Aprende a establecer límites a tus hijos con amor y respeto pero también con firmeza; observarás que sus comportamientos serán los mejores.
La manera de criar y educar a los hijos cambia generación tras generación; tiempo atrás mi padre me contó que mis abuelos llegaron a golpearlo con un cinturón de cuero cada vez que se portaban mal, incluso le jalaban el cabello y lo pellizcaban por decir malas palabras. En mi caso, mi padre siguió con ese mismo modelo; también me llegó a golpear con un cinturón, con la chancla y me pellizcaba cada vez que hacía algo incorrecto.
Después me convertí en madre, por lo que yo cambié
radicalmente el patrón de educación que había aprendido. Recuerdo que nunca le
puse una mano encima a mi hijo para corregirlo, pero sí lo castigaba
prohibiéndole cosas que a él le gustaban.
Cuando somos padres la crianza de los hijos se convierte en
un gran reto, ya que tenemos como modelo la manera en cómo fuimos educados. En
caso de haber experimentado algún tipo de violencia física o psicológica en
nuestra infancia, por lógica deseamos eliminar por completo ese aprendizaje.
Sin embargo, algunas veces la carencia de castigos nos
encamina a no saber establecer límites a los hijos, convirtiéndonos en padres
permisivos y sobreprotectores.
Las distintas caras de la crianza
El temor de la mayoría de los padres es que los hijos se
vuelvan niños maleducados, groseros e insoportables, por la falta de límites.
Pero a veces se suele sobreprotegerlos en exceso tratando de evitar cualquier
problema o dificultad que puedan experimentar, estropeando su desarrollo.
Esta sobreprotección hará que los hijos se vuelvan
dependientes de los padres y por consecuencia les generará inseguridad a la
hora de tomar decisiones en cualquier momento de su vida. Los hijos
sobreprotegidos, responderán a través de caprichos o berrinches debido a que no
sabrán cuales son los límites y las reglas de comportamiento en general;
incluso, no respetarán la autoridad de ambos padres.
Otra cara de la crianza, es cuando los padres no tienen
suficiente tiempo para estar con sus hijos, por lo que esa falta de
amor la reemplazan por cosas materiales; esto a la vez hace que ellos no
conozcan de límites, puesto que son libres en hacer lo que quieran.
También está la forma de crianza rígida, donde los padres
suelen castigar a los hijos utilizando la violencia, ya sea física o
psicológica, con tal de que ellos tengan buenos comportamientos.
Sin juzgar el tipo de educación que estés ejerciendo en tus
hijos, es importante establecer y mantener ciertas reglas y límites en el
hogar, pues los hijos deben comprender que todos sus actos tienen consigo
consecuencias (buenas o malas).
Incluso, los expertos aseguran que la
carencia de límites es una forma de maltrato infantil, ya que al no ejercer una
autoridad en los hijos, estos sufrirán graves alteraciones emocionales que se
reflejarán en su vida adulta.
Cómo establecer límites a los hijos sin dañarlos
Teniendo en cuenta que los límites son
fundamentales para el desarrollo de los hijos y por ende para tener una mejor
convivencia familiar, es importante saber que estas reglas deben ser
permanentes (que no cambien), ya que serán referentes estables que los niños tendrán
como modelo de aprendizaje.
Para comenzar, lo ideal es aplicar normas de convivencia en
el hogar, como por ejemplo, tener un horario para las comidas y el modo de
comportase en la mesa, el uso de la televisión o dispositivos móviles, el modo
en cómo deben ordenar su habitación, el tiempo de estudio, entre otras cosas.
La finalidad es que los hijos integren esas normas como
formación de hábitos que les sirvan para sentirse bien consigo mismos y no como
una manera de ejercerlas por obligación.
1 Hablando claro
Muchas veces los padres cometemos el error de no establecer
límites sino deseos cuando les decimos a los hijos: “Me gustaría que te
portes bien”, “sé bueno”, “no hagas eso”, “quisiera
que te quedarás sentado mientras comes”. Sin embargo, el mensaje no es muy
claro que digamos, y puede ser confuso para los hijos.
Cuando establezcas límites o reglas, se recomienda utilizar
un mensaje claro, correcto y sin tanto rollo, para que los niños puedan
comprender las consecuencias de sus acciones.
Por ejemplo: si están en un hospital puedes decirle: “Debes
hablar bajito porque hay muchos pacientes enfermos”, “si no recoges tus
juguetes, puedes lastimarte y tropezarte”, “Si no haces tu tarea, no podrás
aprender”.
2 Anticiparse
Los niños deben conocer los límites y reglas antes de que
tengan un mal comportamiento. Es como cuando entramos al colegio, en los
primeros días de clases se establecen las reglas de convivencia. Es
recomendable decirles a los niños “A partir de ahora no permitiré…”, la
idea es que ellos comprendan correctamente los mensajes.
Incluso, se deben dar dos alternativas, así
quitaremos la dureza aparente de los límites sin renuncia a ellos. Se
trata de dar opciones distintas para que el niño pueda cumplir
fácilmente; “te lavas los dientes antes o después de ponerte la pijama”.
Así ayudamos a los hijos a tomar decisiones y a asumir la responsabilidad de
sus acciones.
3 Amor y más amor
Los límites nunca se deben establecer con gritos o enojos;
estos deben marcarse con afecto. Se recomienda utilizar un tono de voz normal,
ya que si estableces reglas fuera de control es probable que el niño también
reaccione de la misma manera y lo harán con temor.
Además, estos deben ser aplicados con firmeza, por ejemplo: “la
tarea debe estar hecha antes de la comida”, “son las 9 de la noche, hora de
acostarse”.
4 Cosas positivas
Recalcar lo positivo de los límites hará que los hijos
comprendan los motivos por los cuales deben obedecer. Explica el porqué de cada
regla, como una manera de prevenir situaciones peligrosas. “Salir
abrigado, te ayudará a no enfermarte”.
En conclusión, los padres deberán ser constantes,
persistentes y sobre todo mantener la calma, al momento de establecer límites a
los hijos. Recuerda que los límites son fundamentales para que ellos tengan un
buen desarrollo emocional, ayudándolos a mejorar en sus relaciones sociales, en
su autoestima, seguridad y confianza.
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Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y
actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en
Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que
leen sus útiles vivencias.
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