Centro Holística Hayden

Escuela de Autoconocimiento personal y espiritual

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A través de estas herramientas te encuentras con tu verdadero Ser...aqui estamos....esperando darte la mano.........

4 de julio de 2020

La Gran Decisión


La humanidad busca desesperadamente como salir de las crisis que hoy enfrenta entre la salud y una economía basada en principios falsos que ha llevado a la humanidad a la crisis ecológica que estamos viviendo. Crisis que muy bien puede ser causa de la actual pandemia. ¿Virus natural provenientes de murciélagos? ¿Virus modificado en laboratorio? ¿Virus como arma futura de guerra biológica? Nunca lo sabremos. Pero lo que si es cierto es que hemos manejado mal el sentido profundo que tiene la economía mundial en sus varios aspectos. Las soluciones y premisas han estado dentro del marco de unos principios falsos basados en el materialismo, una creencia muy arraigada en la conciencia de la humanidad que es creer que lo más importante en la vida son las posesiones materiales. Como
consecuencia de esta creencia, la tenencia es lo que importa y la ganancia material es la que rige y gobierna las decisiones en la mayoría de los casos. Esta creencia no tiene sustento en ninguna parte del Universo. La Naturaleza no la contempla, es un principio falso de toda falsedad. La posesión es un espejismo.  Y la muerte nos sigue diciendo una y otra vez: “Tú única posesión es tu conciencia.”   
Hay dos vertientes muy peligrosas que ha tomado la conducta humana. La guerra y la destrucción del medio ambiente. Detrás de las dos, como su trasfondo, está siempre la ganancia personal. Hemos anhelado la paz, sin embargo, sembramos las semillas de la guerra al aceptar, por años y años, sin protestar, las medidas económicas que no contemplaron el derecho de comer de los menos afortunados porque no nos afectaban directamente y nunca nos preguntamos si nuestro estilo de vida y su confort esta sostenido por el hambre de muchos. Y seguimos quejándonos sin reconocer que los principios que le han dado forma a los sistemas por los cuales regimos nuestras vida son falsos y son la base de los males que hoy nos aquejan, que la marea de la vida ahora nos acerca.
La fraternidad, que es la garantía de la paz, se asienta en la Unidad de toda Vida. Todos los hombres somos hermanos, todos, incluyendo a aquellos que piensan diferente a nosotros. Todos tenemos los mismos derechos. Y cuando nos dividimos entre buenos y malos, cultos e incultos, ricos y pobres, desarrollados y subdesarrollados, proyectamos futuras guerras.
La humanidad es una unidad de autoconciencia en posesión de las herramientas que le dan forma al destino. El Maestro Saint Germain nos señala que estamos, hoy, ante dos grandes fuerzas opuestas que están ocasionando la crisis actual.
1. Las fuerzas de la luz que provienen del alma de la humanidad (que se sabe una con todos) a medida que busca su crecimiento espiritual y su desarrollo, y
2. Las fuerzas del materialismo, del yo separado, a medida que cada uno busca su propia ganancia en el mundo de las apariencias. (nuestro mundo material)
Cada individuo, cada grupo de individuos, o las naciones, deben decidir entre estas dos grandes fuerzas. La elección que cada uno haga determinará el sendero de desarrollo por varias encarnaciones; y la decisión de la mayoría determinará el sendero que la humanidad tomará durante los próximos 2,500 años. ¿Desarrollará la humanidad su carácter espiritual o acentuará el aspecto forma de su naturaleza? Ése es el punto. ¿En qué dirección moveremos nuestro foco de autoconciencia? Hacia el manejo de la forma como almas conscientes encarnadas o a nuestro encarcelamiento en la forma como egos separados. ¿Cuál será nuestro ideal central?
Y el Maestro nos señala que no es la primera vez en la historia que hemos estado ante una decisión así. En la cumbre de la civilización Atlante, la humanidad tuvo un interludio cíclico similar. Escogimos la ganancia personal por encima del crecimiento espiritual, iniciando así una historia de ascensos y caídas de una civilización tras otra porque nosotros, la humanidad, construimos nuestra vida y asuntos sobre un fundamento falso. La historia es testigo. No sólo entorpecimos y retrasamos, en aquel entonces, nuestro crecimiento espiritual, sino que elegimos un camino que nos condujo a la caída del lugar elevado que habíamos alcanzado.
Nuevamente hoy la humanidad enfrenta una crisis de oportunidad ¿Habremos aprendido la lección? Cada uno de nosotros tiene ante sí un reto. ¿Qué escogeremos? ¿La ganancia personal o el crecimiento espiritual?
La personalidad es el instrumento perfecto para que el alma pueda expresarse y vivir en este mundo. A través de ella evolucionamos (nosotros, el alma). Por su intermedio entramos en contacto con las tres frecuencias menores de la materia vibrante del cuerpo planetario, la etérica-física, la emocional y la mental. Hemos llegado a la cúspide del desarrollo personal como egos separados. El próximo paso requiere la identificación con los planes del alma, con su voluntad superior. El Orden Divino para esta nueva etapa humana se fundamenta en la hermandad, desarrollada sobre la base de la buena voluntad, el amor y el servicio.  Deben predominar sobre la ambición, ya sea personal, familiar o nacional si queremos corregir los errores de la Atlántida.  
Los ideales de la personalidad tienen que ser sustituidos por los ideales del alma. Este ideal sublime cobra vida en el Cristo. Es un ideal que la humanidad no tiene que crear, porque ha sido creado por la Divinidad y ha sido impreso en la sustancia como la meta hacia donde se encamina toda evolución. Por Amor, el Espíritu (el Padre) impregnó la Sustancia (la Madre) de Sí mismo y dio nacimiento al Alma (el Hijo) y esta Alma es el principio morador que llamamos el Cristo. Este principio que mora tanto en la conciencia como en la sustancia de los cuerpos asegura y guía el desarrollo evolutivo de la humanidad hacia su destino divino. El libre albedrío de la humanidad nos permite escoger la forma en la que vamos a evolucionar, ya sea a través del dolor y la pérdida, o a través del gozo y el entendimiento, pero evolucionaremos, no hay salida; y eventualmente manifestaremos la naturaleza del alma.
Jesús apareció en el mundo presagiando el próximo evento en la conciencia de la humanidad. Interpretó no sólo lo que cada ser humano es en realidad, sino que también mostró el sendero evolutivo para lograr esa meta.  Cristo nos enseñó con su vida, el Plan Divino para la entrante nueva era. El verdadero significado de su victoria sobre la muerte, después del sacrificio final del yo personal, se ha perdido sepultado en la forma que tomó el evento, pero este final de la historia del Cristo es nuestro destino, la liberación de la prisión de la forma y su transformación, haciéndola brillar con la luz del alma.
Si queremos dar el próximo paso evolutivo, tenemos que diseñar los sistemas por medio de los cuales organizamos nuestra vida con este principio como base, como fundamento, reconociendo el verdadero principio del amor que conduce a la correcta acción. La competencia debe ceder a la cooperación, la buena voluntad debe regir cada decisión humana, ya sea personal, grupal o nacional. Hay que rediseñar la economía de manera que incluya en sus cómputos el factor ecológico y humano de modo que la ganancia material no sea la rectora. En otras palabras, ir superando el materialismo salvaje en el que nos hemos metido, sustituyéndolo por el amor que nos enseñó el Cristo.
Impregnemos la vida de ese amor. Está inscrito en nuestro corazón. Es la Ley de este Universo.

Carmen Santiago - fdnpcaracas@yahoo.es
Obra consultada: Creative Thinking, L. Cedercrans

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