El 12 de agosto tuvo lugar el plenilunio de este mes, activando el eje Leo/Acuario.
Este eje nos invita a revisar temas relacionados con la
identidad y lo creativo. El reto de expresarse uno mismo, para brillar con luz
propia en el entorno (Leo), versus la vincularidad grupal donde cada uno tiene
su propia luz dentro del fluir de la red de seres humanos.
Veamos el gráfico para esta lunación.
Como podemos observar, se forma la figura conocida como triángulo de rendimiento entre el Sol (en Leo), la Luna y Saturno (en Acuario) y Urano y el Nodo Norte (en Tauro).
Este triángulo es una figura portadora de energía, por lo que
entre los planetas unidos por ella existe un intercambio de energía. Al mismo
tiempo, todos ellos están sometidos a una presión de rendimiento para cambiar
algo dado en los signos fijos involucrados (Tauro, Leo y Acuario).
En cualquier caso, al ser una figura de triángulo, la
transformación de energía no es constante, sino rítmica, dependiendo del
estímulo adecuado para producir un rendimiento superior a la media, dando paso
a fases de reposo cuando ya ha conseguido la meta.
El corazón de Leo se une a la razón intuitiva de Acuario: de
esta manera, cabeza y corazón pueden fusionarse en forma de sabiduría personal
y grupal, algo que debemos aprovechar, ya que la conciencia grupal va unida a
nuestro propio crecimiento.
Por tanto, este plenilunio nos recuerda que el desarrollo de
la propia individualidad depende también de la comprensión de los valores
sociales y del respeto por la libertad y las distintas peculiaridades de cada
ser humano.
Mira en tu carta las casas dónde se sitúan Leo y Acuario para
saber en qué ámbitos de tu vida tendrás los cambios más relevantes.
Cuando Hércules venció al
león de Nemea
En la newsletter de julio, te hablamos ya de Los 12 trabajos
de Hércules, 12 tareas a modo castigo que le fueron encomendadas al héroe
protagonista de la historia después de que, desde su cólera, cometiera un
crimen atroz.
Interesante es que cada trabajo puede relacionarse con una
enseñanza atemporal que, a su vez, se vincula a una energía zodiacal en
concreto.
Y si en julio nos centramos en la tarea conectada a Cáncer, en
agosto le toca a Leo.
Se trata del quinto trabajo, que no era otro que acabar con la
vida del enorme y despiadado león de Nemea, el mismo que tenía a toda la
población de la comarca atemorizada y sintiéndose impotente frente a él,
arrebatándole sus hombres.
Así pues, ansioso pero sin miedo, Hércules se dirigió a Nemea
y, después de muchos días de búsqueda y comprobar el pavor de los lugareños,
que estaban siempre escondidos en sus casas, encontró, por fin, el león junto a
un espeso matorral, el mismo que le dio la bienvenida rugiendo con todas sus
fuerzas, para ahuyentarlo.
Pero, lejos de huir, y ante el asombro del león, Hércules
empuñó su arco y empezó a dispararle todas sus flechas, aunque ninguna de ellas
logró herirle.
El enorme león, enfurecido e ileso, se dirigió hacia él,
aunque Hércules lo sorprendió de nuevo y, viendo que no iba a rendirse, huyó al
bosque, y sin saber cómo reaccionar frente a la proeza, se escondió en una
cueva.
Hércules la localizó, y después de algunos intentos para dar
con él, se dio cuenta de que la cueva tenía dos aberturas, y de ahí que el león
pudiera esquivarle: cuando entraba por una de ellas, el león salía por la
otra... Y al revés.
Decidió entonces bloquear uno de los accesos, cerrando la
posible salida y, despojado de sus armas, entró y ahogó el león con sus propias
manos.
Una vez muerto el león, le despojó su piel y finalmente se la
entregó a su Maestro, posándola en sus pies, aunque este último decidió
devolvérsela a Hércules para que pudiera cubrirse con ella, desprendiéndose de
sus ropas viejas.
Así es como ilustra Rubens el momento de la lucha entre
Hércules y el león.
Este quinto trabajo está relacionado con el control del ego.
En Leo, el aspirante (o discípulo) ha progresado
considerablemente en la integración de su personalidad, pues su mente coordina
en gran parte su conducta, y sus emociones y deseos están bastante controlados.
Aún así, su centro gravita habitualmente en torno a este «yo inferior» y, por
ello, el León de Judá (el alma) ha de doblegar al León de Nemea (la
personalidad).
En el mito, la cueva de dos aberturas refleja ese
deslizamiento sobre el eje inferior-superior existente en el aspirante.
Hércules resuelve dominar a la bestia (la personalidad)
cerrando la abertura a su «yo inferior».
No es que Hércules destruya al León de Nemea, destruyendo así
su personalidad, sino que la subyuga al alma (recordemos que ofrece la piel del
león a los pies del Maestro) y la somete a su dictado superior (la piel del
león recubre finalmente sus hombros).
Hércules, aspirante o discípulo en Leo, consciente ya de sí,
debe determinar su nuevo ámbito de lucha, lejos de los desengaños y las
pérdidas del mundo ilusorio; debe «matar» todo lo que él, con su personalidad,
ha creado; debe dar un salto al vacío hacia la abnegación, y en beneficio de su
«yo superior».
Con este quinto trabajo, Hércules finaliza su primera etapa
como guerrero que enfrenta su oscuridad. Le quedarán dos más, aprender a vivir
con éxito las crisis de conciencia y, por último, a expresarse como alma y
manifestarse.
Seguiremos comentándolas; pero estos días piensa en el
triángulo de rendimiento y en este quinto trabajo de Hércules que corresponde a
la energía de Leo... ¿qué parte de ti necesita renovarse?
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