Por Antonio Freelandermayo 22, 2022Sin comentarios
El hebreo es una lengua maravillosa
y su historia es muy llamativa. Es parte de la historia de los judíos, el
llamado «pueblo errante». Se desarrolló a partir de los dialectos semíticos cainitas del nororiente, uno de los muchos idiomas que lo engendraron.
Desde el principio fue parte de la identidad de los hebreos, también conocidos como israelitas. Era el lenguaje de los antiguos reinos de
Israel, que eran bastantes, especialmente en el apogeo del antiguo Israel, durante los reinados del rey David y el rey Salomón. Es el idioma original de la Biblia. Un texto, como sabes, de gran importancia para muchas personas en todo el mundo hasta el día de hoy.Al igual que otros idiomas, estuvo
al borde de la extinción en varios momentos, pero tuvo un renacimiento y, actualmente, aún
se lo habla en su antigua patria. Sin embargo, antes de que se diera este nuevo
despertar, el hebreo emprendió un viaje de miles de años. Luego de pasar por
muchas fases en su evolución como lenguaje, se detuvo repentinamente a
comienzos de la era común (e.c.). El hebreo dejó de ser una lengua hablada
diariamente en aproximadamente el año 400 e.c.
Cuando otros idiomas comenzaron a
suplantar al hebreo
Puedes pensar que esta es una
historia triste, un canto de cisne de un bello lenguaje. Por suerte, ¡conoces
el final feliz! Pero, antes de llegar allí, debemos visitar algunos lugares,
empezando por Babilonia. Los babilonios buscaban la conquista y el imperio por medio de la espada
y la sangre. En 597 a.e.c.
(antes de la era común), Babilonia invadió Jerusalén y dejó gran parte de la
ciudad devastada. El Primer Templo fue destruido. A los israelitas los
trasplantaron a la ciudad capital de ese imperio, y su vínculo con Tierra Santa
se cortó. Esto podría haber significado el fin para los hebreos. Como era
costumbre en esa época, la conquista a manos de un enemigo generalmente
significaba la aniquilación o absorción del pueblo conquistado. Esta absorción
implicaba que la nación conquistada debía incorporar todo lo de la nación
conquistadora.
Esto no fue así para los hebreos.
Incluso en el exilio, se apegaron a sus tradiciones, incluida su lengua
materna, aunque sí aprendieron a hablar arameo. Esta también era una lengua
semítica, y era la que hablaban sus conquistadores. Como idioma común, era
conveniente utilizarlo entre los diferentes pueblos.
En todo caso, lo que los babilonios
sembraron a espada, a espada lo cosecharon. Los persas se habían convertido en
la nueva fuerza dominante en la región, y conquistaron Babilonia. Así fue como
tomaron el control de este imperio. Al ser una nación más tolerante,
permitieron que los hebreos regresaran a su tierra natal. Los hebreos se
llevaron el arameo con ellos y su uso era cotidiano. (Por eso es que esta
lengua antigua todavía es estudiada por los eruditos bíblicos en la actualidad,
pues formaba parte de los pergaminos bíblicos). El hebreo ahora tenía un idioma
«competidor» en su propio terreno.
Indudablemente, Alejandro Magno era
guapo a otro nivel, por lo que podemos ver aquí. Colin Farrell ciertamente no le hizo justicia. (Fuente: Wikimedia)
La visita de Alejandro Magno.
Según todos los relatos, Alejandro
era guapo, brillante y talentoso. En verdad se salía con la suya. Tenía una
forma de destruir completamente cualquier cosa o persona que se interpusiera en
su camino. Cuando marchó por Judea, trajo consigo el helenismo, incluyendo el
idioma griego. Y los israelitas se aseguraron de no enemistarse con él.
El conquistador macedonio había
derrotado a Persia, lo que significaba que el botín incluía todos los
territorios que anteriormente le pertenecían a este imperio. Y esto abarcaba
las tierras de los hebreos. ¿Notas una tendencia aquí?
El helenismo es la cultura de los
antiguos griegos. Incluía su filosofía, modas e inclinaciones artísticas. Y
ahora se extendía por todo el mundo conocido, gracias a los macedonios. Muchos
judíos se helenizaron, y de ello salió algo bueno. El Talmud, sagrado hoy entre
los judíos, estuvo fuertemente influenciado por esta escuela occidental de
filosofía y pensamiento filosófico. Incluso hasta la actualidad, el Talmud se
recomienda a los estudiantes de derecho para estudiar. ¿Y sabes por qué? Porque
su estructura argumental es considerada una de las mejores del mundo,
pero nos fuimos de tema.
El helenismo derivó en una nueva
tendencia entre los judíos a entrar en la diáspora, de explorar nuevas tierras
que los conectaban con el mundo más amplio. En este proceso adquirieron nuevas
lenguas, como el griego antiguo. Este idioma también se convirtió de uso común
en los territorios israelitas. En oposición a ello, más tarde se formó el
judaísmo rabínico, que llevó consigo el hebreo y permitió que la religión judía
fuera «portable».
Roma hace su aparición en el escenario mundial
Existe una distinción muy
interesante entre los idiomas en desuso. Por un lado, están las lenguas
extintas y, por otro, las lenguas muertas. Una lengua extinta no tiene
hablantes en ningún lugar del mundo en la actualidad. Ni nativos. Ni
religiosos. Ni escolásticos. En contraste, una lengua muerta no tiene hablantes
nativos, sin embargo todavía se utiliza. Para fines litúrgicos, por ejemplo. O
en la educación, como el latín. El latín, la lengua de Roma, es una lengua
muerta. Pero, sin duda, es lanzada como dardos en todos los tribunales de
muchos países en todo el mundo.
En cualquier caso, los romanos
relevaron a los macedonios (la tendencia continúa…). Inicialmente, las cosas
eran pacíficas entre los romanos y los judíos. Hasta que algunas rebeliones
causaron que esta relación se desgastara. ¿El resultado? Roma cayó sobre Judea
en el 70 e.c., cuando los judíos se rebelaron contra el dominio romano. Y
aunque los judíos eran luchadores apasionados y dedicados, nadie podía hacer
frente al poder de Roma.
Los últimos en ser derrotados
fueron los zelotes, que
defendían su fortaleza de Masada, y
se negaron a rendirse ante los romanos que los asediaban. Su historia pertenece
al heroísmo trágico. Otra parte de esta tragedia fue la pérdida del Segundo
Templo. Los romanos lo destruyeron con explosivos que eran relativamente
sofisticados para la época. Los incrustaron en las paredes del Templo y los
hicieron estallar, y esto produjo un tipo de daño similar al que podría causar
un petardo en un puño cerrado. Esto resultó en más judíos acudiendo a la
diáspora.
Pero lo peor estaba por venir.
Cuando el hebreo se convirtió en una lengua muerta
Hubo una última rebelión. Y fue
épica. Fue una rebelión digna de una película de Hollywood con un
megapresupuesto. Ocurrió en la provincia romana de Judea, que incluía las
regiones de Samaria, Idumea y, por cierto, Judea. No todos los judíos de los ex
reinos de Israel estaban aquí. Algunos estaban en Galilea y en los alrededores,
por ejemplo. Pero muchos sí estaban. Y ya habían tenido suficiente.
Conocida como la Revuelta de Bar
Kojba, alrededor del 115-117 e.c.,
comenzó por problemas no resueltos entre los administradores romanos y el
pueblo judío. Como por ejemplo colocar estatuas romanas en lugares sagrados
judíos; además de las tensiones políticas.
Cuando comenzó la guerra a los
judíos les fue bien. Rodearon y destruyeron una guarnición romana. Lucharon con
éxito contra las legiones de refuerzo que llegaron de zonas vecinas como
Arabia. Incluso lograron establecer estados independientes durante un tiempo.
Tenían monedas acuñadas, ese tipo de cosas. Tal era su ímpetu con tal de
defender su libertad.
Pero más feroz era la gran parte
del ejército romano que fue enviado a pisotear los fuegos de la rebelión.
Adriano, emperador de Roma, había llegado a su límite y envió seis legiones con
refuerzos. En una de las guerras más devastadoras de la época, los romanos
acabaron diezmando la zona, aunque no sin graves pérdidas para ellos mismos.
Dos legiones tuvieron que ser disueltas debido a las graves bajas.
Como resultado de esto, y de la
represión total de Adriano —que estaba furioso por la gran cantidad de bajas
que los judíos causaron en sus tropas— a los judíos se les prohibió entrar en
Jerusalén. También sufrieron otras consecuencias. El judaísmo rabínico comenzó
a ser reprimido. Esto incluyó a judíos de regiones que no estaban directamente
involucradas en la rebelión, e incluso a cristianos judíos (ya que las dos
religiones no eran del todo diferentes en ese momento), que se habían negado a
participar.
Entre los que se rebelaron y
lucharon en la provincia, muchos murieron o fueron tomados como esclavos.
Muchos judíos, devastados, se unieron a la diáspora.
En cuanto al hebreo, muchos judíos
ya usaban el arameo y el griego con más frecuencia que su idioma original, ya
que estos dos idiomas eran considerados internacionales y cosmopolitas en ese
momento. Y, por supuesto, el latín dominaba todo. Probablemente debido a la
rebelión fallida, el hebreo experimentó un mayor declive, que coincidió con el
marchitamiento del nacionalismo. Luego, alrededor del 400 e.c., dejó de ser por
completo una lengua nativa.
Dondequiera que fueran los judíos,
las lenguas de sus nuevos hogares se convertían en sus lenguas maternas. Pero el hebreo logró sobrevivir de algunas formas: tanto para el comercio entre judíos, como también la lengua
sagrada para leer las Escrituras y la Torá.
En la diáspora
Muchos judíos viajaron a los países
de Medio Oriente y encontraron allí un oasis de esperanza y un hogar. Incluso
cuando el Islam nació en el siglo VII, los judíos eran vistos como «la gente
del libro» y eran tratados bien.
No fue así en Europa, donde en repetidas
ocasiones fueron recibidos en algunos países para potenciar su economía, pero
luego obligados a huir por imposición de las armas. Esto era para reemplazar
sus puestos de poder por representantes de las etnias asociadas con esas
naciones en particular. El patrón se repitió muchas veces. No ayudó que las
comunidades judías se mantuvieran apartadas, en su mayoría, y fueran vistas por
los locales como «los otros». Dispuestos a aprender el idioma, pero no a
integrarse plenamente, los judíos se mantuvieron unidos entre ellos. En tiempos
de desastre, esto llevó a que se convirtieran en chivos expiatorios y a
aterrorizarlos.
A lo largo de los viajes de los
judíos por muchos países, se mantuvieron como una nación en sus corazones.
Incluso divididos por distancias geográficas, a miles de kilómetros, los judíos
siempre tuvieron un hogar espiritual que viajaba con ellos dondequiera que
iban. Ya fuera en la húmeda oscuridad de los guetos de Europa del Este, o en
las tierras luminosas y soleadas de Irak, los judíos estaban conectados por su
Torá. La Torá llevaba consigo la palabra de Dios. Pero, además, para los
judíos, llevaba un lenguaje antiguo. El hebreo.
El lenguaje del hogar.
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