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7 de mayo de 2020

LO QUE COMEMOS NOS PRODUCE DISTINTAS EMOCIONES


Está comprobado científicamente que la comida modifica nuestras emociones y, por tanto, puede influir en nuestro comportamiento, ya que los seres humanos somos, física y químicamente, emocionales. 

De ahí la conocida frase ERES LO QUE COMES.


En el hipotálamo (glándula que se encuentra en el centro de la cabeza) se producen un gran número de neurotransmisores que dan lugar a sensaciones tales como odio, amor, dolor, placer… Estos neurotransmisores son los encargados de transmitir el impulso nervioso de una neurona a otra y su producción oscila durante el día. La obtención de los neurotransmisores se produce uniendo unas sustancias llamadas péptidos (que son pequeñas cadenas de aminoácidos), que pasan a la sangre a través de la glándula pituitaria, produciendo las diferentes emociones que sentimos, al llegar a las diferentes células de nuestro cuerpo; por tanto, el hipotálamo es la fábrica de nuestras sensaciones.

Existen más de 90 neurotransmisores conocidos, pero, entre los neurotransmisores más influyentes en nuestras emociones, está la noradrenalina, que aumenta la alerta y la atención, la dopamina, que influye en la memoria y la creatividad, y la serotonina que nos confiere un estado de sedación, placer, somnolencia, buen humor y tranquilidad, regula el apetito…

La comida modifica nuestras emociones y puede influir en nuestro comportamiento.

Otro neurotransmisor es la oxitocina, que se produce en la glándula pituitaria, que se libera al abrazarnos y acariciarnos. Esta sustancia tiene efectos muy beneficiosos para la salud, ya que baja la tensión arterial, las pulsaciones del corazón y elimina el estrés. También se segrega cuando tocamos a los animales, de ahí el papel terapéutico que tienen éstos con las personas con problemas de soledad. Por tanto, la oxitocina aumenta la confianza y reduce el miedo social.

La producción de estos neurotransmisores, específicamente la serotonina, está bajo el control de la luz solar. Dicha sustancia, al amanecer, se encuentra elevada y paulatinamente va descendiendo a lo largo del día hasta que alrededor de las cuatro de la tarde, disminuyen sus niveles significativamente, lo que produce una sensación de tristeza, ansiedad e irritabilidad, e impulsa el deseo de comer galletas, dulces o chocolate en horas de la tarde. Luego permanece muy baja hasta que anochece; y cuando llega la oscuridad comienza de nuevo su ascenso, alcanzando sus máximos niveles en la madrugada.

Si dos jugadores de ajedrez, del mismo nivel, se echan una partida después de comer y uno de ellos come verduras y frutas y el otro pasta, ¿quién ganará la partida?

El que ha comido verduras y fruta, es decir comió liviano, y esto no le produce somnolencia después de ser ingeridas y permiten que el cerebro funcione a pleno rendimiento, mientras que las comidas ricas en carbohidratos (pastas, arroces, legumbres…) provocan todo lo contrario, ya que los carbohidratos permiten producir serotonina, dando lugar a una sensación de felicidad y la consecuente somnolencia. Con la serotonina alta, nos sentimos muy bien, pero con la serotonina baja estamos tristes y depresivos. Por eso, para conciliar el sueño con facilidad los especialistas recomiendan cenar pastas, legumbres, y leches.

Los hidratos de carbono producen relajación (papas, pasta, arroz, miel, plátanos, frutos secos, palomitas…). Al comer carbohidratos, la insulina se dispara (también con las proteínas, aunque en menor proporción), desviando de la sangre casi todos los aminoácidos hacia los músculos, menos el triptófano, que ejerce un efecto calmante, que pasa al interior del cerebro, aumentando los niveles de serotonina. 

Según ha demostrado el neuroendocrinólogo Richard Wurtman (por cierto, esposo de Judith Wurtman), que también trabaja en el MIT, el triptófano es la materia prima que usa el cerebro para producir serotonina, el neurotransmisor del bienestar, que además reduce el dolor y el apetito y ayuda a conciliar el sueño. Sin embargo, como advierte Wurtman, hay que tener en cuenta que, si en el plato se mezclan carbohidratos con proteínas, el efecto calmante de los primeros se anula.

 De ahí, el conocido consejo popular de tomar un vaso de leche con galletas, para dormir bien. Es preferible la leche vegetal.

Como asegura, Carmen Barriga, catedrática de Fisiología de la Universidad de Extremadura, especialista en Crononutrición (disciplina que se encarga de analizar cómo influyen los alimentos a nuestros ritmos biológicos, en especial al ritmo sueño/vigilia), el triptófano de los cereales de las galletas, también se encarga de sintetizar la hormona melatonina, sustancia implicada en la inducción al sueño. 
La serotonina disminuye al atardecer, ya que a partir de ella se sintetiza la melatonina en la glándula pineal, por la noche. La melatonina disminuye al amanecer, que es cuando se inhibe su síntesis, aumentando así la serotonina (que ya no es transformada a melatonina).

Además de las galletas, plátanos, cerezas, cereales, tomates, lechugas, frutos secos, frutos rojos… pueden ayudar a dormir bien y obtener un sueño más reparador. Todos estos productos, son muy aconsejables, para la cena de las personas mayores en las que los niveles de melatonina son prácticamente inexistentes.

Por el contrario, debe evitarse en las últimas horas del día frutas ricas en vitamina C, como la naranja o el kiwi, bebidas como el té o el café. Estos productos  son recomendable consumirlos durante la mañana. 

En otras palabras, los carbohidratos aumentan los niveles de triptófano y, por tanto, la capacidad del organismo de producir serotonina, y puede ayudarle al cuerpo a sentirse mejor, ya que regula el estado de ánimo, la agresividad y el sueño. Bajos niveles de triptófano (y serotonina) producen trastornos de tipo nervioso, tales como depresión, insomnio, ansiedad, irritabilidad, migrañas…
  
“El consumo moderado de alcohol también daña el cerebro”
Y no olvidemos que el alcohol mata cada año a 3,3 millones de personas, en el mundo, una cifra superior a las muertes por SIDA, tuberculosis y violencia juntas, según Naciones Unidas. Una de cada veinte personas fallecidas en el mundo muere por alguna de las más de 200 enfermedades vinculadas al alcohol, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los deportistas los días de competición suelen comer a base de pasta, ya que aunque los hidratos de carbono producen somnolencia, son de digestión lenta y le van aportando azúcares lentamente durante toda la tarde, con lo cual mantiene un nivel de azúcar en sangre suficientemente alto, para realizar acciones que requieren un gran consumo energético.

Cuando ingerimos azúcar la serotonina aumenta. Para controlar la adicción al dulce, por bajos niveles de serotonina, lo mejor es comer alimentos cargados de triptófano, como  carbohidratos de bajo índice glucémico, como vegetales, semillas, y frutas.

La depresión se puede paliar consumiendo verdura y fruta fresca.  Por el contrario, los derivados del trigo (pan, pastas…) favorecen la depresión.


Publicado por SAIKU https://resources.blogblog.com/img/icon18_email.gif 





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