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6 de julio de 2020

LA NUEVA NORMALIDAD Y LAS VUELTAS DE SATURNO


Por Valeria Correia Nobre
Los humanos somos animales pensantes, al menos somos animales hablantes, gozamos de un código refinado y complejo llamado lenguaje y por eso sabemos que todos pensamos. Los seres humanos pensamos. Los animales quizás piensan. Yo creo que piensan bastante más de lo que imaginamos, pero por el momento, el gran paladín del conocimiento (ese entramado de pensamientos discordantes) llamado ciencia dice que no.

Los seres humanos pensamos. Pero muchas veces no pensamos por nosotros mismos sino que caemos en redes de pensamientos construidos a priori por una trama social.
La construcción de este modelo de pensamiento no es propia, es una suma de ideas que nos llegan de modo inconsciente. Ha sido edificada por muchas capas de poder, el poder que se manifiesta desde el orden, desde el límite social.
Este pensamiento único responde al statu quo, al sistema económico, a la segmentación social y en definitiva a lo que mamamos de una u otra forma en casa por falta o por exceso. Porque su doble rostro termina traicionando en parte al más pensante de los humanos. Se filtra como la arena por las hendijas de la puerta en una tormenta de viento.
Somos sumergidos cada día en el “pensamiento único” y atravesados en todas las áreas de nuestra vida. No permitir su entrada en nuestra conciencia demanda de un esfuerzo enorme, una voluntad y firmeza impensable a la hora de elegir la dirección cotidiana de nuestra vida.
Schopenhauer, filósofo alemán del siglo XIX, fue el primero en definir el pensamiento único. Trazó las primeras líneas del concepto. Definía a este pensamiento como aquel que se sostiene a sí mismo, constituyendo una unidad lógica independiente sin tener que hacer referencia a otros componentes de un sistema de pensamiento.
Luego en la década del 90 llegará la idea que desarrolla el sociólogo y periodista francés Ramonet, que toma el término para definirlo como una serie de conceptos que pretenden ser universales y que de diversas maneras favorecen a los intereses de un conjunto de fuerzas económicas y políticas.
George Orwell, el autor de la distópica novela 1984, utiliza un concepto similar creando en la ficción el Ministerio de la Verdad, institución que representa la herramienta que controla que este pensamiento único esté por sobre todos los pensamientos.
En la astrología existen numerosos tránsitos que se entrecruzan y trenzan para describir el momento en el que se establece un pensamiento normativo. Cuando de bisagras históricas se trata se ha de mirar el movimiento siempre impactante de los planetas conocidos como cronocratores. Cronocrator es una palabra compuesta derivada de Cronos, el tiempo y el mismísimo Saturno y Kratos, la fuerza y la autoridad. Una conjunción de ciertos planetas de movimiento lento da campanadas en el orden de las cosas que consideramos el orden del mundo. Nuestro mundo se organiza de acuerdo a estos cronocratores.
Hacia finales de este año se dará el encuentro entre Saturno y Júpiter. Dos planetas llamados sociales. Este encuentro dará inicio a una nueva narrativa generadora de un orden social distinto al que veníamos sosteniendo
En el mes de enero pasado cuando los diarios de todo el mundo mostraban la propagación del famoso virus en China y azorados, observábamos la manera en la que el estado de dicho país contenía a la población, Saturno y Plutón hicieron una primera conjunción en el signo de Capricornio.
Los astrólogos en general esperábamos con inquietud que algo sucediera. Lo cierto es que en realidad se estaba comenzando a gestar una nueva narrativa, una variante aggiornada del pensamiento único. Lo que ahora los políticos y sus lacayos medios de comunicación masiva llaman “nueva normalidad”.
Es aquí donde la simbología y la esencia de Saturno se filtran y embeben todo con su tono. Cuando comenzó a pronunciarse este nuevo término, Saturno estaba ya en las tierras de Acuario.
Saturno ingresó en el signo de Acuario el 22 de marzo apenas estrenado el año nuevo zodiacal. El 11 de mayo comenzó su movimiento retrógrado y en julio reingresará en Capricornio, signo del que se despedirá hasta dentro de 29 años para ingresar en forma definitiva a Acuario a mediados de diciembre de este año 2020.
Las conjunciones de Saturno a Júpiter suelen coincidir con cambios profundos en la vida material de las personas, los valores en general sufren una transformación, lo jurídico, religioso, moral y económico se altera y toma una nueva forma. Y hacia el próximo solsticio de diciembre volverá a formarse este encuentro entre Saturno y Júpiter pero ya no en el tradicional signo de Tierra Capricornio, sino en el signo que sigue en la rueda zodiacal, Acuario en su grado cero.
En Acuario, para muchos seguidores de la New Age las cosas son frescas, amables, divertidas, pero la astrología clásica no lo ve igual. Acuario es un signo del elemento Aire, su regente es Saturno y su corregente Urano, que actualmente está en el signo de Tauro.
Acuario es el signo al que se atribuye el tan mentado desapego y es que no tiene tiempo de quedar pegado a sensaciones o emociones. Acuario necesita ir hacia adelante en el tiempo. Esta combinación del frío y solitario carácter del planeta Saturno con la energía del signo zodiacal Acuario nos da la pauta de la “nueva normalidad” que estamos ensayando y que dará más claros indicios a partir de diciembre de este año, momento en el que la organización de la ley se manifieste en modos más concretos por medio de la conjunción con Júpiter.
Saturno en Acuario nos quitará algo de nuestro lado más humano, la calidez quedará relegada para dar más espacio a una especie de “objetividad racional”. Pues bien, Júpiter organiza la ley, la fe, los dogmas. La unión de Saturno con el planeta Júpiter va a llevar a los gobiernos y las empresas a diseñar una serie de leyes, dispositivos de control y organigramas acerca de la mejor manera de vivir la vida según esta narrativa. Estas normativas pueden poner en peligro las costumbres pero especialmente puede peligrar nuestro sentido de libertad y es allí en donde se esconde la trampa de Saturno en Acuario:
Por la mía, pero libre.
Quien pueda entender los huecos por los que se filtrará la energía acuariana en su manifestación más pura y benéfica será un individuo que gane desde lo colectivo.
Acuario también nos narra la posibilidad de ir hacia un mundo en el que se coopere para manifestar una mejor distribución de la energía, y el dinero es una de las múltiples manifestaciones materiales de la energía.
Saturno va por la de él. En su soledad, quiere controlar y limitar pero Acuario también tiende a democratizar, a confiar en que cada parte de un mismo sistema se maneje sin control, con su propia verdad interna, sumando a la circulación energética dentro del cuerpo social.
Una tendencia a las alianzas podría surgir si permitimos que esta energía sublime de Acuario se manifieste. También puede traernos la cruda verdad a la cara, mostrarnos cómo está construido el tejido de nuestra sociedad. Puede ser doloroso pero será una necesidad imperiosa para la reconstrucción de una mejor estructura.
Es de esperar que múltiples avances dentro del ámbito de la ciencia y las comunicaciones tomen forma en los próximos dos años. Estos se convertirán en herramientas de esta “nueva normalidad”.
Por otra parte, hablando de narrativas, está el movimiento de los Nodos. El eje nodal que se ha desplazado este mes de junio de 2020 del eje Cáncer (quédate en casa en familia)-Capricornio (la autoridad y el estado) al eje que componen Géminis-Sagitario.
El Nodo Norte estará en el signo de Géminis hasta enero del año 2022. La última vez que el Nodo Norte estuvo en el signo de Géminis se construyó una nueva narrativa en torno a la amenaza internacional del terrorismo tras la caída de las Torres Gemelas. Unas imágenes repetidas hasta el hartazgo montaron una nueva realidad y mejores mecanismos de control de las personas. Este evento histórico, tanto si fuera una “falsa bandera” como si fuera un verdadero atentado islámico, dio lugar al inicio de la prolongada Guerra de Irak, también llamada Operación Libertad. Nótese el uso de la palabra para construir una realidad que no termina de cuajar.
El Nodo en Géminis trata de la narrativa, de la construcción de un discurso, dejando detrás las leyes religiosas y la ética que constituían hasta ahora la vida de las personas y las sociedades.
El cuerpo de la ley quedará en el pasado en el Nodo Sur en Sagitario, será ya algo anacrónico. Desde la palabra se gestará a lo largo de este tiempo que inicia una nueva realidad. Una narrativa que puede tornarse peligrosa si nos conformamos con la mera construcción de un concepto de felicidad que resulte poco auténtico.
Los Nodos nos dicen mucho más, pero en relación al “pensamiento único” nos advierten del peligro de construir con palabras y medios de comunicación masivos un nuevo cuerpo ideológico sin sustento que desatiende los detalles que constituyen la vida humana en todas sus formas.
Saturno y Júpiter se cruzan cada 20 años y volverán a hacerlo en el signo de Libra en el 2040. Los nodos se repiten cada 18 años. Por ahora toca atrapar esta energía y transformarla, tal como lo hacen los magos que inclinan a su favor los efluvios que los astros imprimen en la vida terrena.
Utilizar la magia para construir la nueva narrativa depende de cada uno de nosotros.

Valeria Correia Nobre

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