Por Jennifer Hoffman
http://enlighteninglife.com
Traducción: Rosa García
Mientras disfrutaba del
atardecer sentada en mi diván, vi como una pequeña oruga subía por la pared de
mi casa. Se movía muy despacio, encogiéndose hacia arriba y hacia adelante, con
un paso diminuto tras otro. En ningún momento se detuvo ni vaciló para mirar a
los lados; continuó desplazándose lentamente, ignorando todo cuanto no fuera la
pared y su destino. Mi casa actual es muy alta, y no sé qué pensaba hacer la
oruga cuando llegase al tejado, pero ella siguió adelante de todos modos.
Estuve observando su ascenso durante 15 minutos, hasta que por fin llegó al
tejado y desapareció de mi vista.
Sé que algunas cosas han
cambiado para siempre. Hay personas con quienes nunca volveré a conectar,
relaciones que han cambiado de forma permanente porque yo también he cambiado
(y eso está bien), cosas que no volveré hacer y miedos que no tendré que volver
a sentir (a menos que yo lo elija). Todo ello es la confirmación de que ya no
soy la misma, y de que la persona que debería ser para que esas relaciones
fueran posibles, ya no existe. Al igual que la oruga, he estado avanzando en mi
camino, un paso diminuto tras otro. Cuando me detengo para ver cuánto me queda
aún, el destino me parece demasiado lejano. Pero cuando veo lo lejos que ya he
llegado, me doy cuenta de que lo importante no es la meta, sino lo que ocurre
en este momento. La pregunta siempre es, ¿cuál es el siguiente paso?
Un amigo me llamó el pasado fin
de semana para pedirme consejo acerca de su situación laboral. Quiere marcharse
de donde trabaja actualmente (¿nos suena familiar?). Tiene varias ofertas de
trabajo que debe considerar en poco tiempo, ya que necesita el dinero. Pero
tiene dudas acerca de aceptar una colocación aquí, por si más adelante se le
presenta la ocasión de marcharse lejos. La respuesta que recibió fue muy clara: “Si estás sentado a una mesa llena de
comida y tienes hambre, ¿vas a esperar hasta que otra mesa esté servida para
empezar a comer, o empezarás a comer la comida que ya tienes ante ti?”
En este punto, la cuestión de
vivir el momento presente se vuelve un tanto complicada. Queremos ser íntegros
con nosotros mismos y con los demás, pero antes tenemos que hacernos cargo de nuestras
necesidades. ¿Cómo responde el Universo a lo que necesitamos y qué estamos
haciendo nosotros al respecto? Planificar un posible futuro y lo que podría
ocurrir, a menudo, sólo aumenta nuestras dudas y nuestra confusión. Con todo el
movimiento que estamos experimentando, el colapso del tiempo lineal y las
sorpresas que aparecen a la vuelta de la esquina, si antes necesitábamos años
para completar algo, ahora nos basta con cinco minutos, o incluso menos.
Podemos imaginar cuanto queramos cómo podría ser el futuro pero, al final, la realidad podría fácilmente sorprendernos.
En ocasiones, nuestra
disposición a responder a una situación que se nos ofrece ahora (aunque pueda
parecernos que no tiene ningún sentido), puede llevarnos a la apertura que
estamos buscando. Lo que está en tela de juicio no es nuestra integridad, sino
nuestra confianza. ¿Estamos cubriendo nuestras necesidades o estamos
ocupándonos de las necesidades y de las expectativas de otros? ¿Estamos
proyectando nuestros miedos en el proceso e imaginando lo peor, cuando lo que
podría ocurrir es algo muy diferente?
Pregunté a mi amigo si,
quizá, lo que realmente le preocupaba era su reputación y la idea de tener que
buscar siempre la opción más ventajosa. Le dije que imaginase, como un posible resultado
futuro, que cuando tuviera ocasión de marcharse, el camino que se abriría ante
él también incluiría la posibilidad de despedirse de forma responsable y
perfecta de su trabajo actual. Al intentar optar por un trabajo de larga
duración que no tuviera que dejar después, mi amigo estaba asumiendo una
responsabilidad que no le correspondía, y se estaba limitando a sí mismo en el
proceso. Cuando dejamos espacio a los milagros, a menudo las cosas se colocan
de la mejor manera para todos los implicados.
Todos estamos avanzando, paso
a paso, por este camino que llamamos Ascensión. Si miramos hacia atrás,
hagámoslo con la intención de celebrar lo lejos que hemos llegado. Y, si
miramos hacia adelante para ver cuánto nos queda, hagámoslo con la intención de
ser conscientes de lo que ocurre en el momento presente, porque es lo único que
podemos ser ahora. Y dejemos espacio en nuestros pensamientos a los milagros
que nos bendicen a cada paso del camino. El siguiente paso nos será revelado en
el momento adecuado. Podemos tomar lo que se nos ofrece ahora y saber que
cuando deba ocurrir algo, todo se dará de la mejor manera posible, de forma que
las necesidades de todos se vean cubiertas, incluidas las nuestras.
No sé qué fue de la pequeña
oruga, imagino que siguió avanzando hacia donde sea que se dirigen todas las
orugas.
¿Hasta dónde han llegado y
dónde están en este momento? Tal vez no se den cuenta de lo confiados, lo
valientes, poderosos y conscientes que se han vuelto, hasta que se tomen el
tiempo necesario para contemplar el camino recorrido. Dense el regalo de saber
apreciar todo lo que han logrado en este viaje. Se lo han ganado y se lo
merecen.
Permanezcan tranquilos,
centrados y conscientes, y recuerden que sus pensamientos crean cada momento de
su vida. Procuren que sean los mejores pensamientos posibles.
Mientras reflexionan al
respecto, y también acerca de las demás cosas que están ocurriendo, recuerden:
Acepten todos los regalos de
comprensión con gratitud, y úsenlos para perdonar, liberar, sanar y completar
cualquier situación.
Pidan orientación y
confirmaciones, y esperen a que les lleguen.
Y, sobre todo, agradezcan
esta oportunidad de formar parte del sorprendente cambio de conciencia que está
teniendo lugar en la humanidad, a medida que ascendemos hacia la vibración
donde ocurren los milagros.
Muchas bendiciones en estos
tiempos milagrosos y sorprendentes,
Jennifer Hoffman
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