En las grandes religiones del mundo pueden encontrarse las mismas enseñanzas clave.
En las grandes religiones del mundo pueden encontrarse las
mismas enseñanzas clave.
Muchos de los más sangrientos conflictos y formas más obstinadas de odio pueden derivarse de las distintas religiones. Hay países donde se permite una sola religión con toda clase de opresiones y supresiones de aquellos que desean profesar otra. En otros países, es cierto, se permite más religiones, pero sus seguidores viven en discordia unos con otros y no infrecuentemente se amenazan entre sí y amenazan las vidas de los demás.
¿Tiene todo esto un
fundamento lógico?
No. La causa de esta
manía religiosa nunca descansa en la religión misma, sino en la interpretación
unilateral y antropomórfica de los seguidores, principalmente los sacerdotes,
que imponen sobre otros su interpretación de la doctrina.
Sin embargo, las
religiones en esencia no difieren una de otra: ni en su ética ni incluso en el
credo. Si tan solo los seguidores de una religión obedecieran la regla de
oro que puede ser hallada en todas las demás. Esa regla es: “no hacer a
otro lo que no quisieran para sí mismos”. Las tres cuartas partes del mal en el
mundo inmediatamente desaparecerían. Si también se prepararan para considerar
su propia religión – y la de los otros – sin prejuicio, entonces descubrirían
las siete Joyas de Sabiduría, que proporcionan a cada hombre un sostén
en una vida feliz y plena de significado.
Teosofía
Toda religión es una
presentación más o menos distorsionada de la Sabiduría Divina o Teosofía. O
bien, toda religión resulta de la Religión Sabiduría Universal que fluyó del
Corazón del Universo a través de todas las edades y todas las civilizaciones, e
inspiró la espiritualidad adecuada para hallar el punto de vista para su era
específica, que ayudaría a aquellos a quienes se dirigía a recordar su
divinidad interna.
La Teosofía se basa en tres principios: ausencia de límites, periodicidad y crecimiento o evolución. La idea de lo ilimitado es especialmente difícil de comprender para el hombre, pues lo sin límite per se nunca puede ser completamente captado. Por lo tanto, en el curso de las eras la idea de lo ilimitado fue explicada antropomórficamente en las diferentes religiones, es decir: fue reducida a proporciones humanas. Y sin embargo, reconocemos sin mucha dificultad la idea de ilimitado en las diversas religiones.(1)
Ante todo, la vemos
en el hinduismo. En toda parte en los Upanishads nos topamos con la
afirmación popular ‘TAT twam asi’. tat
significa aquello, y
solo esta palabra pudo expresar lo Ilimitado. ‘TAT twam asi’ significa:
tú eres aquello, tú eres lo
Ilimitado.
Igualmente, un
término como Parabrahman indica la cualidad sin límites. Significa más
allá de Brahman. Y Brahman es la más elevada divinidad del
Universo. Es como el horizonte de nuestra consciencia. ¿Pero es este un destino
último? No, pues hay aún más; está Parabrahman, más allá de Brahman.
En las religiones mundiales ha habido intentos de encontrar una palabra que
pudiera expresar lo que no puede ser captado con palabras. Después de todo, el tao que puede ser nombrado no es el
verdadero tao. tao
es una noción china, empleada por Laotzu y traducida generalmente
como el Sendero. Sin embargo … el verdadero tao
no puede ser nombrado. O bien: lo Ilimitado no puede ser
capturado en un nombre.
Por ejemplo,
distintos conceptos empleados son: Zarvan Akarana (duración infinita) de
Persia; Profundidad Infinita en Egipto. Además, el significado original de dios en las religiones monoteístas
es el Ilimitado. Palabras hebreas como Elohim y Adonai son
también traducidas más bien arbitrariamente con la palabra singular Dios. Sin embargo,
si consideramos el Principio Divino, o Divinidad Abstracta, se trata de un
sinónimo de Ilimitado. Generaciones posteriores explicaron esta noción divina
antropomórficamente y así, Dios llegó a la existencia como un ser.
Siete Joyas
Lo Ilimitado del
Universo es, así como fue, el campo eternamente existente de actividad de (en
esencia) seres sin límites, que expresan más y más sus oportunidades infinitas,
en un proceso cíclico en el cual alternan períodos de actividad con otros de
descanso. Simbólicamente el nacimiento de un ser cósmico fue presentado como
una exhalación del Ilimitado y su muerte como una inhalación.
Esta gran idea del
universo continuamente exhalado e inhalado puede ser ampliada y explicada en la
base de las siete proposiciones o principios fundamentales. Estos están lejos
de ser dogmas sino más bien hipótesis que, combinadas una con otra, pueden
explicar todos los fenómenos.
No se encontrarán
estas siete Joyas como una unidad compuesta en ninguna religión o Libro
Sagrado. Sin embargo, desde tiempos inmemoriales, fueron enseñadas por
avanzados Maestros de Sabiduría y Compasión a sus estudiantes y fueron
transmitidas de generación en generación. Incluso, eran demasiado esotéricas
como para ser enseñadas como una unidad compuesta. Solo en la literatura
teosófica moderna se encontrarán nuevamente como una unidad septenaria.
Aún viviendo en el
siglo xxi, en el que es común que
la información sea accesible a todos, es difícil comprender por qué no pueden
ser ubicadas como septenarias en las antiguas religiones. Sin embargo, las
siete Joyas pueden también ser mal empleadas o malinterpretadas. Las siete
nociones con las cuales son definidas son solo palabras claves, que esconden un
mundo de pensamientos. Incluso las palabras sánscritas que representan las
ideas de manera mucho más clara que la traducción inglesa, no pueden evitar que
el rango compuesto de ideas – la paleta de siete colores de la sabiduría – esté
explicado de manera incorrecta.
No obstante, el
rastro de estas siete Joyas puede seguirse en todas las religiones. A veces
como insinuaciones o sugerencias, no siempre de manera directa. Trataremos de
demostrar que en las cuatro religiones en la actualidad con más seguidores, el
hinduismo, budismo, cristianismo e islamismo, se puede trazar su trayectoria.
Otros sistemas religiosos y filosóficos del pasado y el presente contienen
también estos pensamientos principales. Sin embargo, el artículo se extendería
demasiado si hacemos citas de ellos.
Reencarnación (Punarjanman)
En la actualidad, la
Joya de la reencarnación es tan familiar que no le tenemos que dar más que un
pensamiento momentáneo. El término sánscrito es Punarjman (punar significa
‘próxima vez’ o ‘de nuevo’, y janman es ‘vivir’). La idea es
abrumadoramente reconocida en la tradición hindú y a menudo se encuentra en los
Libros Sagrados. Incluso en los milenarios Vedas hay referencias a ella. Los Upanishads
y el Bhagavad-Gītā explican el principio claramente.
Así como el señor de esta forma mortal experimenta dentro infancia, juventud y vejez, así en futuras encarnaciones encontrará lo mismo.
Como un hombre lanza sus viejas vestiduras y se pone nuevas, así el morador del cuerpo, habiendo abandonado sus formas mortales, entra en otras que son nuevas.(2)
El budismo, de hecho
un intento de Gautama el Buda de purificar el sistema de doctrinas corrompidas
por los brahmanes, también es claro en difundir la enseñanza de la
reencarnación. Se desprende que esta es parte integral de las enseñanzas de
Buda del simple hecho de que el príncipe Siddartha percibiera todas sus vidas
anteriores pasando por su ojo espiritual al lograr el estado de iluminación
bajo el árbol de Bodhi.
Es menos conocido
que el cristianismo original enseñó también la idea de la reencarnación. No fue
sino hasta el Concilio de Nicea en el 351 DC que esta enseñanza fue anatemizada
de los dogmas oficiales de la Iglesia. Sin embargo, se puede encontrar muchos
pasajes de las escrituras en los cuales se hace referencia a la reencarnación.
Sean suficientes aquí algunos pocos ejemplos. En Juan 9:1 los discípulos,
señalando a un hombre ciego de nacimiento, preguntaron a Jesús si el
hombre o sus padres habían pecado. Jesús no les riñe diciendo que ese hombre no
podía haber pecado por haber nacido ciego, lo que Jesús podría haber dicho si
la reencarnación no fuese su enseñanza. Por el contrario, dijo ese hombre es
ciego, de modo que las obras de Dios podrían ser manifestadas en él.
En los documentos
gnósticos, como El Código Secreto de Juan, se explica lo que esto
significa. Las almas que han logrado suficiente gnosis (conocimiento interno) y
no vivieron vidas ascéticas y por lo tanto aún no son perfectas, serán lanzadas
a la Tierra para continuar su aprendizaje. En la Pistis Sophia se
menciona como sigue:
Si un alma ha pecado
una vez o dos veces o tres, será lanzada al mundo de nuevo de acuerdo con el
tipo de pecado que ha cometido.(3)
Este es un claro
ejemplo de que la reencarnación y el karma no eran desconocidos en el
cristianismo primitivo. En muchos lugares en la historia del evangelio el hecho
de que el profeta Elías del Antiguo Testamento reencarna como Juan el Bautista
se indica (por ejemplo en Mateo 11:11-15 y 17: 10-13). En Marcos 9:13 Jesús
dice sencillamente: “Elías ha llegado”. Y puesto que Elías había muerto, esto
no puede significar más que él está nuevamente encarnado. También en el Antiguo
Testamento hay referencias a la reencarnación.
Proporcionamos aquí
dos citas:
Las generaciones
vienen y las generaciones van, pero la tierra permanece siempre. (…) Todas las
corrientes fluyen en el mar, y sin embargo el mar nunca está lleno; al lugar
del que proceden las corrientes ellas regresan nuevamente. (…) Lo que ha sido
será nuevamente, lo que ha sido hecho será hecho nuevamente; no hay nada nuevo
bajo el sol.(4)
Más adelante, el
Señor dice:
Antes de que te
formara en la matriz te conocí, antes de que nacieras te consagré; te puse por
profeta a las naciones.(5)
Así que hay vida
antes del nacimiento en todos los casos.
También puede
encontrarse indicaciones en el islamismo que señalan que la reencarnación no es
desconocida en esta religión. Se admite la creencia general de que el hombre
ingresa al Paraíso después de la muerte. También se habla de la resurrección de
los muertos al final de los tiempos. Sin embargo, siempre ha habido grupos de
musulmanes que se adhieren a la idea de la reencarnación o tanasoech como
se le llama en arábigo. Los drusos, ismaelitas y algunos sufíes aún lo hacen.
Se basan entre otros en este verso del Corán:
Cómo puedes no creer
en Alá cuando no tenías vida y Él te trajo a ella; entonces Él te causará la
muerte, luego te traerá a la vida, y luego a Él regresarás.(6)
La idea de la
reencarnación casi ha desaparecido del Islam lo que podría deberse a las muchas
guerras posteriores a las actividades del Profeta Mahoma. Debido a eso, los
musulmanes no fueron instruidos ni guiados más por los filósofos y místicos
sino por gente más mundana.
Sin embargo, la idea
de la reencarnación nunca fue inconsistente con el islamismo, pero hubo cada
vez menos énfasis en ella.(7)
Karma
La enseñanza del
karma está íntimamente entremezclada con la de la reencarnación. De hecho, las
dos no pueden ser aprehendidas la una sin la otra. Por lo tanto, esta doble enseñanza
a menudo está contenida en una sola visión.
En los documentos hindúes la enseñanza del karma está escasamente explicada; se asume que la ley de causa y efecto es tan generalizadamente conocida que no necesita mucha discusión. Por ejemplo, en el Bhagavad-Gītā Krishna enseña a Arjuna cómo trascender el karma personal. Las diferentes formas de yoga que se pueden encontrar en este Libro Sagrado están designadas para trascender al hombre más allá de su karma personal. Por ejemplo, leemos:
Cualquier cosa que
hiciereis, oh hijo de Kunti, cualquier cosa que comiereis, cualquier cosa que
sacrificareis, cualquier cosa que diereis, cualquier mortificación que
realizareis, cada una viene a mí. Así seréis liberados de las experiencias
buenas y malas que están ligadas a las acciones …(8)
Para aprehender bien
estos versos debemos darnos cuenta de que karma significa literalmente
‘acción’. Apegándonos al resultado de la acción (karma) nos atamos a nosotros
mismos al exterior y no alcanzaremos la liberación (Moksha). De forma
continua el hombre cosecha los resultados de acciones dirigidas al mundo
externo. Es esta atadura, causada por la ceguera, lo que hace vivir a la gente
en un mundo ilusorio.
Sin embargo, el
karma no es predestinación. No es destino pero tampoco felicidad. Es la ley
estricta de que cada cosa tiene un efecto correspondiente.
Esto aparece
fuertemente en el budismo, una religión en la que la ley de causa y efecto está
entretejida de tal forma que siempre está ligada a consecuencias éticas. En el Dhammapada,
de gran valor para todos los budistas, leemos por ejemplo:
No está bien hecha
aquella acción que, habiéndose realizado, tiene que ser arrepentida; cuya
consecuencia tiene que encararse con lágrimas y lamentaciones.
Bien hecha está
aquella acción que, habiéndose realizado, no lleva a arrepentimiento, y cuyas
consecuencias se experimentan con dicha y contento.
En tanto una mala
acción no madure (traiga resultados desastrosos) el tonto piensa que su acción
es dulce como la miel. Pero cuando su acción maligna madura cae en miseria
indecible.(9)
Este último verso
claramente muestra que puede haber un gran espacio de tiempo entre acción y
consecuencia. También podemos leer esto en los siguientes versos:
Incluso quien
realiza una mala acción encuentra algo de felicidad en tanto (el fruto de) su
mala acción no madure; pero cuando madura, él ve sus malos resultados.
Incluso el que
realiza buenas acciones conoce malos (días) en tanto su mérito no haya
madurado; pero cuando su mérito ha madurado completamente, él ve los resultados
felices de sus acciones meritorias.(10)
Así también en el cristianismo la enseñanza del karma está claramente presente. Pablo el Apóstol escribe en su Epístola a los Gálatas (6:7): Porque cualquier cosa que el hombre sembrase, eso cosechará.
Y en Revelaciones (13:10) leemos: Aquel que conduzca en cautividad irá en cautividad; aquel que mate con la espada será muerto con la espada.
Y cita el Antiguo Testamento (Job 4:8): Por lo que he visto, los que aran iniquidad y los que siembran aflicción, eso siegan.
Pese a estas citas
convincentes ocasionalmente se escucha a personas objetar que en el
cristianismo no hay cabida para la enseñanza del karma, debido al hecho de que Jesús
murió en la cruz por la humanidad. Sin embargo, este llamado sufrimiento por la
humanidad tiene un significado bastante diferente, que también tiene que ver
todo con el karma. Significa que todo Maestro de una Escuela de Misterio
permanece kármicamente responsable de sus estudiantes. Su educación cambió a su
estudiante. Por lo tanto, el estudiante es capaz de aprehender más de la
Naturaleza y por lo tanto es capaz de influenciar más. Si este estudiante, pese
a la advertencia de su Maestro, emplea mal el conocimiento en interés propio,
entonces el Maestro – el Cristos – “sufrirá” por esto. Después de todo, ello es
la consecuencia de sus acciones como resultado de las cuales el estudiante pudo
emplear mal las enseñanzas. En el Islam también se encuentra evidencia de la
enseñanza de causa y efecto. En el Corán se menciona:
Para aquellos que
hacen bien hay buena (recompensa) y más (que esto) … Y (para) aquellos que han
ganado mal, el castigo de un mal es el semejante a él.(11)
También es interesante que haya dos “registradores” que registran todas las acciones humanas.(12) Se trataría de dos ángeles, que se sientan a la derecha y a la izquierda del hombre. No se debe tomar esto literalmente. Por el contrario, lo que señala es la enseñanza mística de que todo lo que el hombre, de hecho, todo ser, piensa y hace, es registrado por los “Registradores Sagrados”. Esto se parece mucho a los Lipikas hindúes, que también registran todo y que son vistos en conexión con el karma. Podría imaginarse que todo lo que es hecho deja una impresión en la consciencia del actor y de otros, una impresión en la llamada Luz Astral. Tarde o temprano aquel que dejó esta impresión será confrontado de nuevo con ella. Todo lo que hacemos tiene sus consecuencias.
Jerarquías (Lokas y Talas)
La palabra
“jerarquía” tiene una connotación más bien negativa debido a que está conectada
a un sistema en el que los directores, sin escuchar a sus subordinados, dan
ciertas instrucciones u órdenes que estos tienen que seguir sin protestar. Sin
embargo, la tercera Joya, que se llama jerarquía del Universo, no tiene nada
que ver con eso, lo que se deduce muy claramente de las palabras sánscritas Loka
y Tala.
Loka significa literalmente lugar o mundo, mientras que tala
significa algo como mundo inferior. Sin embargo, la enseñanza consiste en
que cada Loka está indisolublemente conectada con una Tala. No
puede existir fuera la una de la otra, de la misma forma que dos polos de una
corriente eléctrica no pueden existir de manera separada. El lado de la Loka
representa el lado espiritual, mientras que la Tala lo hace del lado
más material.
La tercera Joya se
designa como Lokas y Talas (forma plural). En la literatura hindú
como el Vishnu Purāna, se distinguen siete Lokas-Talas.(13) Sin embargo, estos siete mundos
no están separados unos de otros. Por el contrario, surge uno del otro, se
penetra uno a otro, se convierte el uno en el otro y constituyen una firme
unidad, donde cada mundo Loka-Tala es una reflexión de los otros. El Loka-Tala
más noble y espiritual origina de sí mismo un Loka-Tala algo más
material y al mismo tiempo permanece conectado con él como un tipo de atmósfera
progenitora de donde el mundo inferior toma su inspiración.
Todos esos mundos
son los hábitats de diferentes clases de seres, que de hecho componen esos
mundos. Por lo tanto, la Joya de las jerarquías implica que todos los elementos
componentes, todos los seres, desde los altamente desarrollados hasta los
apenas desarrollados, desde la divinidad superior al elemental, están
interconectados y cooperan en determinado cosmos. Es más, lo seres más
desarrollados constituyen para los seres inferiores la fuerza inspiradora,
dadora de vida, los cuales a su vez sirven como instrumento para que los
superiores adquieran experiencia. Esos seres inferiores a su vez son las
fuerzas inspiradoras para seres aún menos desarrollados que les sirven de
instrumentos. En el Bhagavad-Gītā esta visión está diseñada en la base
del árbol de vida Aswattha, que es imperecedero con sus raíces hacia
arriba y las ramas hacia abajo.(14) Por
lo tanto, Krishna dice:
Todo este Universo
está pervadido por Mí en Mi forma invisible.
Todas las cosas
existen en Mí, pero Yo no existo en ellas.
Ni todas las cosas
están en Mí.(15)
Aquí, Krishna representa
la forma más elevada de vida de una jerarquía, que desenvuelve a todos los
demás seres de sí misma, pero permanece en su propia esfera – la Loka-Tala divina.
En otra parte leemos:
Una porción de mí
mismo que, habiendo asumido vida en este mundo de existencia condicionada,
atrae los sentidos …(16)
Esta es la idea de
emanación. La Cima de la jerarquía de vida desenvuelve una esfera de sí misma,
a la que otros seres son atraídos. Son las ramas, ramitas y hojas del árbol,
que, aunque siendo seres independientes, permanecen como partes de la Vida Una.
Por lo tanto, cada
ser individual, por ejemplo, cada ser humano, es también una jerarquía en sí
mismo. En su naturaleza más elevada es la raíz del árbol y en su naturaleza
externa es una de las hojas en una de las muchas ramas del mismo árbol de vida.
Se encuentra de
nuevo el mismo pensamiento en el Budismo Mahāyāna, donde existe una jerarquía
de Budas y Bodisattvas: Budas y Bodhisattvas celestiales y Budas y Bodhisattvas
terrestres. Sin embargo, también se enseña enfáticamente que el hombre mismo es
un Buda potencial, pero que no ha realizado todavía en sí mismo esta condición
búdica.
En el budismo se
pone fuerte énfasis en el carácter compasivo de la jerarquía de vida. El ideal
no es elevarse a una esfera más elevada, sino sacrificarse a sí mismo de modo
que seres menos desarrollados puedan hacer uso de ese sacrificio. Esto
encuentra su expresión más fuerte en el ideal del Bodisattva. Un Bodisattva
rehúsa elevarse a la Loka-Tala por encima de él pues entonces sería de
menos utilidad para aquellos que deja atrás. Al permanecer, puede tratar
continuamente de inspirar al hombre a desarrollarse espiritualmente a sí mismo.
Cerca del inicio de nuestra era la enseñanza de las jerarquías estaba difundida entre los países alrededor del Mediterráneo. Con frecuencia los mundos eran designados con nombres griegos. En las escrituras gnósticas, como por ejemplo las de Nag Hammadi, se habla de Eones, que, así como los Lokas-Talas, se desarrollan en pares y se dan vida unos a otros. De los más elevados Eones se desarrollan mundos cada vez más materiales hasta que el más bajo, nuestro mundo físico, es hecho por un dios ciego.(17)
Esas enseñanzas de
las jerarquías vivieron tan fuertemente en las mentes de las razas en torno al
Mediterráneo que también tuvieron un lugar en el cristianismo “oficial”. Cierto
Dionisio Areopagita copió la jerarquía de vida neoplatónica y reemplazó los
nombres “paganos” por una extraña mezcla de términos judíos y cristianos: Dios,
el Divino Espíritu, los serafines, querubines, tronos, principados, poderes,
virtudes, dominios, arcángeles y ángeles. Los serafines y querubines son
términos hebreos; las otras palabras también son empleadas por Pablo en dos de
sus epístolas. La enumeración de Dionisio es aún uno de los dogmas de la
Iglesia Romana y Oriental.
La estructura
jerárquica en el islam toma forma mediante un ejército completo de arcángeles y
ángeles que están más desarrollados en consciencia que el hombre. Sin embargo,
también el Corán reconoce, junto a los animales y plantas, seres invisibles que
están mucho menos desarrollados: los Djinnis, que actualmente llamamos
elementales.
Muchos musulmanes
esotéricos elaboraron la idea de una estructura jerárquica en un sistema
(fuertemente influenciado por los neoplatónicos) de siete esferas o seres, que
se daban vida unos a otros. Por ejemplo, eso se ve con los ismaelitas: 1. Dios;
2. Mente Universal; 3. Alma Universal; 4. Materia Original; 5. Pleroma o
Espacio; 6. Kenoma o Tiempo. 7. Hombre.(18)
También es bien
conocida la Jerarquía de Compasión. Estos Maestros (Aulijaa, o Amigos de Alá)
tienen una cabeza: el Observador Silencioso o al-Chadir. Al-Chadir es un
ser misterioso, mitad hombre, mitad dios, que es el punto relativamente más
alto de la jerarquía humana.
Llegar a ser por sí mismo (Swabhāva)
La cuarta Joya – la
del medio – es la Joya de swabhāva, que significa llegar a ser por sí mismo.
Esta Joya implica que cada ser ocupa exactamente aquel lugar en la jerarquía de
vida que le calza, debido a que llega a ser exactamente aquello que él hizo de
sí mismo en lo Ilimitado. Uno siempre llega a ser por sí mismo. Las personas
forman su propio carácter, su propio cuerpo. Se producen a sí mismas. Siempre
son exactamente aquello que crearon por sí mismas.
Sin embargo, puesto
que cada ser tiene en esencia todo lo que existe, este proceso de llegar a ser
por sí será siempre continuo. Somos ahora lo que hicimos de nosotros en el
pasado; en el futuro llegaremos a ser lo que hacemos de nosotros ahora.
Naturalmente, este proceso tiene lugar de acuerdo a las leyes de karma y
reencarnación.
Swabhāva también significa que cada ser tiene una característica
única y que tiene que jugar su papel en la sociedad de acuerdo a esta
característica única.
Por lo tanto, leemos
en el Bhagavad-Gītā que todos los seres, incluso los sabios, siguen su
naturaleza.(19)
Sin embargo, esta
“naturaleza” no se fija para siempre. Puesto que cada ser es una jerarquía,
también está siempre ocupado desenvolviendo su Yo Superior. Ese Yo está
simbolizado por Krishna en el Gītā. Por lo tanto, Krishna dice: “Aham Ātman.
Soy el Ego que está sentado en los corazones de todos los seres; soy el
Comienzo, el Medio y el Final de todas las cosas existentes”.(20)
La cuarta Joya, swabhāva,
muestra por un lado cómo los seres han llegado a ser lo que ahora son, pero
también ofrece una visión en el futuro: proporciona la perspectiva de cómo nos
podemos desenvolver más.
En el budismo, que
ha evolucionado de la tradición hindú, se conoce la misma enseñanza. Incluso
hay una escuela que hizo de swabhāva el fundamento de su doctrina. Esta,
llamada escuela svābhāvika de Nepal, es la más antigua y la más mística
de las escuelas de budismo. Enseña enfáticamente que nos originamos de nosotros
mismos y que llegamos a ser nuestros propios hijos. No hay un poder fuera del
hombre que estipule quiénes somos o llegaremos a ser; es a través de una
urgencia interna que siempre somos lo que hacemos de nosotros mismos. La
escuela svābhāvika relaciona esta enseñanza no solo con los humanos sino
con todo ser viviente.(21)
Swabhāva juega un papel crucial en la respuesta a un asunto
frecuentemente discutido en el budismo de haber una parte permanente en el
hombre. No existe tal parte permanente en el sentido de que podría haber algo
que permanece siempre lo mismo. Siempre crecemos, siempre cambiamos. Sin
embargo, puesto que cambio presume que debe haber algo que es sujeto de ese
cambio, es ese “algo” lo que se mueve continuamente de un estado a otro, lo que
llega a ser por sí mismo una y otra vez. Ese “algo” es la consciencia, que
llega a ser cada vez más universal y por lo tanto, más sabia.
Estos pensamientos son profundos y difíciles de comprender para la facultad pensante que no está bien entrenada. Por lo tanto, no se encontrará muy explícitamente esta enseñanza de llegar a ser por sí en las escrituras cristianas.
Sin embargo, se
encuentran algunas claves en la Biblia. Por ejemplo, en el Génesis se dice que
Adam dio a todos los animales su nombre.(22) Un
nombre a menudo es una expresión para una característica. Cada animal tiene su
propio rasgo específico, su propio swabhāva.
De la misma manera,
el Corán solo insinúa la enseñanza. Se menciona en el Corán (71:14):
En tanto él te ha
creado en (diversas) etapas.
O, en cada etapa uno
llega a ser por sí mismo, hasta que crece más allá de la misma. Cuando se ha
aprendido todo en cierta etapa, se crece fuera del traje y se deja la antigua
forma atrás, como una serpiente su piel y se llega a ser la nueva forma. De
esta cita se sigue que el llegar a ser por sí mismo está íntimamente
relacionado con la quinta Joya, la evolución progresiva.
Evolución (Pravritti y Nivritti)
La quinta Joya de
Sabiduría consiste en sánscrito de dos palabras: pravritti y nivritti.
Pravritti significa “voltearse”, “girar”, “desplegar” o “desenvolver”. Nivritti
significa lo opuesto, esto es: “arrollar”, “envolver” o “involucionar”.
Así, el concepto de evolución está unido al de involución. De esta forma, el
desarrollo y el envolvimiento tienen lugar de manera simultánea.
La idea es que la
vida primero desciende en la materia. Por así decirlo, se envuelve a sí misma.
Involuciona. En el punto más profundo de este “envolverse”, que es el pico del
desarrollo físico, el proceso se da vuelta y la materia se desenvuelve a sí
misma y la vida se despliega.
Como visualización
puede imaginarse a un ser que está localizado en la cima de una jerarquía y
desciende en la materia a través de varias fases intermedias para recoger
experiencia y luego regresar al nivel espiritual, enriquecido con la
experiencia ganada en la manifestación.
Este gran proceso es
el trasfondo de la inmensa épica India el Mahābhārata, donde el Bhagavad-Gītā
tiene un lugar central. En esta épica toman vida los ascensos y descensos
de una familia real. Inicialmente una rama de la familia sube al poder. El rey
ciego Dhritarāshtra se sienta en el trono pero deja el cetro a su hijo.
La rama más noble de la familia, los Pāndavas, es exiliada.
Para alguien que
realmente comprenda el simbolismo, es claro lo que aquí se describe. Es la
envoltura del espíritu que va mano a mano con el desarrollo del lado material.
No se describe a Dhritarāshtra como ciego por coincidencia. Representa
la materia o cuerpo físico y su hijo, Duryodhana y su familia, los Kauravas,
representan los aspectos de la consciencia orientados materialmente. A mitad
del Mahābhārata, sin embargo, los Pāndavas deciden reclamar su
lugar por derecho en el Reino. En este punto en la gran épica se sitúa el Bhagavad-Gītā.
Arjuna, uno de los Pāndavas, recibe instrucción de Krishna, su
maestro, como símbolo del dios interno.
Entonces hay una
gran batalla. Por supuesto esto se presenta de manera figurativa. El desarrollo
mental va de la mano con el desenvolvimiento físico. Los aspectos orientados
más materialmente en el hombre necesitarán ser gobernados por el espíritu.
Al final de un Kālpa
todas las cosas regresan a mi Prakriti (Naturaleza) y entonces
denuevo al inicio de otro Kālpa yo haré que evolucionen nuevamente.(23)
La doctrina de la
evolución progresiva nunca puede ser comprendida correctamente si no se
involucran las enseñanzas de las jerarquías. Un ser desciende del nivel divino
– aquel de Krishna – a través de diferentes enlaces (Lokas y Talas)
hasta el mundo físico y luego asciende de nuevo.
En el templo budista
de Borobudur en Java está retratado todo este proceso en piedra. Se asume que
el hombre ya ha descendido en la materia. Ahora una vez más debe regresar a la
Cima a través de diferentes etapas. El Budismo está basado en el aprendizaje de
que cada persona tiene su propio Buda interno y que puede realizar la
perfección por medio de su propio compromiso.
El objetivo de todo
el proceso de involución y evolución es llegar a un estado de perfección
relativa. El hombre – restrinjámonos convenientemente a la humanidad – ha
desarrollado vehículos físicos con los cuales puede construir experiencias
para que pueda – enriquecido con esas experiencias – regresar al estado de
unidad, del cual alguna vez descendió. ¿No es este el mensaje de toda la
Biblia? ¿No es la historia del Génesis el comienzo del desarrollo físico? El
hombre desarrolla auto-consciencia (come del fruto del árbol del conocimiento
del Bien y del Mal), pierde el estado paradisíaco aunque debe regresar a ese
estado de unidad, pero ahora como un ser auto consciente. El ser humano solo
puede hacerlo así si despierta el Cristo en sí mismo y vive allí. Ese mensaje
se refleja claramente en las escrituras gnósticas, pero también lo leemos en la
Biblia.
Así que sed perfectos, como vuestro Padre en el cielo es perfecto.(24)
El Corán (71:14)
también describe cómo los humanos han desarrollado varias etapas desde el ser
espiritual al ser material:
Si bien él te ha
creado en (diversas) etapas.
En cada etapa uno
llega a ser sí mismo, hasta que crece fuera de esta etapa. Aún más obvio
está eso en otro verso:
En verdad, Nosotros
creamos al hombre de la mejor estatura (molde), Entonces Nosotros lo
reduciremos a lo más bajo de lo bajo.
El hombre,
espiritual en origen – pero no auto consciente – desciende a la materia, la más
baja, de donde puede ascender al espíritu, a Alá. Pues como dice el siguiente
verso:
Sean salvos quienes
creen y hacen obras correctas, entonces tendrán una recompensa sin fin.(25)
Los versos del Corán
no pueden ser explicados sin ambigüedad, pero como los
concebimos,
pareciera que la recompensa del trabajo beneficioso es que se regrese al
estado espiritual, aunque ahora con auto-consciencia. A Él regresamos, es el
dicho popular que se encuentra por doquier en el Corán.
El gran sendero
evolutivo humano está simbólicamente ejemplificado en el peregrinaje a la Meca,
el Hajj, uno de los cinco pilares del islam. Durante este, los
peregrinos tienen que caminar siete veces alrededor de Kaaba. Las primeras tres
veces deben hacerlo corriendo. Durante esas siete circulaciones deben ir cada
vez más cerca de la piedra negra en Kaaba y, si es posible, tocarla en última
instancia.
Todo este viaje
simboliza las siete fases evolutivas o Rondas en las cuales las personas
desarrollan cada vez más de sí mismas. Debido a que estamos ahora en la cuarta
Ronda y ya hemos pasado tres, podemos cubrir esas primeras tres más
rápidamente. Tocar la Kaaba simboliza alcanzar la divinidad, lo cual es el caso
después de las siete Rondas si tenemos éxito.
Aquí también se
presenta el cuadro de un ser humano que evoluciona constantemente, progresa y
eventualmente alcanza lo divino. Ese es el pensamiento islámico general. De
aquí que los devotos musulmanes nunca experimentaron el poema del sufí Jalal
ad-Din Rumi como contrario al Islam:
Morí como un mineral
y llegué a ser una planta,
Morí como planta y
surgí en animal,
Morí como animal y
fui Hombre.
Una vez más moriré como Hombre
Para remontar con
ángeles benditos…(26)
Dos senderos (Amrita Yāna y Pratyeka Yāna)
Las primeras cinco
joyas responden la pregunta sobre el significado de la vida. Se debe obtener lo
máximo de ello. Se necesita desarrollar todos los aspectos que han estado
involucrados, con el
fin de regresar como un hombre auto consciente a la pureza del mundo espiritual
– divino.
Esas primeras cinco
Joyas sin embargo no son concluyentes respecto al motivo. ¿Por qué debería
hacerse esto?
Bien, hay dos
posibilidades. Se está haciendo esto tanto para experimentar la bendición del
retiro al espíritu, o se hace para estimular a otros a progresar en este
Sendero. En otras palabras, se está realizando esto para uno mismo o para todo
aquello que vive.
Este es el trasfondo
de los difíciles versos del final, del décimo octavo capítulo del Bhagavad-Gītā.
Se hace una distinción entre Sannyāsa y Tyāga. Es muy difícil
traducir estas palabras sánscritas. Sannyā se podría traducir como
“renunciación”, en el sentido de que alguien se desata de todas las cadenas
mundanas. Tal persona solo se enfoca en su naturaleza espiritual. Tyāga significa
auto negación o renunciación. Eso a primera vista podría parecer lo mismo que Sannyāsa,
pero hay una sutil distinción. Un ejemplo de Sannyāsa es la bien
conocida tradición hindú de que un hombre mayor abandona su familia y se dedica
totalmente a Ātman, el Sí mismo. Se retira completamente del mundo.
Tyāga por otra parte significa lo opuesto. También ahora se
renuncia a algo, pero esta vez no al mundo sino a la propia recompensa. Uno se
ofrece a sí mismo para el beneficio de la totalidad.
Un ejemplo
maravilloso del sacrificio de la propia bienaventuranza puede encontrarse en
el Mahābhārata. El hijo mayor de los Pāndavas, Yudhishtira, después de
mucho sacrificio y sufrimiento ha alcanzado la Cumbre del Monte Meru, el
símbolo de Moksha, la gloria liberadora. Es acompañado de su fiel perro. Él
recibe la palabra de que puede ingresar al Cielo pero su amigo de cuatro patas
no. Este es el por qué Yudhishtira rehúsa la bienaventuranza.(27)
Sacrifica su propia gloria por un ser que es mucho menos
desarrollado de lo que él es. Eso es verdadera compasión.
Esta es la gran paradoja: mediante la renuncia a Moksha se alcanza el verdadero Moksha. Después de todo, el ignorante actúa por motivo del fruto, por los resultados.
Sin embargo, el
Sabio actúa sin ataduras y con el deseo de mantener el orden de los mundos.(28)
Tyāga y Sannyāsa corresponden a otras dos palabras sánscritas:
Amrita y Pratyeka, que se usan especialmente en el budismo
Mahāyāna. Pratyeka significa “solo para uno”. Amrita significa
“inmortal”. ¿Cómo debemos concebirlas? Bien, si se aplica las primeras cinco
Joyas, esto indudablemente conduce a un resultado. Se encontrará el “camino de
regreso” al espíritu, de donde se vino. Pero ¿por quién se hace? ¿Por sí mismo?
¿Seguimos el sendero Pratyeka? Esa es una posibilidad. Pero también se
puede seguir el sendero Amrita. Entonces no se trata de uno mismo. Eso
concierne al bienestar de todos. Esta es la forma última de renunciación. De
aquí que en el budismo del Tibet un Bodisattva es aún más honrado que un Buda.
Un Bodissattva solo está a un paso del Nirvāna, pero rehúsa dar ese paso
porque quiere permanecer en esta esfera terrenal para servir a su prójimo.
Para decirlo en las
palabras de La Voz del Silencio, las prescripciones formales escritas
para estudiantes en la tradición budista tibetana:
¿Puede haber
bienaventuranza cuando todo lo que vive debe sufrir?
¿Serías salvo y
escuchar al mundo entero llorar?(29)
La diferencia entre
los dos Senderos es tan sutil que difícilmente puede ser trazada en el
cristianismo y el islam. Sin embargo, en ambos sistemas religiosos las personas
constantemente son urgidas a comportarse de manera inegoísta y a elegir al
espíritu. Son numerosos los ejemplos en el Nuevo y Antiguo Testamento que
muestran que la falta de egoísmo es preferida siempre. Pero moverse a lo largo
del sendero hacia el espíritu y subsecuentemente renunciar a la recompensa no
es fácil de encontrar.
El sufrimiento de
Jesús en la crucifixión – al menos en la concepción literal de la historia de
la cruz – es un ejemplo del sacrificio del bienestar propio por el de otros.
También cuando Jesús dice a sus discípulos:
pero muchos que son
los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros(30)
se hace referencia a
las enseñanzas de los dos senderos. Esta frase usualmente es interpretada en un
contexto social. Quienes son ricos y poderosos ahora posteriormente serán menos
felices. Pero ¿no pareciera más significar que aquellos que siguen el sendero Pratyeka
y así están entre los primeros a ser liberados de las limitaciones y
sufrimientos de una vida material, eventualmente aún estarán sujetos a cierta
cantidad de ilusión? Porque no poseen la grandeza de la visión de los Budas de
Compasión, quienes, después de todo, se dan cuenta que no hay diferencias
substanciales entre ellos y los otros. Por lo tanto se sacrifican a sí mismos y
esperan a que los otros lleguen tan lejos como ellos. En ese sentido, son la
retaguardia, quienes eventualmente serán los primeros y los más grandes, debido
al gran sacrificio que traen: un sacrificio que realmente es el principio
fundamental de toda la naturaleza.
En el islamismo
chiita hay una historia curiosa que de igual manera esboza tan gran sacrificio.
Salmaan al-Farisi somete al “Antagonista”, lo que resulta en que es purificado.
Es posicionado como alguien que tiene las características del Arcángel Miguel y
el Hombre Celeste combinados. Pero él rehúsa a la divinidad para sí mismo.
Mediante este sacrificio termina en una posición intermedia: está entre lo
divino y la humanidad. Llega a ser un intermediario que transforma las
influencias divinas en las humanas. Esta doctrina según Henri Corbin, podría
estar difundida en el siglo segundo del islam pero muchos libros chiitas se han
perdido.(31) Esta historia tiene una
fuerte semejanza con las enseñanzas de los Bodhisattvas, quienes rehúsan al
Nirvāna para permanecer atrás por el beneficio de la humanidad.
Conociendo del Yo (Ātma-Vidyā)
La última Joya de
Sabiduría no es solo la perfección de las anteriores, sino que aquellas previas
llegan a ser ahora realmente accesibles. Aunque esta Joya es la más mística, se
la encuentra profusamente en las diferentes religiones, aunque su verdadero
significado a menudo se ha perdido. Si en las religiones monoteístas se habla
de regresar a Dios, pareciera que un ser humano se une con algo fuera de él.
Sin embargo, no es este el caso. Esta Joya significa que el hombre individual
se une con sí mismo, o mejor expresado: el Sí mismo. Es este Sí mismo el que es
el mismo en todos los seres. Es la Fuente, la unidad, que durante la
manifestación llega a ser la multitud. En el hinduismo es claro más allá de
toda sombra de duda que estamos tratando con una asociación interna. La palabra
Ātman (Sí mismo) denota esta realidad. Ātma-Vidyā significa conocimiento
del Sí mismo, del Yo. Necesitamos descubrir la raíz de nuestra existencia. Si
realmente la conocemos, conocemos todo.
Ese es el mensaje central de los Upanishads hindúes, los antiguos escritos esotéricos que pertenecen a la literatura védica. Estos son escritos en su mayoría meditativos, que agudizarían la intuición del aprendiz y enfocan su atención en la unidad subyacente. De manera concisa esto se refleja en el dicho popular Tat twam asi, que significa: eres tat, eres ilimitado. Todos somos lo ilimitado, todos somos vida infinita. Nos originamos de la misma Cima de la Jerarquía y por lo tanto somos uno en nuestra esencia.
Esa Unidad se ha
transformado en los muchos en un proceso de emanación y evolución. De esta
forma el Chhāndogya Upanishad dice que inicialmente había un solo Ser
(Sat). (32) No había dos. Subsecuentemente
Sat trajo el fuego, el fuego al agua y aquella a su vez el alimento. A partir
de aquí llegaron al ser los dioses, nombres y formas. La imaginería es
diferente pero aquí se describe lo mismo del árbol Aswattha que se
menciona arriba, que crece con sus raíces en el aire. El universo entero es ese
árbol. Somos parte de él. Todos venimos de la misma raíz.
En el Brihadāranyaka
Upanishad se dice que en el inicio no había nada en particular.(33) No había algo. Todo era uno y
unido. No había diferenciación todavía. Solo había Ātman, el Sí mismo.
Pero mediante división continua, como con un huevo fertilizado, hay generación,
y finalmente la diversa multitud de vida.
Este proceso de
emanación tiene todo que ver con Ātma-Vidyā. No solo señala que todo se
origina del mismo punto primordial, sino también que todo tiene su misma raíz.
La séptima Joya nos
enseña que podemos conocer ese punto. Se llama Brahman (la deidad de
nuestra jerarquía). Y Brahman, como enseñan los Upanishads, es el
mismo que Ātman, el Sí mismo.
El Chhāndogya
Upanishad explica cómo el Gurú enseña a su aprendiz sobre esta unidad. Deja
que disuelva sal en el agua y que luego la pruebe. La sal está en todas partes.
De manera similar la vida está en todos lados. Explica que como los ríos se han
resuelto en el mar, ya se desconoce qué agua vino de cuál río. Pero la esencia
de vida está en todas partes y, así dice el maestro, eres esa esencia.
Para explicar el
proceso de unificación, el budismo emplea una magnífica expresión: la gota de
rocío fluye de nuevo al océano. Cada ser sintiente es como una gota y a través
del proceso de emanación y evolución, mediante el descenso en la materia y
atribuyendo realidad a esta Loka-Tala, tendemos a olvidar que no somos
de hecho más que una simple onda en el océano de vida. Ese sentido de unidad se
llama Nirvāna. Nirvāna es ese estado de consciencia donde un ser está
impresionado con el hecho de que él es la Unidad, de que él es el Océano de
Vida. Nirvāna significa “extinción”. Todos los elementos en nuestra
consciencia que impiden realizar ese estado de unidad se extinguen. Y más
importante, podemos realizar este estado mediante la evolución.
En el cristianismo
este estado de Unidad se expresa mediante el término “el Reino de los Cielos”
o “Reino de Dios”. Y, como se establece en diferentes lugares en los
Evangelios: el Reino de los Cielos está en vosotros.(34)
¿Tiene que ver esto no sin ambigüedad con el pensamiento de que
hay algo fuera de nosotros de lo cual depende nuestra salvación? No, nuestra
salvación está en nosotros. Una frase como
Yo soy el camino, la
verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí.(35)
toma un significado
completamente diferente a la luz de Ātma-Vidyā. El Padre es el Sí mismo,
el estado de unidad, que solo puede ser alcanzado mediante el desarrollo del
espíritu Crístico, la habilidad búdica en el hombre. Necesitamos trabajar, vida
tras vida, sembrando causas y cosechando efectos, trepando la escala de vida, realizando
cada vez más de nosotros mismos, siempre tratando de expresar la compasión
universal, para que eventualmente nos demos cuenta que el Reino de los Cielos
está en todos los seres.
Quienquiera que lea
el Corán con mente abierta comprenderá que todo el islamismo no es sino
un intento de obtener conocimiento del Sí mismo. Después de todo, la idea
central en el Libro Sagrado de los musulmanes es el Tauba, a menudo
traducido como “conversión”, pero puede, con tanto derecho, ser traducido como
“arrepentimiento”.
Vaya dentro de sí
mismo. Suéltese en su Sí. A Él todo retorna. A Alá – la esencia divina que todo
lo pervade – la vida correrá, habiendo sida enriquecida por las experiencias de
la existencia material.
Por encima de todos,
los sufíes han elaborado esta idea. Los escritos místicos como La
Conferencia de los Pájaros, del poeta Farid ud-Din Attar describen el viaje
del alma a través de diferentes etapas para eventualmente … ser destruida.
Estamos siendo destruidos … y aun así continuamos viviendo. Fanaa’bi-llah y
bakaa’bi-llah, destrucción por Dios y vivir en Dios. La doctrina es clara.
Nuestra vida es destruida con respecto a la ilusión de que estamos separados de otros, y por lo tanto vivimos en Alá, en la realización de la unidad. Nos damos cuenta que la deidad somos Nosotros mismos, y nosotros somos la deidad. Ibn Mansur al-Hallaadj podría decir por lo tanto: Ana l-hakk, Yo soy la verdad. Yo soy Dios. Aunque esto fue concebido por los musulmanes ortodoxos como una blasfemia, no es más que la profunda consciencia de que todo está enraizado en lo divino, es traído por lo divino y por lo tanto en esencia es eso divino. Solo se necesita darse cuenta que esto es él.
En ninguna parte
este pensamiento está más bellamente expresado que en el poema de Rumi:
Vino uno y tocó a la
puerta del Amado.
Y una voz respondió
y dijo, “¿Quién está allí?”
El amante replicó,
“Soy yo.”
“Vete”, retornó la
voz;
“no hay sitio dentro
para ti y mí”
Entonces vino el amante
una segunda vez y tocó la puerta y nuevamente la voz demandó,
“¿Quién está allí?”
Él respondió, “Eres
tú”
“Entra”, dijo la
voz, “pues yo estoy dentro” (36)
Referencias
Otra fuente de
información sobre el concepto de lo Ilimitado en las diversas tradiciones
religiosas: G. de Purucker, Esoteric Instructions, Vol. 3 ‘Space and the
doctrine of Maya’. Point Loma
Publications, San Diego 1987, p. 13-17. Una fuente holandesa: Barend Voorham,
‘Er is altijd iets (geweest). Scheppingsverhalen
– deel 1.’ Article in Lucifer de Lichtbrenger, vol. 30, nr. 2, april
2008, p. 37-43.
Bhagavad-Gītā, cap. 2, versos 13 y 22. Traducción: W.Q. Judge.
www.theosociety.org/pasadena/gita/bg2.htm.
Pistis Sophia, traducida por G.R.S. Mead. John M. Watkins, London
1921, cap. 103, p. 220. http://gnosis.org/library/pistis-sophia/ps108.htm.
Eclesiastés 1:4-9.
Jeremías 1:5.
Koran, 2:28. Traducción: Sahih International.
http://corpus.quran.com/translation.jsp?chapter=2verse=28.
Véase: Sylvia
Cranston, Reincarnation, The Phoenix Fire Mystery. Theosophical
University Press, Pasadena 1998, p. 166.
Bhagavad-Gītā, cap. 9, versos 27-28.
Dhammapada, Wisdom
of the Buddha. Traducido por
Harischandra Kaviratna. Theosophical University Press, Pasadena 1980, Canto V,
versos 67, 68 y 69. http://www.theosociety.org/pasadena/dhamma/dham5.htm#Canto5.
Ver ref. 9, Canto
IX, versos 119 y 120.
Koran, 10:26-27. Traducción: Shakir.
Koran, 50:17.
Véase English
wikipedia, ‘Loka’. En holandés: Rudi Jansma, Handboek Hindoeïsme. Synthese,
Rotterdam, 2010, p. 258.
Bhagavad-Gītā, cap. 15, versos 1-3.
Bhagavad-Gītā, cap. 9, versos 4-5.
Bhagavad-Gītā, cap. 15, verso 7.
Ver e.g.: The
Apocryphon of John and On the Origin of the World; The Nag Hammadi Library,
e.g. www.gnosis.org/naghamm/nhl.html.
Citado en Henry
Corbin, Historie de la philosophie islamique. Part 1. Gallimard, 1964,
p. 20.
Bhagavad-Gītā, cap. 3, verso 33.
Bhagavad-Gītā, cap. 10, verso 20.
Véase: G. de
Purucker, Fundamentals of Esoteric Philosophy. Point Loma Publications,
San Diego 1990, ch. 10, p. 104.
Génesis, 2:20.
Bhagavad-Gītā, cap. 9, verso 7.
Mateo, 5:48.
Koran, 95:4-6, Traducción: Mohsin Khan.
E.g. English
wikipedia, ‘Rumi’.
Véase:
www.sacred-texts.com/hin/m17/m17003.htm.
Bhagavad-Gītā, cap. 3, verso 25.
H.P. Blavatsky, The
Voice of the Silence. ‘The Seven Portals’.
www.theosociety.org/pasadena/voice/voice3.htm (después de nota 34).
Marcos 10:31.
Henry Corbin, Histoire
de la philosophie islamique. Gallimard, 1964, p. 111-112.
Chhāndogya Upanishad. Libro 6, cap. 2. ‘The thirteen principal Upanishads’.
Oxford University Press, 1934. En este artículo empleamos la traducción de R.E.
Hume, p. 241.
Brihadāranyaka
Upanishad. Libro 1, cap. 2, verso 1; y libro
1, cap. 4, verso 1 y verso 10. Además: G. de Purucker, Esoteric Instructions,
Vol. 3 ‘Space and the doctrine of Māyā’. Point Loma Publications, San Diego
1987, p. 74, 81, 83.
E.g. Lucas 17:21.
Juan 14:6.
Véase e.g.:
www.goodreads.com/quotes/tag/sufi.
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