Publicado por ELARCADEASTROTRINA
Mercurio llegó a Escorpio el Lunes
24 de Octubre 2016, a las 20:46 UT, éste es un signo intenso con una
energía emocional única en todo el zodíaco.
Es probable que con el Sol y
Mercurio en Escorpio, nos sintamos muy aludidos y resentidos, y que
nadie piense en morderse la lengua para soltar espinas.
La palabra “resentimiento” proviene del latín resentire que significa
“volver a sentir”. Al analizar esta experiencia desde una perspectiva
diferente, más sanadora y liberadora, descubrirás que es posible que la única
persona que esté sufriendo repetidamente a raíz de este recuerdo seas tú.
En Venezuela es común un lenguaje
cargado de agresividad, si algo debería auto censurarse en un país son los
insultos. Desde el motorizado que pasa, a velocidades imprudentes, golpeando tu
carro con total impunidad, hasta el Presidente de la República.
¿Cómo puedes hacer frente a quien
pretende imponer su verdad por encima de la tuya de forma amenazante? Son
preguntas para detenernos un momento y reobservar el espacio relacional en el
que nos encontramos como individuos y también como miembros de la sociedad que
convivimos y algunos deseamos mejorar.
Llamar “escuálidos” o
“masburro” , nos guste o no, cualquiera de estas etiquetas tienen la misma
emoción de fondo: el resentimiento o la rabia. A los venezolanos; en nuestra
venezolanidad nos gusta llamarla “arrechera”, en Argentina por ejemplo se le
llama “bronca”. Y como desde el paradigma del coach ontológico, juzgamos
que el lenguaje no es inocente, pues sí, desde nuestra mirada tu insulto habla
más de ti que de mí.
Si volvemos a mirar, la palabra
“resentimiento” tiene que ver con el volver a sentir. Una y otra vez
volver a vivir, aquello que juzgamos nos hizo daño o nos afectó en nuestro
sentir más profundo. Es entonces cuando haciendo este ejercicio de
reflexión, pienso que el motorizado que golpea mi carro y me
insulta, lo que evidencia es su resentimiento social, su necesidad de que
reconozcamos que existe. Cuando observo a personas con cargos públicos
relevantes en un país llamar a otras con calificativos peyorativas, lo que
escucho es su rabia, su necesidad de legitimación y una predisposición muy
alejada del querer unir a una sociedad polarizada.
Así que te desafío a entrenarte
en ese “darse cuenta”, que no es más que mirar dentro de ti con honestidad
y, observar allí donde tengas un añejado resentimiento, al hacerlo, entonces
estoy segura que podrás comenzar a vaciar ese peso en tu pecho, perdona
todo lo que ahora pertenece al pasado y que hoy simplemente ya no sirve
más. Quizá en poco en tiempo volverás a tu paz interior, el camino será mas
ligero y así, tal vez, en nuestra sociedad cesen los insultos o al menos
sabremos a qué se deben sin caer en este juego que nos mantiene enganchados.
Recuerda que a veces las palabras
no se las lleva el viento. Las frases que difaman e insultan no son fáciles de
olvidar, quedan como un eco vibrando en la cabeza de quién las sufre, y bajan
la rata vibratoria de quien las genera.
En tiempos de Mercurio en
Escorpio, es fácil hacernos de lengua fácil. Insultar, degradar y
descalificar al otro se hace parte del discurso cotidiano. Estos pecados
de la lengua son, sin duda alguna el más fértil abono para la intolerancia
entre los ciudadanos.
Recientemente el papa Francisco
advirtió sobre los peligros de la lengua: “El chisme es maltratarse el
uno al otro… Como si se quisiera disminuir al otro… en lugar de crecer
yo, hago que el otro sea aplanado”.
La tolerancia es un valor
necesario para la convivencia y está a su vez, es condición para
la seguridad ciudadana, por tanto, se deduce que sin tolerancia
sencillamente no habrá seguridad.
Ante esta realidad, me resulta triste y vergonzoso escuchar desde el poder discursos que son a la vez, dardos enardecidos de odio hacia el adversario y retórica que pretende convencernos que transitamos la senda del progreso. Considera con sumo detalle que es incompatible hablar de seguridad cuando se descalifica. No se puede pedir respeto a las normas cuando se diseñan partiendo de la premisa que todos somos unos violadores potenciales de la ley, al alterar la paz ciudadana con el ruido lamentable y cotidiano de la difamación y la agresión verbal.
El día que los liderazgos
comiencen a acercarse en un terreno común de entendimiento y aprendan a
controlar las tentaciones de la lengua, veremos entonces verdaderas intenciones
para resolver el sistema de insultos que nos agobia. Esperemos que estos
tránsitos planetarios de Mercurio no excedan las heridas de los lastimados
oídos ciudadanos.
Cuida tus palabras…
Imagen: Fotografía del Papa
Francisco.
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