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4 de diciembre de 2022

Las siete Joyas de Sabiduría en las religiones del mundo

En las grandes religiones del mundo pueden encontrarse las mismas en­señanzas clave.

En las grandes religiones del mundo pueden encontrarse las mismas en­señanzas clave.

Muchos de los más sangrientos conflictos y formas más obstinadas de odio pueden derivarse de las dis­tintas religiones. Hay países donde se permite una sola religión con toda clase de opresiones y supresiones de aquellos que desean profesar otra. En otros países, es cierto, se permite más religiones, pero sus seguidores viven en discordia unos con otros y no in­frecuentemente se amenazan entre sí y amenazan las vidas de los demás.

¿Tiene todo esto un fundamento lógico?

No. La causa de esta manía religiosa nunca descansa en la religión misma, sino en la interpretación unilateral y antropomórfica de los seguidores, principalmente los sacerdotes, que imponen sobre otros su interpretación de la doctrina.

Sin embargo, las religiones en esen­cia no difieren una de otra: ni en su ética ni incluso en el credo. Si tan solo los seguidores de una religión obedecieran la regla de oro que puede ser hallada en todas las demás. Esa regla es: “no hacer a otro lo que no quisieran para sí mismos”. Las tres cuartas partes del mal en el mundo inmediatamente desaparecerían. Si también se prepararan para consid­erar su propia religión – y la de los otros – sin prejuicio, entonces des­cubrirían las siete Joyas de Sabiduría, que proporcionan a cada hombre un sostén en una vida feliz y plena de significado.

Teosofía

Toda religión es una presentación más o menos distorsionada de la Sabiduría Divina o Teosofía. O bien, toda re­ligión resulta de la Religión Sabiduría Universal que fluyó del Corazón del Universo a través de todas las edades y todas las civilizaciones, e inspiró la espiritualidad adecuada para hallar el punto de vista para su era específica, que ayudaría a aquellos a quienes se dirigía a recordar su divinidad in­terna.

La Teosofía se basa en tres principios: ausencia de límites, periodicidad y crecimiento o evolución. La idea de lo ilimitado es especialmente difícil de comprender para el hombre, pues lo sin límite per se nunca puede ser completamente captado. Por lo tanto, en el curso de las eras la idea de lo ilimitado fue explicada antropomórfica­mente en las diferentes religiones, es decir: fue reducida a proporciones humanas. Y sin embargo, reconocemos sin mucha dificultad la idea de ilimitado en las diversas religiones.(1)

Ante todo, la vemos en el hinduismo. En toda parte en los Upanishads nos topamos con la afirmación popular ‘TAT twam asi’. tat significa aquello, y solo esta palabra pudo expresar lo Ilimitado. ‘TAT twam asi’ significa: tú eres aquello, tú eres lo Ilimitado.

Igualmente, un término como Parabrahman indica la cualidad sin límites. Significa más allá de Brahman. Y Brahman es la más elevada divinidad del Universo. Es como el horizonte de nuestra consciencia. ¿Pero es este un destino último? No, pues hay aún más; está Parabrahman, más allá de Brahman. En las religiones mundiales ha habi­do intentos de encontrar una palabra que pudiera expresar lo que no puede ser captado con palabras. Después de todo, el tao que puede ser nombrado no es el verdadero tao. tao es una noción china, empleada por Laotzu y traducida generalmente como el Sendero. Sin embargo … el verdadero tao no puede ser nombrado. O bien: lo Ilimitado no puede ser capturado en un nombre.

Por ejemplo, distintos conceptos empleados son: Zarvan Akarana (duración infinita) de Persia; Profundidad Infinita en Egipto. Además, el significado original de dios en las religiones monoteístas es el Ilimitado. Palabras hebreas como Elohim y Adonai son también traducidas más bien arbitrariamente con la palabra singular Dios. Sin embargo, si consideramos el Principio Divino, o Divinidad Abstracta, se trata de un sinónimo de Ilimitado. Generaciones poste­riores explicaron esta noción divina antropomórficamente y así, Dios llegó a la existencia como un ser.

Siete Joyas

Lo Ilimitado del Universo es, así como fue, el campo eternamente existente de actividad de (en esencia) seres sin límites, que expresan más y más sus oportunidades infinitas, en un proceso cíclico en el cual alternan períodos de actividad con otros de descanso. Simbólicamente el nacimiento de un ser cósmico fue presentado como una exhalación del Ilimitado y su muerte como una inhalación.

Esta gran idea del universo continuamente exhalado e inhalado puede ser ampliada y explicada en la base de las siete proposiciones o principios fundamentales. Estos están lejos de ser dogmas sino más bien hipótesis que, combina­das una con otra, pueden explicar todos los fenómenos.

No se encontrarán estas siete Joyas como una unidad compuesta en ninguna religión o Libro Sagrado. Sin em­bargo, desde tiempos inmemoriales, fueron enseñadas por avanzados Maestros de Sabiduría y Compasión a sus estudiantes y fueron transmitidas de generación en generación. Incluso, eran demasiado esotéricas como para ser enseñadas como una unidad compuesta. Solo en la literatura teosófica moderna se encontrarán nuevamente como una unidad septenaria.

Aún viviendo en el siglo xxi, en el que es común que la información sea accesible a todos, es difícil comprender por qué no pueden ser ubicadas como septenarias en las antiguas religiones. Sin embargo, las siete Joyas pueden también ser mal empleadas o malinterpretadas. Las siete nociones con las cuales son definidas son solo palabras claves, que esconden un mundo de pensamientos. Incluso las palabras sánscritas que representan las ideas de manera mucho más clara que la traducción inglesa, no pueden evitar que el rango compuesto de ideas – la paleta de siete colores de la sabiduría – esté explicado de manera incorrecta.

No obstante, el rastro de estas siete Joyas puede seguirse en todas las religiones. A veces como insinuaciones o sugerencias, no siempre de manera directa. Trataremos de demostrar que en las cuatro religiones en la actualidad con más seguidores, el hinduismo, budismo, cristianismo e islamismo, se puede trazar su trayectoria. Otros sistemas religiosos y filosóficos del pasado y el presente contienen también estos pensamientos principales. Sin embargo, el artículo se extendería demasiado si hacemos citas de ellos.

Reencarnación (Punarjanman)

En la actualidad, la Joya de la reencarnación es tan famil­iar que no le tenemos que dar más que un pensamiento momentáneo. El término sánscrito es Punarjman (punar significa ‘próxima vez’ o ‘de nuevo’, y janman es ‘vivir’). La idea es abrumadoramente reconocida en la tradición hindú y a menudo se encuentra en los Libros Sagrados. Incluso en los milenarios Vedas hay referencias a ella. Los Upanishads y el Bhagavad-Gītā explican el principio claramente.

Así como el señor de esta forma mortal experimenta dentro infancia, juventud y vejez, así en futuras encarnaciones encontrará lo mismo.

Como un hombre lanza sus viejas vestiduras y se pone nuevas, así el morador del cuerpo, habiendo abandonado sus formas mortales, entra en otras que son nuevas.(2)

El budismo, de hecho un intento de Gautama el Buda de purificar el sistema de doctrinas corrompidas por los brahmanes, también es claro en difundir la enseñanza de la reencarnación. Se desprende que esta es parte integral de las enseñanzas de Buda del simple hecho de que el príncipe Siddartha percibiera todas sus vidas anteriores pasando por su ojo espiritual al lograr el estado de iluminación bajo el árbol de Bodhi.

Es menos conocido que el cristianismo original enseñó también la idea de la reencarnación. No fue sino hasta el Concilio de Nicea en el 351 DC que esta enseñanza fue anatemizada de los dogmas oficiales de la Iglesia. Sin em­bargo, se puede encontrar muchos pasajes de las escrituras en los cuales se hace referencia a la reencarnación. Sean suficientes aquí algunos pocos ejemplos. En Juan 9:1 los discípulos, señalando a un hombre ciego de nacimiento, preguntaron a Jesús si el hombre o sus padres habían pecado. Jesús no les riñe diciendo que ese hombre no podía haber pecado por haber nacido ciego, lo que Jesús podría haber dicho si la reencarnación no fuese su enseñanza. Por el contrario, dijo ese hombre es ciego, de modo que las obras de Dios podrían ser manifestadas en él.

En los documentos gnósticos, como El Código Secreto de Juan, se explica lo que esto significa. Las almas que han logrado suficiente gnosis (conocimiento interno) y no vivieron vidas ascéticas y por lo tanto aún no son perfectas, serán lanzadas a la Tierra para continuar su aprendizaje. En la Pistis Sophia se menciona como sigue:

Si un alma ha pecado una vez o dos veces o tres, será lanzada al mundo de nuevo de acuerdo con el tipo de pecado que ha cometido.(3)

Este es un claro ejemplo de que la reencarnación y el karma no eran desconocidos en el cristianismo primitivo. En muchos lugares en la historia del evangelio el hecho de que el profeta Elías del Antiguo Testamento reencarna como Juan el Bautista se indica (por ejemplo en Mateo 11:11-15 y 17: 10-13). En Marcos 9:13 Jesús dice sencillamente: “Elías ha llegado”. Y puesto que Elías había muerto, esto no puede significar más que él está nuevamente encarnado. También en el Antiguo Testamento hay referencias a la reencarnación.

Proporcionamos aquí dos citas:

Las generaciones vienen y las generaciones van, pero la tierra permanece siempre. (…) Todas las corrientes fluyen en el mar, y sin embargo el mar nunca está lleno; al lugar del que proceden las corrientes ellas regresan nuevamente. (…) Lo que ha sido será nuevamente, lo que ha sido hecho será hecho nuevamente; no hay nada nuevo bajo el sol.(4)

Más adelante, el Señor dice:

Antes de que te formara en la matriz te conocí, antes de que nacieras te consagré; te puse por profeta a las naciones.(5)

Así que hay vida antes del nacimiento en todos los casos.

También puede encontrarse indicaciones en el islamismo que señalan que la reencarnación no es desconocida en esta religión. Se admite la creencia general de que el hombre ingresa al Paraíso después de la muerte. También se habla de la resurrección de los muertos al final de los tiempos. Sin embargo, siempre ha habido grupos de musulmanes que se adhieren a la idea de la reencarnación o tanasoech como se le llama en arábigo. Los drusos, ismaelitas y al­gunos sufíes aún lo hacen. Se basan entre otros en este verso del Corán:

Cómo puedes no creer en Alá cuando no tenías vida y Él te trajo a ella; entonces Él te causará la muerte, luego te traerá a la vida, y luego a Él regresarás.(6)

La idea de la reencarnación casi ha desaparecido del Islam lo que podría deberse a las muchas guerras posteriores a las actividades del Profeta Mahoma. Debido a eso, los musulmanes no fueron instruidos ni guiados más por los filósofos y místicos sino por gente más mundana.

Sin embargo, la idea de la reencarnación nunca fue in­consistente con el islamismo, pero hubo cada vez menos énfasis en ella.(7)

Karma

La enseñanza del karma está íntimamente entremezclada con la de la reencarnación. De hecho, las dos no pueden ser aprehendidas la una sin la otra. Por lo tanto, esta doble enseñanza a menudo está contenida en una sola visión.

En los documentos hindúes la enseñanza del karma está escasamente explicada; se asume que la ley de causa y efecto es tan generalizadamente conocida que no necesita mucha discusión. Por ejemplo, en el Bhagavad-Gītā Krishna enseña a Arjuna cómo trascender el karma personal. Las diferentes formas de yoga que se pueden encontrar en este Libro Sagrado están designadas para trascender al hombre más allá de su karma personal. Por ejemplo, leemos:

Cualquier cosa que hiciereis, oh hijo de Kunti, cualquier cosa que comiereis, cualquier cosa que sacrificareis, cualquier cosa que diereis, cualquier mortificación que realizareis, cada una viene a mí. Así seréis liberados de las experiencias buenas y malas que están ligadas a las acciones …(8)

Para aprehender bien estos versos debemos darnos cuenta de que karma significa literalmente ‘acción’. Apegándonos al resultado de la acción (karma) nos atamos a nosotros mismos al exterior y no alcanzaremos la liberación (Moksha). De forma continua el hombre cosecha los re­sultados de acciones dirigidas al mundo externo. Es esta atadura, causada por la ceguera, lo que hace vivir a la gente en un mundo ilusorio.

Sin embargo, el karma no es predestinación. No es destino pero tampoco felicidad. Es la ley estricta de que cada cosa tiene un efecto correspondiente.

Esto aparece fuertemente en el budismo, una religión en la que la ley de causa y efecto está entretejida de tal forma que siempre está ligada a consecuencias éticas. En el Dhammapada, de gran valor para todos los budistas, leemos por ejemplo:

No está bien hecha aquella acción que, habiéndose realizado, tiene que ser arrepentida; cuya consecuencia tiene que encararse con lágrimas y lamentaciones.

Bien hecha está aquella acción que, habiéndose realizado, no lleva a arrepentimiento, y cuyas consecuencias se experimentan con dicha y contento.

En tanto una mala acción no madure (traiga resultados desastrosos) el tonto piensa que su acción es dulce como la miel. Pero cuando su acción maligna madura cae en miseria indecible.(9)

Este último verso claramente muestra que puede haber un gran espacio de tiempo entre acción y consecuencia. También podemos leer esto en los siguientes versos:

Incluso quien realiza una mala acción encuentra algo de felicidad en tanto (el fruto de) su mala acción no madure; pero cuando madura, él ve sus malos resultados.

Incluso el que realiza buenas acciones conoce malos (días) en tanto su mérito no haya madurado; pero cuando su mérito ha madurado completamente, él ve los resultados felices de sus acciones meritorias.(10)

Así también en el cristianismo la enseñanza del karma está claramente presente. Pablo el Apóstol escribe en su Epístola a los Gálatas (6:7): Porque cualquier cosa que el hombre sembrase, eso cosechará.

Y en Revelaciones (13:10) leemos: Aquel que conduzca en cautividad irá en cautividad; aquel que mate con la espada será muerto con la espada.

Y cita el Antiguo Testamento (Job 4:8): Por lo que he visto, los que aran iniquidad y los que siembran aflicción, eso siegan.

Pese a estas citas convincentes ocasionalmente se escucha a personas objetar que en el cristianismo no hay cabida para la enseñanza del karma, debido al hecho de que Jesús murió en la cruz por la humanidad. Sin embargo, este llamado sufrimiento por la humanidad tiene un significado bastante diferente, que también tiene que ver todo con el karma. Significa que todo Maestro de una Escuela de Misterio permanece kármicamente responsable de sus estudiantes. Su educación cambió a su estudiante. Por lo tanto, el estudiante es capaz de aprehender más de la Naturaleza y por lo tanto es capaz de influenciar más. Si este estudiante, pese a la advertencia de su Maestro, emplea mal el conocimiento en interés propio, entonces el Maestro – el Cristos – “sufrirá” por esto. Después de todo, ello es la consecuencia de sus acciones como resultado de las cuales el estudiante pudo emplear mal las enseñanzas. En el Islam también se encuentra evidencia de la enseñanza de causa y efecto. En el Corán se menciona:

Para aquellos que hacen bien hay buena (recompensa) y más (que esto) … Y (para) aquellos que han ganado mal, el castigo de un mal es el semejante a él.(11)

También es interesante que haya dos “registradores” que registran todas las acciones humanas.(12) Se trataría de dos ángeles, que se sientan a la derecha y a la izquierda del hombre. No se debe tomar esto literalmente. Por el contrario, lo que señala es la enseñanza mística de que todo lo que el hombre, de hecho, todo ser, piensa y hace, es registrado por los “Registradores Sagrados”. Esto se parece mucho a los Lipikas hindúes, que también registran todo y que son vistos en conexión con el karma. Podría imaginarse que todo lo que es hecho deja una impresión en la consciencia del actor y de otros, una impresión en la llamada Luz Astral. Tarde o temprano aquel que dejó esta impresión será confrontado de nuevo con ella. Todo lo que hacemos tiene sus consecuencias.

Jerarquías (Lokas y Talas)

La palabra “jerarquía” tiene una connotación más bien negativa debido a que está conectada a un sistema en el que los directores, sin escuchar a sus subordinados, dan ciertas instrucciones u órdenes que estos tienen que seguir sin protestar. Sin embargo, la tercera Joya, que se llama jerarquía del Universo, no tiene nada que ver con eso, lo que se deduce muy claramente de las palabras sánscritas Loka y Tala.

Loka significa literalmente lugar o mundo, mientras que tala significa algo como mundo inferior. Sin embargo, la enseñanza consiste en que cada Loka está indisolublemente conectada con una Tala. No puede existir fuera la una de la otra, de la misma forma que dos polos de una corriente eléctrica no pueden existir de manera separada. El lado de la Loka representa el lado espiritual, mientras que la Tala lo hace del lado más material.

La tercera Joya se designa como Lokas y Talas (forma plural). En la literatura hindú como el Vishnu Purāna, se distinguen siete Lokas-Talas.(13) Sin embargo, estos siete mundos no están separados unos de otros. Por el contrario, surge uno del otro, se penetra uno a otro, se convierte el uno en el otro y constituyen una firme unidad, donde cada mundo Loka-Tala es una reflexión de los otros. El Loka-Tala más noble y espiritual origina de sí mismo un Loka-Tala algo más material y al mismo tiempo permanece conectado con él como un tipo de atmósfera progenitora de donde el mundo inferior toma su inspiración.

Todos esos mundos son los hábitats de diferentes clases de seres, que de hecho componen esos mundos. Por lo tanto, la Joya de las jerarquías implica que todos los elementos componentes, todos los seres, desde los altamente desar­rollados hasta los apenas desarrollados, desde la divinidad superior al elemental, están interconectados y cooperan en determinado cosmos. Es más, lo seres más desarrollados constituyen para los seres inferiores la fuerza inspiradora, dadora de vida, los cuales a su vez sirven como instrumento para que los superiores adquieran experiencia. Esos seres inferiores a su vez son las fuerzas inspiradoras para seres aún menos desarrollados que les sirven de instrumentos. En el Bhagavad-Gītā esta visión está diseñada en la base del árbol de vida Aswattha, que es imperecedero con sus raíces hacia arriba y las ramas hacia abajo.(14) Por lo tanto, Krishna dice:

Todo este Universo está pervadido por Mí en Mi forma invisible.

Todas las cosas existen en Mí, pero Yo no existo en ellas.

Ni todas las cosas están en Mí.(15)

Aquí, Krishna representa la forma más elevada de vida de una jerarquía, que desenvuelve a todos los demás seres de sí misma, pero permanece en su propia esfera – la Loka-Tala divina. En otra parte leemos:

Una porción de mí mismo que, habiendo asumido vida en este mundo de existencia condicionada, atrae los sentidos …(16)

Esta es la idea de emanación. La Cima de la jerarquía de vida desenvuelve una esfera de sí misma, a la que otros seres son atraídos. Son las ramas, ramitas y hojas del árbol, que, aunque siendo seres independientes, permanecen como partes de la Vida Una.

Por lo tanto, cada ser individual, por ejemplo, cada ser humano, es también una jerarquía en sí mismo. En su naturaleza más elevada es la raíz del árbol y en su natu­raleza externa es una de las hojas en una de las muchas ramas del mismo árbol de vida.

Se encuentra de nuevo el mismo pensamiento en el Bud­ismo Mahāyāna, donde existe una jerarquía de Budas y Bodisattvas: Budas y Bodhisattvas celestiales y Budas y Bodhisattvas terrestres. Sin embargo, también se enseña enfáticamente que el hombre mismo es un Buda poten­cial, pero que no ha realizado todavía en sí mismo esta condición búdica.

En el budismo se pone fuerte énfasis en el carácter com­pasivo de la jerarquía de vida. El ideal no es elevarse a una esfera más elevada, sino sacrificarse a sí mismo de modo que seres menos desarrollados puedan hacer uso de ese sacrificio. Esto encuentra su expresión más fuerte en el ideal del Bodisattva. Un Bodisattva rehúsa elevarse a la Loka-Tala por encima de él pues entonces sería de menos utilidad para aquellos que deja atrás. Al permanecer, puede tratar continuamente de inspirar al hombre a desarrollarse espiritualmente a sí mismo.

Cerca del inicio de nuestra era la enseñanza de las jer­arquías estaba difundida entre los países alrededor del Mediterráneo. Con frecuencia los mundos eran designados con nombres griegos. En las escrituras gnósticas, como por ejemplo las de Nag Hammadi, se habla de Eones, que, así como los Lokas-Talas, se desarrollan en pares y se dan vida unos a otros. De los más elevados Eones se desarrollan mundos cada vez más materiales hasta que el más bajo, nuestro mundo físico, es hecho por un dios ciego.(17)

Esas enseñanzas de las jerarquías vivieron tan fuertemente en las mentes de las razas en torno al Mediterráneo que también tuvieron un lugar en el cristianismo “oficial”. Cierto Dionisio Areopagita copió la jerarquía de vida neoplatónica y reemplazó los nombres “paganos” por una extraña mezcla de términos judíos y cristianos: Dios, el Divino Espíritu, los serafines, querubines, tronos, princi­pados, poderes, virtudes, dominios, arcángeles y ángeles. Los serafines y querubines son términos hebreos; las otras palabras también son empleadas por Pablo en dos de sus epístolas. La enumeración de Dionisio es aún uno de los dogmas de la Iglesia Romana y Oriental.

La estructura jerárquica en el islam toma forma mediante un ejército completo de arcángeles y ángeles que están más desarrollados en consciencia que el hombre. Sin embargo, también el Corán reconoce, junto a los animales y plantas, seres invisibles que están mucho menos desarrollados: los Djinnis, que actualmente llamamos elementales.

Muchos musulmanes esotéricos elaboraron la idea de una estructura jerárquica en un sistema (fuertemente influenciado por los neoplatónicos) de siete esferas o seres, que se daban vida unos a otros. Por ejemplo, eso se ve con los ismaelitas: 1. Dios; 2. Mente Universal; 3. Alma Universal; 4. Materia Original; 5. Pleroma o Espacio; 6. Kenoma o Tiempo. 7. Hombre.(18)

También es bien conocida la Jerarquía de Compasión. Estos Maestros (Aulijaa, o Amigos de Alá) tienen una cabeza: el Observador Silencioso o al-Chadir. Al-Chadir es un ser misterioso, mitad hombre, mitad dios, que es el punto relativamente más alto de la jerarquía humana.

Llegar a ser por sí mismo (Swabhāva)

La cuarta Joya – la del medio – es la Joya de swabhāva, que significa llegar a ser por sí mismo. Esta Joya implica que cada ser ocupa exactamente aquel lugar en la jerarquía de vida que le calza, debido a que llega a ser exactamente aquello que él hizo de sí mismo en lo Ilimitado. Uno siempre llega a ser por sí mismo. Las personas forman su propio carácter, su propio cuerpo. Se producen a sí mismas. Siempre son exactamente aquello que crearon por sí mismas.

Sin embargo, puesto que cada ser tiene en esencia todo lo que existe, este proceso de llegar a ser por sí será siempre continuo. Somos ahora lo que hicimos de nosotros en el pasado; en el futuro llegaremos a ser lo que hacemos de nosotros ahora. Naturalmente, este proceso tiene lugar de acuerdo a las leyes de karma y reencarnación.

Swabhāva también significa que cada ser tiene una carac­terística única y que tiene que jugar su papel en la sociedad de acuerdo a esta característica única.

Por lo tanto, leemos en el Bhagavad-Gītā que todos los seres, incluso los sabios, siguen su naturaleza.(19)

Sin embargo, esta “naturaleza” no se fija para siempre. Puesto que cada ser es una jerarquía, también está siem­pre ocupado desenvolviendo su Yo Superior. Ese Yo está simbolizado por Krishna en el Gītā. Por lo tanto, Krishna dice: “Aham Ātman. Soy el Ego que está sentado en los corazones de todos los seres; soy el Comienzo, el Medio y el Final de todas las cosas existentes”.(20)

La cuarta Joya, swabhāva, muestra por un lado cómo los seres han llegado a ser lo que ahora son, pero también ofrece una visión en el futuro: proporciona la perspectiva de cómo nos podemos desenvolver más.

En el budismo, que ha evolucionado de la tradición hindú, se conoce la misma enseñanza. Incluso hay una escuela que hizo de swabhāva el fundamento de su doctrina. Esta, llamada escuela svābhāvika de Nepal, es la más antigua y la más mística de las escuelas de budismo. Enseña enfáti­camente que nos originamos de nosotros mismos y que llegamos a ser nuestros propios hijos. No hay un poder fuera del hombre que estipule quiénes somos o llegaremos a ser; es a través de una urgencia interna que siempre somos lo que hacemos de nosotros mismos. La escuela svābhāvika relaciona esta enseñanza no solo con los humanos sino con todo ser viviente.(21)

Swabhāva juega un papel crucial en la respuesta a un asunto frecuentemente discutido en el budismo de haber una parte permanente en el hombre. No existe tal parte permanente en el sentido de que podría haber algo que permanece siempre lo mismo. Siempre crecemos, siempre cambiamos. Sin embargo, puesto que cambio presume que debe haber algo que es sujeto de ese cambio, es ese “algo” lo que se mueve continuamente de un estado a otro, lo que llega a ser por sí mismo una y otra vez. Ese “algo” es la consciencia, que llega a ser cada vez más universal y por lo tanto, más sabia.

Estos pensamientos son profundos y difíciles de compren­der para la facultad pensante que no está bien entrenada. Por lo tanto, no se encontrará muy explícitamente esta enseñanza de llegar a ser por sí en las escrituras cristianas. 

Sin embargo, se encuentran algunas claves en la Biblia. Por ejemplo, en el Génesis se dice que Adam dio a todos los animales su nombre.(22) Un nombre a menudo es una expresión para una característica. Cada animal tiene su propio rasgo específico, su propio swabhāva.

De la misma manera, el Corán solo insinúa la enseñanza. Se menciona en el Corán (71:14):

En tanto él te ha creado en (diversas) etapas.

O, en cada etapa uno llega a ser por sí mismo, hasta que crece más allá de la misma. Cuando se ha aprendido todo en cierta etapa, se crece fuera del traje y se deja la antigua forma atrás, como una serpiente su piel y se llega a ser la nueva forma. De esta cita se sigue que el llegar a ser por sí mismo está íntimamente relacionado con la quinta Joya, la evolución progresiva.

Evolución (Pravritti y Nivritti)

La quinta Joya de Sabiduría consiste en sánscrito de dos palabras: pravritti y nivritti. Pravritti significa “voltearse”, “girar”, “desplegar” o “desenvolver”. Nivritti significa lo opuesto, esto es: “arrollar”, “envolver” o “involucionar”. Así, el concepto de evolución está unido al de involución. De esta forma, el desarrollo y el envolvimiento tienen lugar de manera simultánea.

La idea es que la vida primero desciende en la materia. Por así decirlo, se envuelve a sí misma. Involuciona. En el punto más profundo de este “envolverse”, que es el pico del desarrollo físico, el proceso se da vuelta y la materia se desenvuelve a sí misma y la vida se despliega.

Como visualización puede imaginarse a un ser que está localizado en la cima de una jerarquía y desciende en la materia a través de varias fases intermedias para recoger experiencia y luego regresar al nivel espiritual, enriquecido con la experiencia ganada en la manifestación.

Este gran proceso es el trasfondo de la inmensa épica India el Mahābhārata, donde el Bhagavad-Gītā tiene un lugar central. En esta épica toman vida los ascensos y descensos de una familia real. Inicialmente una rama de la familia sube al poder. El rey ciego Dhritarāshtra se sienta en el trono pero deja el cetro a su hijo. La rama más noble de la familia, los Pāndavas, es exiliada.

Para alguien que realmente comprenda el simbolismo, es claro lo que aquí se describe. Es la envoltura del espíritu que va mano a mano con el desarrollo del lado material. No se describe a Dhritarāshtra como ciego por coinci­dencia. Representa la materia o cuerpo físico y su hijo, Duryodhana y su familia, los Kauravas, representan los aspectos de la consciencia orientados materialmente. A mitad del Mahābhārata, sin embargo, los Pāndavas deciden reclamar su lugar por derecho en el Reino. En este punto en la gran épica se sitúa el Bhagavad-Gītā. Arjuna, uno de los Pāndavas, recibe instrucción de Krishna, su maestro, como símbolo del dios interno.

Entonces hay una gran batalla. Por supuesto esto se presenta de manera figurativa. El desarrollo mental va de la mano con el desenvolvimiento físico. Los aspectos orientados más materialmente en el hombre necesitarán ser gobernados por el espíritu.

Al final de un Kālpa todas las cosas regresan a mi Prakriti (Naturaleza) y entonces denuevo al inicio de otro Kālpa yo haré que evolucionen nuevamente.(23)

La doctrina de la evolución progresiva nunca puede ser comprendida correctamente si no se involucran las en­señanzas de las jerarquías. Un ser desciende del nivel divino – aquel de Krishna – a través de diferentes enlaces (Lokas y Talas) hasta el mundo físico y luego asciende de nuevo.

En el templo budista de Borobudur en Java está retratado todo este proceso en piedra. Se asume que el hombre ya ha descendido en la materia. Ahora una vez más debe regresar a la Cima a través de diferentes etapas. El Budismo está basado en el aprendizaje de que cada persona tiene su propio Buda interno y que puede realizar la perfección por medio de su propio compromiso.

El objetivo de todo el proceso de involución y evolución es llegar a un estado de perfección relativa. El hombre – restrinjámonos convenientemente a la humanidad – ha desarrollado vehículos físicos con los cuales puede con­struir experiencias para que pueda – enriquecido con esas experiencias – regresar al estado de unidad, del cual alguna vez descendió. ¿No es este el mensaje de toda la Biblia? ¿No es la historia del Génesis el comienzo del desarrollo físico? El hombre desarrolla auto-consciencia (come del fruto del árbol del conocimiento del Bien y del Mal), pierde el estado paradisíaco aunque debe regresar a ese estado de unidad, pero ahora como un ser auto consciente. El ser humano solo puede hacerlo así si despierta el Cristo en sí mismo y vive allí. Ese mensaje se refleja claramente en las escrituras gnósticas, pero también lo leemos en la Biblia.

Así que sed perfectos, como vuestro Padre en el cielo es perfecto.(24)

El Corán (71:14) también describe cómo los humanos han desarrollado varias etapas desde el ser espiritual al ser material:

Si bien él te ha creado en (diversas) etapas.

En cada etapa uno llega a ser sí mismo, hasta que crece fuera de esta etapa. Aún más obvio está eso en otro verso:

En verdad, Nosotros creamos al hombre de la mejor estatura (molde), Entonces Nosotros lo reduciremos a lo más bajo de lo bajo.

El hombre, espiritual en origen – pero no auto consciente – desciende a la materia, la más baja, de donde puede as­cender al espíritu, a Alá. Pues como dice el siguiente verso:

Sean salvos quienes creen y hacen obras correctas, entonces tendrán una recompensa sin fin.(25)

Los versos del Corán no pueden ser explicados sin am­bigüedad, pero como los

concebimos, pareciera que la recompensa del trabajo ben­eficioso es que se regrese al estado espiritual, aunque ahora con auto-consciencia. A Él regresamos, es el dicho popular que se encuentra por doquier en el Corán.

El gran sendero evolutivo humano está simbólicamente ejemplificado en el peregrinaje a la Meca, el Hajj, uno de los cinco pilares del islam. Durante este, los peregrinos tienen que caminar siete veces alrededor de Kaaba. Las primeras tres veces deben hacerlo corriendo. Durante esas siete circulaciones deben ir cada vez más cerca de la piedra negra en Kaaba y, si es posible, tocarla en última instancia.

Todo este viaje simboliza las siete fases evolutivas o Rondas en las cuales las personas desarrollan cada vez más de sí mismas. Debido a que estamos ahora en la cuarta Ronda y ya hemos pasado tres, podemos cubrir esas primeras tres más rápidamente. Tocar la Kaaba simboliza alcanzar la divinidad, lo cual es el caso después de las siete Rondas si tenemos éxito.

Aquí también se presenta el cuadro de un ser humano que evoluciona constantemente, progresa y eventualmente alca­nza lo divino. Ese es el pensamiento islámico general. De aquí que los devotos musulmanes nunca experimentaron el poema del sufí Jalal ad-Din Rumi como contrario al Islam:

Morí como un mineral y llegué a ser una planta,

Morí como planta y surgí en animal,

Morí como animal y fui Hombre.

Una vez más moriré como Hombre

Para remontar con ángeles benditos…(26)

Dos senderos (Amrita Yāna y Pratyeka Yāna)

Las primeras cinco joyas responden la pregunta sobre el significado de la vida. Se debe obtener lo máximo de ello. Se necesita desarrollar todos los aspectos que han estado

involucrados, con el fin de regresar como un hombre auto consciente a la pureza del mundo espiritual – divino.

Esas primeras cinco Joyas sin embargo no son concluyentes respecto al motivo. ¿Por qué debería hacerse esto?

Bien, hay dos posibilidades. Se está haciendo esto tanto para experimentar la bendición del retiro al espíritu, o se hace para estimular a otros a progresar en este Sendero. En otras palabras, se está realizando esto para uno mismo o para todo aquello que vive.

Este es el trasfondo de los difíciles versos del final, del décimo octavo capítulo del Bhagavad-Gītā. Se hace una distinción entre Sannyāsa y Tyāga. Es muy difícil traducir estas palabras sánscritas. Sannyā se podría traducir como “renunciación”, en el sentido de que alguien se desata de todas las cadenas mundanas. Tal persona solo se enfoca en su naturaleza espiritual. Tyāga significa auto negación o renunciación. Eso a primera vista podría parecer lo mismo que Sannyāsa, pero hay una sutil distinción. Un ejemplo de Sannyāsa es la bien conocida tradición hindú de que un hombre mayor abandona su familia y se dedica totalmente a Ātman, el Sí mismo. Se retira completamente del mundo.

Tyāga por otra parte significa lo opuesto. También ahora se renuncia a algo, pero esta vez no al mundo sino a la propia recompensa. Uno se ofrece a sí mismo para el beneficio de la totalidad.

Un ejemplo maravilloso del sacrificio de la propia bi­enaventuranza puede encontrarse en el Mahābhārata. El hijo mayor de los Pāndavas, Yudhishtira, después de mucho sacrificio y sufrimiento ha alcanzado la Cumbre del Monte Meru, el símbolo de Moksha, la gloria liberadora. Es acompañado de su fiel perro. Él recibe la palabra de que puede ingresar al Cielo pero su amigo de cuatro patas no. Este es el por qué Yudhishtira rehúsa la bienaventuranza.(27) Sacrifica su propia gloria por un ser que es mucho menos desarrollado de lo que él es. Eso es verdadera compasión.

Esta es la gran paradoja: mediante la renuncia a Moksha se alcanza el verdadero Moksha. Después de todo, el ig­norante actúa por motivo del fruto, por los resultados. 

Sin embargo, el Sabio actúa sin ataduras y con el deseo de mantener el orden de los mundos.(28)

Tyāga y Sannyāsa corresponden a otras dos palabras sán­scritas: Amrita y Pratyeka, que se usan especialmente en el budismo Mahāyāna. Pratyeka significa “solo para uno”. Amrita significa “inmortal”. ¿Cómo debemos concebirlas? Bien, si se aplica las primeras cinco Joyas, esto indudable­mente conduce a un resultado. Se encontrará el “camino de regreso” al espíritu, de donde se vino. Pero ¿por quién se hace? ¿Por sí mismo? ¿Seguimos el sendero Pratyeka? Esa es una posibilidad. Pero también se puede seguir el sendero Amrita. Entonces no se trata de uno mismo. Eso concierne al bienestar de todos. Esta es la forma última de renunciación. De aquí que en el budismo del Tibet un Bodisattva es aún más honrado que un Buda. Un Bodis­sattva solo está a un paso del Nirvāna, pero rehúsa dar ese paso porque quiere permanecer en esta esfera terrenal para servir a su prójimo.

Para decirlo en las palabras de La Voz del Silencio, las prescripciones formales escritas para estudiantes en la tradición budista tibetana:

¿Puede haber bienaventuranza cuando todo lo que vive debe sufrir?

¿Serías salvo y escuchar al mundo entero llorar?(29)

La diferencia entre los dos Senderos es tan sutil que difícil­mente puede ser trazada en el cristianismo y el islam. Sin embargo, en ambos sistemas religiosos las personas constantemente son urgidas a comportarse de manera inegoísta y a elegir al espíritu. Son numerosos los ejemplos en el Nuevo y Antiguo Testamento que muestran que la falta de egoísmo es preferida siempre. Pero moverse a lo largo del sendero hacia el espíritu y subsecuentemente renunciar a la recompensa no es fácil de encontrar.

El sufrimiento de Jesús en la crucifixión – al menos en la concepción literal de la historia de la cruz – es un ejemplo del sacrificio del bienestar propio por el de otros. También cuando Jesús dice a sus discípulos:

pero muchos que son los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros(30)

se hace referencia a las enseñanzas de los dos senderos. Esta frase usualmente es interpretada en un contexto social. Quienes son ricos y poderosos ahora posteriormente serán menos felices. Pero ¿no pareciera más significar que aquellos que siguen el sendero Pratyeka y así están entre los primeros a ser liberados de las limitaciones y sufrimientos de una vida material, eventualmente aún estarán sujetos a cierta cantidad de ilusión? Porque no poseen la grandeza de la visión de los Budas de Compasión, quienes, después de todo, se dan cuenta que no hay diferencias substanciales entre ellos y los otros. Por lo tanto se sacrifican a sí mismos y esperan a que los otros lleguen tan lejos como ellos. En ese sentido, son la retaguardia, quienes eventualmente serán los primeros y los más grandes, debido al gran sacri­ficio que traen: un sacrificio que realmente es el principio fundamental de toda la naturaleza.

En el islamismo chiita hay una historia curiosa que de igual manera esboza tan gran sacrificio. Salmaan al-Farisi somete al “Antagonista”, lo que resulta en que es purificado. Es posicionado como alguien que tiene las características del Arcángel Miguel y el Hombre Celeste combinados. Pero él rehúsa a la divinidad para sí mismo. Mediante este sacrificio termina en una posición intermedia: está entre lo divino y la humanidad. Llega a ser un intermediario que transforma las influencias divinas en las humanas. Esta doctrina según Henri Corbin, podría estar difundida en el siglo segundo del islam pero muchos libros chiitas se han perdido.(31) Esta historia tiene una fuerte semejanza con las enseñanzas de los Bodhisattvas, quienes rehúsan al Nirvāna para permanecer atrás por el beneficio de la humanidad.

Conociendo del Yo (Ātma-Vidyā)

La última Joya de Sabiduría no es solo la perfección de las anteriores, sino que aquellas previas llegan a ser ahora realmente accesibles. Aunque esta Joya es la más mística, se la encuentra profusamente en las diferentes religiones, aunque su verdadero significado a menudo se ha perdido. Si en las religiones monoteístas se habla de regresar a Dios, pareciera que un ser humano se une con algo fuera de él. Sin embargo, no es este el caso. Esta Joya significa que el hombre individual se une con sí mismo, o mejor expresado: el Sí mismo. Es este Sí mismo el que es el mismo en todos los seres. Es la Fuente, la unidad, que durante la manifestación llega a ser la multitud. En el hinduismo es claro más allá de toda sombra de duda que estamos tratando con una asociación interna. La palabra Ātman (Sí mismo) denota esta realidad. Ātma-Vidyā significa conocimiento del Sí mismo, del Yo. Necesitamos descubrir la raíz de nuestra existencia. Si realmente la conocemos, conocemos todo.

Ese es el mensaje central de los Upanishads hindúes, los antiguos escritos esotéricos que pertenecen a la literatura védica. Estos son escritos en su mayoría meditativos, que agudizarían la intuición del aprendiz y enfocan su atención en la unidad subyacente. De manera concisa esto se refleja en el dicho popular Tat twam asi, que significa: eres tat, eres ilimitado. Todos somos lo ilimitado, todos somos vida infinita. Nos originamos de la misma Cima de la Jerarquía y por lo tanto somos uno en nuestra esencia.

Esa Unidad se ha transformado en los muchos en un proceso de emanación y evolución. De esta forma el Chhān­dogya Upanishad dice que inicialmente había un solo Ser (Sat). (32) No había dos. Subsecuentemente Sat trajo el fuego, el fuego al agua y aquella a su vez el alimento. A partir de aquí llegaron al ser los dioses, nombres y formas. La imaginería es diferente pero aquí se describe lo mismo del árbol Aswattha que se menciona arriba, que crece con sus raíces en el aire. El universo entero es ese árbol. Somos parte de él. Todos venimos de la misma raíz.

En el Brihadāranyaka Upanishad se dice que en el inicio no había nada en particular.(33) No había algo. Todo era uno y unido. No había diferenciación todavía. Solo había Ātman, el Sí mismo. Pero mediante división continua, como con un huevo fertilizado, hay generación, y final­mente la diversa multitud de vida.

Este proceso de emanación tiene todo que ver con Ātma-Vidyā. No solo señala que todo se origina del mismo punto primordial, sino también que todo tiene su misma raíz.

La séptima Joya nos enseña que podemos conocer ese punto. Se llama Brahman (la deidad de nuestra jerarquía). Y Brahman, como enseñan los Upanishads, es el mismo que Ātman, el Sí mismo.

El Chhāndogya Upanishad explica cómo el Gurú enseña a su aprendiz sobre esta unidad. Deja que disuelva sal en el agua y que luego la pruebe. La sal está en todas partes. De manera similar la vida está en todos lados. Explica que como los ríos se han resuelto en el mar, ya se desconoce qué agua vino de cuál río. Pero la esencia de vida está en todas partes y, así dice el maestro, eres esa esencia.

Para explicar el proceso de unificación, el budismo emplea una magnífica expresión: la gota de rocío fluye de nuevo al océano. Cada ser sintiente es como una gota y a través del proceso de emanación y evolución, mediante el descenso en la materia y atribuyendo realidad a esta Loka-Tala, tendemos a olvidar que no somos de hecho más que una simple onda en el océano de vida. Ese sentido de unidad se llama Nirvāna. Nirvāna es ese estado de consciencia donde un ser está impresionado con el hecho de que él es la Unidad, de que él es el Océano de Vida. Nirvāna significa “extinción”. Todos los elementos en nuestra consciencia que impiden realizar ese estado de unidad se extinguen. Y más importante, podemos realizar este estado mediante la evolución.

En el cristianismo este estado de Unidad se expresa medi­ante el término “el Reino de los Cielos” o “Reino de Dios”. Y, como se establece en diferentes lugares en los Evangelios: el Reino de los Cielos está en vosotros.(34) ¿Tiene que ver esto no sin ambigüedad con el pensamiento de que hay algo fuera de nosotros de lo cual depende nuestra salvación? No, nuestra salvación está en nosotros. Una frase como

Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí.(35)

toma un significado completamente diferente a la luz de Ātma-Vidyā. El Padre es el Sí mismo, el estado de uni­dad, que solo puede ser alcanzado mediante el desarrollo del espíritu Crístico, la habilidad búdica en el hombre. Necesitamos trabajar, vida tras vida, sembrando causas y cosechando efectos, trepando la escala de vida, realizando cada vez más de nosotros mismos, siempre tratando de expresar la compasión universal, para que eventualmente nos demos cuenta que el Reino de los Cielos está en todos los seres.

Quienquiera que lea el Corán con mente abierta compren­derá que todo el islamismo no es sino un intento de obtener conocimiento del Sí mismo. Después de todo, la idea central en el Libro Sagrado de los musulmanes es el Tauba, a menudo traducido como “conversión”, pero puede, con tanto derecho, ser traducido como “arrepentimiento”.

Vaya dentro de sí mismo. Suéltese en su Sí. A Él todo retorna. A Alá – la esencia divina que todo lo pervade – la vida correrá, habiendo sida enriquecida por las experiencias de la existencia material.

Por encima de todos, los sufíes han elaborado esta idea. Los escritos místicos como La Conferencia de los Pájaros, del poeta Farid ud-Din Attar describen el viaje del alma a través de diferentes etapas para eventualmente … ser destruida. Estamos siendo destruidos … y aun así contin­uamos viviendo. Fanaa’bi-llah y bakaa’bi-llah, destrucción por Dios y vivir en Dios. La doctrina es clara.

Nuestra vida es destruida con respecto a la ilusión de que estamos separados de otros, y por lo tanto vivimos en Alá, en la realización de la unidad. Nos damos cuenta que la deidad somos Nosotros mismos, y nosotros somos la deidad. Ibn Mansur al-Hallaadj podría decir por lo tanto: Ana l-hakk, Yo soy la verdad. Yo soy Dios. Aunque esto fue concebido por los musulmanes ortodoxos como una blasfemia, no es más que la profunda consciencia de que todo está enraizado en lo divino, es traído por lo divino y por lo tanto en esencia es eso divino. Solo se necesita darse cuenta que esto es él.

En ninguna parte este pensamiento está más bellamente expresado que en el poema de Rumi:

Vino uno y tocó a la puerta del Amado.

Y una voz respondió y dijo, “¿Quién está allí?”

El amante replicó, “Soy yo.”

“Vete”, retornó la voz;

“no hay sitio dentro para ti y mí”

Entonces vino el amante una segunda vez y tocó la puerta y nuevamente la voz demandó,

“¿Quién está allí?”

Él respondió, “Eres tú”

“Entra”, dijo la voz, “pues yo estoy dentro” (36)

Referencias

Otra fuente de información sobre el concepto de lo Ilimitado en las diversas tradiciones religiosas: G. de Purucker, Esoteric Instructions, Vol. 3 ‘Space and the doctrine of Maya’. Point Loma Publications, San Diego 1987, p. 13-17. Una fuente holandesa: Barend Voorham, ‘Er is altijd iets (geweest). Schep­pingsverhalen – deel 1.’ Article in Lucifer de Lichtbrenger, vol. 30, nr. 2, april 2008, p. 37-43.

Bhagavad-Gītā, cap. 2, versos 13 y 22. Traducción: W.Q. Judge. www.theosociety.org/pasadena/gita/bg2.htm.

Pistis Sophia, traducida por G.R.S. Mead. John M. Watkins, London 1921, cap. 103, p. 220. http://gnosis.org/library/pistis-sophia/ps108.htm.

Eclesiastés 1:4-9.

Jeremías 1:5.

Koran, 2:28. Traducción: Sahih International. http://corpus.quran.com/translation.jsp?chapter=2verse=28.

Véase: Sylvia Cranston, Reincarnation, The Phoenix Fire Mys­tery. Theosophical University Press, Pasadena 1998, p. 166.

Bhagavad-Gītā, cap. 9, versos 27-28.

Dhammapada, Wisdom of the Buddha. Traducido por Harischandra Kaviratna. Theosophical University Press, Pasadena 1980, Canto V, versos 67, 68 y 69. http://www.theosociety.org/pasadena/dhamma/dham5.htm#Canto5.

Ver ref. 9, Canto IX, versos 119 y 120.

Koran, 10:26-27. Traducción: Shakir.

Koran, 50:17.

Véase English wikipedia, ‘Loka’. En holandés: Rudi Jansma, Handboek Hindoeïsme. Synthese, Rotterdam, 2010, p. 258.

Bhagavad-Gītā, cap. 15, versos 1-3.

Bhagavad-Gītā, cap. 9, versos 4-5.

Bhagavad-Gītā, cap. 15, verso 7.

Ver e.g.: The Apocryphon of John and On the Origin of the World; The Nag Hammadi Library, e.g. www.gnosis.org/naghamm/nhl.html.

Citado en Henry Corbin, Historie de la philosophie islamique. Part 1. Gallimard, 1964, p. 20.

Bhagavad-Gītā, cap. 3, verso 33.

Bhagavad-Gītā, cap. 10, verso 20.

Véase: G. de Purucker, Fundamentals of Esoteric Philosophy. Point Loma Publications, San Diego 1990, ch. 10, p. 104.

Génesis, 2:20.

Bhagavad-Gītā, cap. 9, verso 7.

Mateo, 5:48.

Koran, 95:4-6, Traducción: Mohsin Khan.

E.g. English wikipedia, ‘Rumi’.

Véase: www.sacred-texts.com/hin/m17/m17003.htm.

Bhagavad-Gītā, cap. 3, verso 25.

H.P. Blavatsky, The Voice of the Silence. ‘The Seven Portals’. www.theosociety.org/pasadena/voice/voice3.htm (después de nota 34).

Marcos 10:31.

Henry Corbin, Histoire de la philosophie islamique. Gallimard, 1964, p. 111-112.

Chhāndogya Upanishad. Libro 6, cap. 2. ‘The thirteen principal Upanishads’. Oxford University Press, 1934. En este artículo empleamos la traducción de R.E. Hume, p. 241.

Brihadāranyaka Upanishad. Libro 1, cap. 2, verso 1; y libro 1, cap. 4, verso 1 y verso 10. Además: G. de Purucker, Esoteric Instructions, Vol. 3 ‘Space and the doctrine of Māyā’. Point Loma Publications, San Diego 1987, p. 74, 81, 83.

E.g. Lucas 17:21.

Juan 14:6.

Véase e.g.: www.goodreads.com/quotes/tag/sufi.

 

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