numerados”. ¿Para qué querría el Creador saber cuántos seguidores tenía?
Después de todo, Él es el Creador. ¿No lo sabría ya debido a Su omnipresencia?
Afortunadamente, tenemos al Zóhar para que nos ilumine en esto.
Había 600.000 almas contabilizadas. Al igual que había
600.000 cuando estaban en Egipto, 600.000 cuando salieron de Egipto y 600.000
cuando vagaban por el desierto. ¿Cuántas había cuando entraron a la tierra de
Israel? ¡Correcto! 600.000. Ahora bien, ¿cómo puede ser así? Pasó mucho entre
cada uno de esos períodos: murieron personas, nacieron bebés, pero su número no
cambió. El Zóhar revela que 600.000 es el número de chispas de la Luz del
Creador que están dispersadas entre todas las almas aquí en la tierra. Hay
miles de millones de personas en el planeta, muchas de las cuales comparten la
misma chispa que tú y yo (por cierto, cuando conoces a alguien e inmediatamente
sientes una atracción o una conexión espiritual con esa persona, con frecuencia
esta es la razón).
No es coincidencia que la Torá también tenga
exactamente 600.000 letras si se cuentan tanto las letras negras como blancas.
Las letras negras son las que podemos ver, mientras que las blancas, el espacio
que hay entre las negras, son las letras que no podemos ver. Si falta tan solo
una letra, negra o blanca, se invalida toda la Torá. ¿Qué nos intenta enseñar
la Torá?
Todos formamos parte de la fuerza divina conocida como
la Luz creadora. Puede que parezca que estamos fragmentados, pero en esencia
todos estamos conectados. Del mismo modo en el que cada letra de la Torá tiene
un propósito, también lo tiene cada persona. Ese propósito es ayudarnos unos a
otros, debido a que solo a través de nuestra fuerza combinada —la unión de
todas nuestras chispas— formamos la suma del todo. Por eso es tan importante el
respeto mutuo y la dignidad humana por todas las personas, incluso por aquellas
cuyas costumbres son diferentes a las nuestras. Estamos destinados a ser diferentes,
estamos destinados a ser distintos y sin embargo actuar como Uno.
Esta es una poderosa semana para practicar la unidad.
Esto no significa que nos volvamos mejores amigos de todos. No tenemos que
tomarnos todos de las manos y cantar “Un millón de amigos”. Solo debemos ser
conscientes del valor de cada quien, del valor de cada chispa que es única en
sí misma. Todos tenemos personas que nos alteran, quizá ni siquiera sabemos por
qué, pero algo en ellas nos molesta, ¿cierto? Pues bien, esta es una buena
semana para hacer algo agradable por esas personas. Envíales un correo
electrónico con frases motivadoras o una tarjeta de regalo. Pueden parecer cosas
insignificantes, pero con los pequeños gestos bondadosos construimos puentes
donde una vez hubo muros. Así es cómo nos unimos más, nos inspiramos más y nos
acercamos un poco diariamente a un mundo más pacífico.
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