Centro de Kabalah
“Cuentas
claras, amistades duraderas”, reza el refrán. Señores, la confianza vale más
que el dinero. La confianza es la base de las amistades, de los negocios, de
los matrimonios…sin confianza el mundo deja de ser lo que es. Permita que le
cuente una historia..
Cuentas claras
conservan amistades
Estaba
conversando con un amigo que ya pinta canas, cuando de pronto un joven se
acercó a la oficina:
— Don
Carlos, podría hablar con usted unos minutos. – dijo el chico, tratando de
indicar que quería hablarle a solas. Es de mi confianza, tranquilo. Estamos
entre amigos. -contestó el empresario.
Quiero
pedirle un favor – la voz y la mirada del joven decían: “usted es mi única
salida”- se me ha presentado un apuro y.. necesito… Tranquilo, no me des
explicaciones, yo confío en ti.
¿Cuánto
hay que invertir?
100
pesos. – respondió el muchacho con tono de agradecimiento. Luego agregó: A más
tardar el lunes se los devuelvo.
Si hay que invertir
más, me avisas
Don
Carlos abrió una de las gavetas de su escritorio y sacó 120 pesos y mientras se
los alcanzaba le dijo: Lleva 20 adicionales. Si hay que invertir más, me
avisas.
Aquella
experiencia fue por demás una verdadera clase. Jamás escuché que mi amigo
preguntase: ¿para cuándo me los devuelves? ¿Para qué los quieres? No, nada de
eso.
En todo
momento respetó la privacidad del joven. Es más, si usted lee bien, mi amigo
jamás utilizó la palabra “necesidad”. Don Carlos sacó el dinero y dijo: “si hay
que invertir más, me avisas”. Daba por sentado que el dinero era para una
inversión y aun cuando, con toda certeza, sabía que era una urgencia, prefirió
hablar de inversión.
Lo conoce
bien Don Carlos – le dije. Usted sí que es un buen amigo. Ni si quiera pregunta
para cuándo le van a devolver.
Mira – me
dijo – a ese chico todavía no le conozco mucho, pero me parece un buen
muchacho. Con 120 voy a saber de qué está hecho. Para venir hasta aquí debe ser
porque de verdad tiene un apuro y nadie le ha podido dar una mano. Te voy a
decir algo. Yo creo que hay dos tipos de personas: las que cuidan su dinero, y
las que se cuidan a sí mismas.
Cuidar tu dinero o
cuidarte a ti
¿Prefieres
cuidar tu dinero o cuidarte a ti? Yo soy de los que prefiere cuidarse: Si ese
chico ya no me devuelve, ya no tendrá cara para volver a venir, ni yo ánimo
para volver a prestarle. Segundo, me gusta tener la clase de amigo que yo mismo
soy. No me gustan los “amigos” peseteros, esos a los que pides un favor y te lo
niegan en la cara con pretextos baratos.
Cuando
tenía veinte años mi mamá tuvo una emergencia médica. La iban a operar y
faltaba dinero. Fui donde mis conocidos y todos me preguntaban: ¿Para cuándo?
¿Para que los quieres? Se enteraban de mi desgracia, pero no me apoyaban.
¿Conoces gente así? Me decían: “Si tuviese, te prestaría”, “ahorita no tengo,
sino con todo gusto.” “Justo he pagado, ya estoy sin nada”.
Hay gente tan
pesetera
Los muy
condenados tenían, pero eran peseteros. Y hay gente tan pesetera, que incluso
cuando les vas a pedir un favor automáticamente dan por sentado que se trata de
dinero. Pídeles un favor y te dicen: “cualquier cosa, menos plata.” Y hay de
esos que hasta meten a Dios: Te dicen “que Dios te ayude”, cuando en verdad
ellos podían hacerlo.
Así que
desde ahí aprendí unas cuantas lecciones:
—
Primero, tener orden en mis finanzas. Al menos tener un fondo para los
imprevistos y así evitar que cualquiera se entere de mis apuros.
El dinero revela
quién es quién
— Segundo,
debo usar el dinero para protegerme. Yo no cuido al dinero, yo me cuido a mí
mismo. El dinero revela quién es quién. ¿Quieres conocer a la gente?
Haz dos
cosas: #1 ubica a uno de tus amigos y pídele un préstamo. Ponle a prueba.
Conócelo por las respuestas que te da. Acuérdate de esto: el verdadero amigo no
necesita explicaciones. El verdadero amigo te hace el favor y no está
interesado en saber el para qué.
En
cambio, los peseteros no se comportan como verdaderas amistades, sino como
chismosos de esquina. Ve donde ese amigo y ponte en situación de desventaja: tú
eres el que requiere el favor. Entonces, observa las respuestas que te dan. El
modo como te tratan cuando tiene poder, dice mucho de lo que significas para
ellos.
Auténticas sabandijas
son un atentado a tus finanzas
#2
Observa a quienes te han pedido un préstamo y no te lo devuelven. Las
auténticas sabandijas son un atentado a tus finanzas: ellos no tienen valores y
creen que el tiempo lo es todo.
El moroso
cree que se van a olvidar. Y ya sabes, el buen pagador, aunque sea con piedras
paga. El buen pagador no se esconde. Quizá no tenga el dinero en el plazo
acordado, pero da la cara. Tiene el carácter para aceptar su retraso, así que
su pago solo depende del tiempo. Dale unos días, y ahí lo tendrás cumpliendo.
Así que
ese chico – continuó Don Carlos – si es inteligente vendrá y lo hará antes de
tiempo. Por último, si la gente acude a ti por dinero es porque en su mente te
estás posicionando como un tipo con dinero. Como un dador.
Es decir,
cuando alguien te pide un favor, desde la visión de esa persona, estás en
posición de quien puede ayudar, y no de quien requiere ayuda. Eso ya es motivo
de agradecimiento. Y eso si lo sabes utilizar te puede dar más de lo que
imaginas. ¿Sabes cómo te estás posicionando en la mente de tus conocidos?
Sean la clase de
amistad que les gustaría tener
Señores,
sean la clase de amistad que les gustaría tener. Y si alguien viene por un
préstamo, en última instancia, usted tiene que plantearse una pregunta de
rigor: ¿En cuánto me puede afectar si es que no me devuelven ese dinero? ¿En
poco, mucho o nada?
Si la
respuesta es en nada, entonces asuma el préstamo como si usted hiciese una
donación. Si la respuesta es en mucho, mejor no haga el préstamo. Recuerde: no
preste lo que no está dispuesto a perder, menos a quien tampoco quisiera
perder.
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