Por Valeria
Correia Nobre
Los
humanos somos animales pensantes, al menos somos animales hablantes, gozamos de
un código refinado y complejo llamado lenguaje y por eso sabemos que todos
pensamos. Los seres humanos pensamos. Los animales quizás piensan. Yo creo que
piensan bastante más de lo que imaginamos, pero por el momento, el gran paladín
del conocimiento (ese entramado de pensamientos discordantes) llamado ciencia
dice que no.
Los
seres humanos pensamos. Pero muchas veces no pensamos por nosotros mismos sino
que caemos en redes de pensamientos construidos a priori por una trama social.
La construcción
de este modelo de pensamiento no es propia, es una suma de ideas que nos llegan
de modo inconsciente. Ha sido edificada por muchas capas de poder, el poder que
se manifiesta desde el orden, desde el límite social.
Este pensamiento único responde al statu quo, al sistema económico, a la segmentación social y en definitiva a lo que mamamos de una u otra forma en casa por falta o por exceso. Porque su doble rostro termina traicionando en parte al más pensante de los humanos. Se filtra como la arena por las hendijas de la puerta en una tormenta de viento.
Somos sumergidos cada día en el “pensamiento único” y atravesados en todas las áreas de nuestra vida. No permitir su entrada en nuestra conciencia demanda de un esfuerzo enorme, una voluntad y firmeza impensable a la hora de elegir la dirección cotidiana de nuestra vida.
Este pensamiento único responde al statu quo, al sistema económico, a la segmentación social y en definitiva a lo que mamamos de una u otra forma en casa por falta o por exceso. Porque su doble rostro termina traicionando en parte al más pensante de los humanos. Se filtra como la arena por las hendijas de la puerta en una tormenta de viento.
Somos sumergidos cada día en el “pensamiento único” y atravesados en todas las áreas de nuestra vida. No permitir su entrada en nuestra conciencia demanda de un esfuerzo enorme, una voluntad y firmeza impensable a la hora de elegir la dirección cotidiana de nuestra vida.
Schopenhauer,
filósofo alemán del siglo XIX, fue el primero en definir el pensamiento único.
Trazó las primeras líneas del concepto. Definía a este pensamiento como aquel
que se sostiene a sí mismo, constituyendo una unidad lógica independiente sin
tener que hacer referencia a otros componentes de un sistema de pensamiento.
Luego en la década del 90 llegará la idea que desarrolla el sociólogo y periodista francés Ramonet, que toma el término para definirlo como una serie de conceptos que pretenden ser universales y que de diversas maneras favorecen a los intereses de un conjunto de fuerzas económicas y políticas.
Luego en la década del 90 llegará la idea que desarrolla el sociólogo y periodista francés Ramonet, que toma el término para definirlo como una serie de conceptos que pretenden ser universales y que de diversas maneras favorecen a los intereses de un conjunto de fuerzas económicas y políticas.
George
Orwell, el autor de la distópica novela 1984, utiliza un concepto similar
creando en la ficción el Ministerio de la Verdad, institución que representa la
herramienta que controla que este pensamiento único esté por sobre todos los
pensamientos.
En la astrología existen numerosos tránsitos que se entrecruzan y trenzan para describir el momento en el que se establece un pensamiento normativo. Cuando de bisagras históricas se trata se ha de mirar el movimiento siempre impactante de los planetas conocidos como cronocratores. Cronocrator es una palabra compuesta derivada de Cronos, el tiempo y el mismísimo Saturno y Kratos, la fuerza y la autoridad. Una conjunción de ciertos planetas de movimiento lento da campanadas en el orden de las cosas que consideramos el orden del mundo. Nuestro mundo se organiza de acuerdo a estos cronocratores.
En la astrología existen numerosos tránsitos que se entrecruzan y trenzan para describir el momento en el que se establece un pensamiento normativo. Cuando de bisagras históricas se trata se ha de mirar el movimiento siempre impactante de los planetas conocidos como cronocratores. Cronocrator es una palabra compuesta derivada de Cronos, el tiempo y el mismísimo Saturno y Kratos, la fuerza y la autoridad. Una conjunción de ciertos planetas de movimiento lento da campanadas en el orden de las cosas que consideramos el orden del mundo. Nuestro mundo se organiza de acuerdo a estos cronocratores.
Hacia
finales de este año se dará el encuentro entre Saturno y Júpiter. Dos planetas
llamados sociales. Este encuentro dará inicio a una nueva narrativa generadora
de un orden social distinto al que veníamos sosteniendo
En el mes de enero pasado cuando los diarios de todo el mundo mostraban la propagación del famoso virus en China y azorados, observábamos la manera en la que el estado de dicho país contenía a la población, Saturno y Plutón hicieron una primera conjunción en el signo de Capricornio.
En el mes de enero pasado cuando los diarios de todo el mundo mostraban la propagación del famoso virus en China y azorados, observábamos la manera en la que el estado de dicho país contenía a la población, Saturno y Plutón hicieron una primera conjunción en el signo de Capricornio.
Los
astrólogos en general esperábamos con inquietud que algo sucediera. Lo cierto
es que en realidad se estaba comenzando a gestar una nueva narrativa, una
variante aggiornada del pensamiento único. Lo que ahora los políticos y sus
lacayos medios de comunicación masiva llaman “nueva normalidad”.
Es
aquí donde la simbología y la esencia de Saturno se filtran y embeben todo con
su tono. Cuando comenzó a pronunciarse este nuevo término, Saturno estaba ya en
las tierras de Acuario.
Saturno
ingresó en el signo de Acuario el 22 de marzo apenas estrenado el año nuevo
zodiacal. El 11 de mayo comenzó su movimiento retrógrado y en julio reingresará
en Capricornio, signo del que se despedirá hasta dentro de 29 años para
ingresar en forma definitiva a Acuario a mediados de diciembre de este año
2020.
Las
conjunciones de Saturno a Júpiter suelen coincidir con cambios profundos en la
vida material de las personas, los valores en general sufren una
transformación, lo jurídico, religioso, moral y económico se altera y toma una
nueva forma. Y hacia el próximo solsticio de diciembre volverá a formarse este
encuentro entre Saturno y Júpiter pero ya no en el tradicional signo de Tierra
Capricornio, sino en el signo que sigue en la rueda zodiacal, Acuario en su
grado cero.
En Acuario,
para muchos seguidores de la New Age las cosas son frescas, amables,
divertidas, pero la astrología clásica no lo ve igual. Acuario es un signo del
elemento Aire, su regente es Saturno y su corregente Urano, que actualmente
está en el signo de Tauro.
Acuario
es el signo al que se atribuye el tan mentado desapego y es que no tiene tiempo
de quedar pegado a sensaciones o emociones. Acuario necesita ir hacia adelante
en el tiempo. Esta combinación del frío y solitario carácter del planeta
Saturno con la energía del signo zodiacal Acuario nos da la pauta de la “nueva
normalidad” que estamos ensayando y que dará más claros indicios a partir de
diciembre de este año, momento en el que la organización de la ley se
manifieste en modos más concretos por medio de la conjunción con Júpiter.
Saturno
en Acuario nos quitará algo de nuestro lado más humano, la calidez quedará
relegada para dar más espacio a una especie de “objetividad racional”. Pues
bien, Júpiter organiza la ley, la fe, los dogmas. La unión de Saturno con el
planeta Júpiter va a llevar a los gobiernos y las empresas a diseñar una serie
de leyes, dispositivos de control y organigramas acerca de la mejor manera de
vivir la vida según esta narrativa. Estas normativas pueden poner en peligro
las costumbres pero especialmente puede peligrar nuestro sentido de libertad y
es allí en donde se esconde la trampa de Saturno en Acuario:
Por la mía, pero libre.
Por la mía, pero libre.
Quien
pueda entender los huecos por los que se filtrará la energía acuariana en su
manifestación más pura y benéfica será un individuo que gane desde lo
colectivo.
Acuario también nos narra la posibilidad de ir hacia un mundo en el que se coopere para manifestar una mejor distribución de la energía, y el dinero es una de las múltiples manifestaciones materiales de la energía.
Saturno va por la de él. En su soledad, quiere controlar y limitar pero Acuario también tiende a democratizar, a confiar en que cada parte de un mismo sistema se maneje sin control, con su propia verdad interna, sumando a la circulación energética dentro del cuerpo social.
Acuario también nos narra la posibilidad de ir hacia un mundo en el que se coopere para manifestar una mejor distribución de la energía, y el dinero es una de las múltiples manifestaciones materiales de la energía.
Saturno va por la de él. En su soledad, quiere controlar y limitar pero Acuario también tiende a democratizar, a confiar en que cada parte de un mismo sistema se maneje sin control, con su propia verdad interna, sumando a la circulación energética dentro del cuerpo social.
Una
tendencia a las alianzas podría surgir si permitimos que esta energía sublime
de Acuario se manifieste. También puede traernos la cruda verdad a la cara,
mostrarnos cómo está construido el tejido de nuestra sociedad. Puede ser
doloroso pero será una necesidad imperiosa para la reconstrucción de una mejor
estructura.
Es
de esperar que múltiples avances dentro del ámbito de la ciencia y las
comunicaciones tomen forma en los próximos dos años. Estos se convertirán en herramientas
de esta “nueva normalidad”.
Por
otra parte, hablando de narrativas, está el movimiento de los Nodos. El eje
nodal que se ha desplazado este mes de junio de 2020 del eje Cáncer (quédate en
casa en familia)-Capricornio (la autoridad y el estado) al eje que componen
Géminis-Sagitario.
El Nodo Norte estará en el signo de Géminis hasta enero del año 2022. La última vez que el Nodo Norte estuvo en el signo de Géminis se construyó una nueva narrativa en torno a la amenaza internacional del terrorismo tras la caída de las Torres Gemelas. Unas imágenes repetidas hasta el hartazgo montaron una nueva realidad y mejores mecanismos de control de las personas. Este evento histórico, tanto si fuera una “falsa bandera” como si fuera un verdadero atentado islámico, dio lugar al inicio de la prolongada Guerra de Irak, también llamada Operación Libertad. Nótese el uso de la palabra para construir una realidad que no termina de cuajar.
El Nodo Norte estará en el signo de Géminis hasta enero del año 2022. La última vez que el Nodo Norte estuvo en el signo de Géminis se construyó una nueva narrativa en torno a la amenaza internacional del terrorismo tras la caída de las Torres Gemelas. Unas imágenes repetidas hasta el hartazgo montaron una nueva realidad y mejores mecanismos de control de las personas. Este evento histórico, tanto si fuera una “falsa bandera” como si fuera un verdadero atentado islámico, dio lugar al inicio de la prolongada Guerra de Irak, también llamada Operación Libertad. Nótese el uso de la palabra para construir una realidad que no termina de cuajar.
El
Nodo en Géminis trata de la narrativa, de la construcción de un discurso, dejando
detrás las leyes religiosas y la ética que constituían hasta ahora la vida de
las personas y las sociedades.
El
cuerpo de la ley quedará en el pasado en el Nodo Sur en Sagitario, será ya algo
anacrónico. Desde la palabra se gestará a lo largo de este tiempo que inicia
una nueva realidad. Una narrativa que puede tornarse peligrosa si nos
conformamos con la mera construcción de un concepto de felicidad que resulte
poco auténtico.
Los
Nodos nos dicen mucho más, pero en relación al “pensamiento único” nos advierten
del peligro de construir con palabras y medios de comunicación masivos un nuevo
cuerpo ideológico sin sustento que desatiende los detalles que constituyen la
vida humana en todas sus formas.
Saturno y Júpiter se cruzan cada 20 años y volverán a hacerlo en el signo de Libra en el 2040. Los nodos se repiten cada 18 años. Por ahora toca atrapar esta energía y transformarla, tal como lo hacen los magos que inclinan a su favor los efluvios que los astros imprimen en la vida terrena.
Utilizar la magia para construir la nueva narrativa depende de cada uno de nosotros.
Saturno y Júpiter se cruzan cada 20 años y volverán a hacerlo en el signo de Libra en el 2040. Los nodos se repiten cada 18 años. Por ahora toca atrapar esta energía y transformarla, tal como lo hacen los magos que inclinan a su favor los efluvios que los astros imprimen en la vida terrena.
Utilizar la magia para construir la nueva narrativa depende de cada uno de nosotros.
Valeria
Correia Nobre
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